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Las enfermeras eventuales: «No tenemos ni derecho a enfermar. Si enfermas te quedas sin trabajo»

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Viven pendientes del teléfono móvil para incorporarse de un día para otro (cuando no es incluso en el mismo día) a su trabajo en cualquier centro de salud u hospital de su área sanitaria. Saltan constantemente de un contrato a otro y llegan a acumular cientos a lo largo de su vida laboral. Nunca pueden planificar nada, ni siquiera su economía. Decidir ser madres se convierte para ellas en todo un acto de valentía. Si dicen que no a alguno dieras contratos, son penalizadas y bajan en el listado de contratación. Si enferman, corren el riesgo de quedar en casa durante un largo período de tiempo. Ellas son las enfermeras eventuales del Servizo Galego de Saúde (Sergas) y este es su día a día, marcado por el trabajo «a golpe de enfado y reclamación» contra un constante «tú no, tú no, tú no».

Aurora Magán no llegó a contabilizar todos sus contratos porque se cansó el día que iba por la mitad de la cuenta. Sólo en el verano pasado – desde el 5 de julio al 28 de septiembre – acumuló un total de 38 acuerdos laborales. Lleva 12 años trabajando como enfermera eventual y forma parte del colectivo Enfermeras Eventuais en Loita, que nació hace poco más de un año para exigir unas mejores condiciones laborales para las 7.000 profesionales que se encuentran en esta situación, el 40% de las enfermeras totales que trabajan en el Sergas, según datos extraídos del Consejo de Cuentas.

¿En qué condiciones estáis trabajando las enfermeras eventuales?

En unas condiciones sangrantes. Somos conscientes de que la eventualidad tiene que existir, pero queremos ser trabajadoras con derechos. Sobre el papel se nos reconocen los mismos derechos que a las interinas, pero a la hora de la verdad no es así: no se nos respeta, no se nos deja disfrutar de vacaciones, tenemos problemas para pedir días de permiso… Todo son trabas. Estamos bajo un pacto de selección temporal (que ahora también va a incluir personal médico) que está obsoleto y que nos esclaviza. Nos obligan a vivir pendientes del teléfono y a incorporarnos a un trabajo, a veces, avisándonos con tres horas de antelación. Casi no nos da tiempo a saber a dónde tienes que ir, aprenderte el camino, buscar el centro de salud, saber dónde tienes la ropa… Además, es un pacto penalizador, el único en todo el Estado: si tú rechazas un contrato por cuidados familiares te echan del listado de contratación. El Sergas tiene la sartén por el mango y sabe que vas a estar siempre a disposición.

¿Cómo organizas tu propia vida y cómo concilias con un trabajo así?

Nunca puedes planificar nada, ni siquiera tu economía. Entre contrato y contrato te encuentras en casa, esperando, sin saber cuántos días llegarán a ser. Puede pasar que trabajes 15 o 20 días en un mes o que trabajes 30 de 30. Esto le ha pasado a una compañera nuestra que es madre. ¿Dónde queda la conciliación laboral y familiar? Es imposible, las madres hacen verdaderos números. Muchas buscan la opción de contratar cuidadoras, pero hasta eso resulta difícil porque al no saber cuándo vas a trabajar, tampoco sabes cuándo te va a hacer falta. Alguna compañera nuestra tiene que estar de baja en las listas, sin puntuar, sin cotizar y sin cobrar. Este es el nivel de conciliación.

Siempre recuerdo lo que me pasó a mí hace tres años, cuando mi padre iba a hacer una pequeña intervención y yo tenía que quedar cuidando a una persona mayor en casa. Justo el día en que lo llamaron a él para operar me llamaron a mí para incorporarme al día siguiente. Dije que no podía y me amenazaron con penalización. Finalmente tuve que pedir la suspensión de llamamiento y echar un mes entero en la casa sin trabajar por dos días de intervención.

Y ya no digamos en el caso de una enfermedad tuya. No tienes derecho la baja laboral, no tienes derecho a enfermar ni tienes derecho a cuidarte a ti misma. Recuerdo también una vez que tuve gastroenteritis. Avisé de que no iría a trabajar al día siguiente y me quitaron el bloque de 38 contratos que tenía. Yo lloraba porque pensaba: «Me van a dejar sin trabajo». Y efectivamente, lo hicieron. Trabajamos a golpe de enfado y reclamación contra el «tú no, tú no, tú no» que siempre escuchamos por ser eventuales.

¿Y en cuanto a carga de trabajo, cómo os encontráis?

Sobrepasadas. Hay veces que es imposible, no das, no das! En la Atención Primaria existe el llamado Complemento de Intersubstitución o Complemento J, por el cual haces tu trabajo y el de tu compañera que está de baja o vacaciones. Nunca refuerzan en personal, lo que hacen es repartir el trabajo entre compañeras y pagarte un complemento. Yo he llegado a llevar 25 pacientes en una noche. Al principio aceptaba pero luego empezó a haber muchas jubilaciones y la carga de trabajo se hace imposible. Ese complemento, a veces, ni siquiera se nos paga porque no sabes si estás haciendo sólo tu trabajo o también el de tus compañeras. Abusan del desconocimiento. Como no sabes se aprovechan, juegan mucho con eso y les sale redondo. Yo llevo 12 años y ya voy viendo a que me enfrento, pero las compañeras recién llegadas comen todo lo que les dan, hacen una burrada de horas…

¿Cómo afectan todas estas condiciones y la carga de trabajo a la calidad asistencial?

Enfermeras Eventuais en Loita iniciamos nuestras reivindicaciones por una cuestión laboral, pero siempre tenemos presente que también lo hacemos como pacientes, porque la calidad asistencial se resiente mucho cuando la mitad del personal en la sanidad pública somos eventuales. Con este baile de sitios y personas no se permite la continuidad de los cuidados, y eso repercute mucho en la atención a los pacientes, que son quienes lo sufren en mayor medida. Es fundamental seguir el caso de una persona. La enfermería y los cuidados son holísticos, hay que conocer el conjunto de la persona; y este ‘ir y venir’ no te lo permite.

Tu propio entrenamiento también se complica. Aunque muy poquito a poco empiezan a reconocerse diferentes especialidades dentro de la enfermería, si un día estás en un centro de salud y otro día en un hospital, nunca entrenas; no llegas a dominar un puesto de trabajo en un lugar concreto para poder ofrecer calidad. Hacemos lo que podemos, pero es necesario poder entrenarse.

Como eventuales, ¿cómo fue vuestra situación laboral durante esta pandemia? Cómo la vivisteis?

Volvemos al ‘no derecho a enfermar’. Las compañeras que se contagiaron de la Covid-19 en el puesto de trabajo y tuvieron que ir para la casa en cuarentena, no se les renovó el contrato cuando tocaba y se vieron sin nada. Nos movilizamos mucho, reclamamos, y al final el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, salió diciendo que habían sido casos puntuales debido a un error de interpretacion. Pero nosotras tenemos constancia de que varias compañeras, y no solo casos puntuales, pasaron por esta situación.

Además, cuando empezó a descender el número de ingresos, a las personas que tenían contratos renovados hasta finales de abril las informaron de repente de que rematarían el día 16 de ese mes. También por esto se armó mucho follón. Puede que tu puesto de trabajo desaparezca al bajar la carga asistencial, pero tienen el deber de rehubicarte. De nuevo la presión mediática y social hizo que la Xunta saliera para decir, otra vez, que había sido un error puntual. Siempre son errores puntuales pero es lo que llevamos viviendo todos estos años.

Esos dos problemas son los que vivimos específicamente como enfermeras eventuales, pero también sufrimos, por supuesto, la falta de material, protocolos… como el resto de profesionales de la sanidad.

¿Qué exigís al Sergas para mejorar vuestra situación?

Hay mucho, mucho que limar. Pedimos que se elimine la tasa de reposición y que se convoquen las plazas necesarias para cubrir las necesidades de la sanidad pública teniendo en cuenta el envejecimiento de la población y la dispersión geográfica. Tenemos un ratio de enfermería por debajo del Estado español y a la cola de Europa, pero a lo mejor Galicia precisa incluso un ratio aún mayor para compensar estas características concretas.

Por otra parte, pedimos que haya un pacto de selección temporal justo y que nos permita trabajar de manera eventual en unas condiciones dignas. Llevo 12 años como enfermera y después de las declaraciones vertidas por el consejero de Sanidad este domingo, cuando dijo que la política de contratación del Sergas no iba a cambiar, a mí me pasa por la cabeza abandonar. No echo otros 12 años de mi vida en estas condiciones, con una oposición aprobada. Es inviable trabajar así y nos parecen una falta de respeto por parte de la Xunta. La Aministración está convertida en la mayor ETT del Estado de manera sangrante. Exigimos que se sienten a negociar con las trabajadoras; aunque voluntad por su parte, de momento, vemos cero.

A pesar de la inacción de la Xunta, vuestra lucha está llegando lejos, de hecho, la Eurocámara investigará la precariedad laboral en la sanidad pública gallega. ¿En qué punto se encuentra esta investigación?

En diciembre presentamos una petición frente a la Comisión de Peticiones de la Eurocámara, que era a herramienta que veíamos más factible. Ahora nos llegó comunicación de que se admitía y de que tenía el peso y la gravedad suficiente como para pasarlo también a la Comisión relacionada con asuntos de trabajo en la Eurocámara. No contábamos con esto y es una noticia muy buena para nosotras. Llevábamos documentos de mucho peso: estudios que hablaban del aumento de la mortalidad y morbilidad relacionado con el ratio de enfermería. Creemos que también influyó que la Covid puso encima de la mesa la importancia de la sanidad y de lo imprescindibles que son unos sistemas sanitarios públicos de calidad.

Este mismo sábado pasado salisteis también a la calle bajo el lena ‘Nuestra estabilidad es tu seguridad’ y hablabais de la necesidad de unión de todo el personal sanitario. Buscáis hacer aun más fuerza, ¿no?

A raíz de la creación de Enfermeras Eventuais en Loita, las compañeras técnicos de cuidados auxiliares de enfermería y también el personal facultativo empezaron a organizarse. Por otro lado ya existía la Asociación Galega de Celadores… Luego comenzamos a reunirnos y vimos que había dos puntos llave (la eliminación de la tasa de reposición y el cambio del pacto de selección temporal) que nos unían a todos. Son losas que todas sufrimos, y consideramos que igual que trabajamos en equipo en la atención a los pacientes, aquí también debemos hacerlo. Creemos profundamente que para desarrollar nuestra labor con garantías para los pacientes debemos tener estabilidad en nuestros puestos de trabajo. Vamos a seguir luchando mucho, porque si no, la otra puerta que nos queda es la de coger la maleta y marcharse.

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