El dúo artístico Los Bravú, formado por Dea Gómez y Diego Omil, dedica el periodo de confinamiento decretado en Inglaterra, en cuya capital residen actualmente, al proyecto ‘#nudesdecuarentena’, que consiste en retratos a partir de las fotografías de desnudos que reciben de las personas que se han sumado a esta iniciativa, impulsada a través de Instagram. Han elaborado ya medio centenar de obras, algunas de ellas publicadas en su cuenta de esta red social.
«La idea surgió de una manera muy espontánea, un chiste que terminamos por tomarnos en serio», explican desde Londres para Europa Press. «No nos imaginábamos que semejante propuesta tendría tanta acogida», añaden, argumentando que al principio se vieron «desbordados» por la cantidad de imágenes recibidas y que siguen recogiendo, puesto que la convocatoria se mantiene mientras dure la alerta sanitaria.
Precisamente, por la expectación suscitada han tenido que «repensar el proyecto nada más empezarlo y optar por el dibujo para poder incluir a todos los participantes».
Otro de los motivos de la técnica elegida ha sido la propia cuarentena provocada por la pandemia del COVID-19, ya que, debido a que no pueden abastecerse de los elementos necesarios para desarrollar su trabajo, se han quedado «sin apenas material de pintura».
RESIDENCIA ARTÍSTICA
Dea Gómez y Diego Omil –de origen salmantino y gallego, respectivamente– se habían instalado en Londres con motivo de una beca de residencia artística que tendría que haber comenzado este mes de abril en el espacio Unit 1 Gallery-Workshop. «Lógicamente, se ha pospuesto hasta que el Gobierno británico relaje las medidas de prevención», han precisado.
En febrero habían estado en Madrid por razones de trabajo y en marzo se desplazaron a Nueva York para la feria de arte contemporáneo Volta. «En esas fechas nadie era consciente de la gravedad de la situación», reflexionan sobre el alcance del virus en «dos de las ciudades más azotadas por el contagio» a nivel mundial. «Pero podíamos sentir cómo día tras día el ambiente en las calles iba afectando al contacto entre personas, tan importante para la promoción de las artes», han precisado.
El trabajo al que Los Bravú se están dedicando eventualmente, mientras no puedan retomar la residencia pendiente, «está siendo muy gratificante». Así, al haber dado «completa libertad» a quienes colaboran en ‘#nudesdecuarentena’, han enfocado la iniciativa como un «desafío» para «lograr integrar esas imágenes» en su «imaginario gráfico».
DOBLE DESAFÍO
Además del reto artístico en cuanto al «análisis del cuerpo retratado», Dea Gómez y Diego Omil han afirmado que animarse a enviar «un desnudo para ser dibujado» también representa «todo un desafío para la mayoría de las personas»; un paso que ni siquiera «algunos amigos íntimos» de ambos se han decidido a dar.
«Una vez superada la vergüenza, es muy interesante comprobar cómo cada uno afronta su propio retrato», han explicado sobre la valoración de las fotografías recibidas, «la delicadeza con que han ideado la puesta en escena, meditado la postura o preparado la iluminación, llegando a rozar lo ritual, en algunos casos».
Entre las anécdotas surgidas, Los Bravú han destacado los mensajes de algunos participantes en los #nudesdecuarentena «diciendo que les ha sentado estupendamente para su autoestima comprobar que sus cuerpos pueden formar parte de un proyecto artístico», además de la «sesión de terapia» experimentada por «el tiempo que han pasado consigo mismos preparando la foto».
Más allá de la práctica artística y sobre el trasfondo de su proyecto, Dea Gómez y Diego Omil han valorado que evidencia «las personalidades tan variadas» que existen en la población y, desde el punto de vista de la «sociedad», cómo se han «establecido prejuicios y tabúes hacia el cuerpo humano según géneros y edades».
PERFIL
Así, sobre el perfil de los colaboradores, han calificado de «muy significativo que el prototipo de hombre heterosexual es una clara minoría». Por el contrario, «las mujeres son las más desinhibidas y, felizmente, han participado muchas que no tienen un cuerpo mal llamado normativo».
El propósito de Los Bravú, que también tienen experiencia en la escultura, el cómic y la edición, es llegar a publicar «un libro impreso que reúna todos los desnudos», únicamente con los dibujos y sin las fotografías originales, para «tranquilidad» de los modelos.
«Es probable que pintemos en gran formato a algunas de las personas que participaron porque han enviado imágenes muy sugerentes que nos gustaría trabajar con más detenimiento», han asegurado Dea Gómez y Diego Omil, cuyo estilo se inspira en la pintura clásica del Quattrocento italiano actualizada a través de la tecnología, la ilustración y el diseño contemporáneos, la naturaleza y el medio rural.
GALICIA
Francia, Italia, República Dominicana o Senegal han sido algunos de sus últimos destinos artísticos pero, cuando se levanten las restricciones a la movilidad y puedan viajar «sin el impedimento de ninguna autoridad vigilante», volverán a Galicia –Diego Omil es de Marín (Pontevedra)– para «ver y abrazar a familiares y amigos».
«Galicia pasaba por un momento extraordinariamente creativo pese a la precariedad habitual en el sector», han señalado sobre su percepción del ambiente cultural gallego. «Esperemos que aguante el golpe y esta situación ayude a cobrar mayor conciencia sobre la necesidad de cuidar la actividad cultural», han reivindicado, sobre los perjuicios de esta alarma sanitaria en la actividad del sector, a través de campañas como #NonNosCanceles.
«Es importante llamar la atención del público en general», han insistido, sobre «qué sería de su bienestar psicológico durante la cuarentena sin el trabajo de los titiriteros», en alusión a las iniciativas solidarias de los profesionales del espectáculo a través de las redes sociales.
Por ello, Los Bravú confían en que los damnificados por el cierre de espacios culturales «puedan retomar sus proyectos cuanto antes y que sean un éxito», no sin advertir que «esta crisis evidencia un cambio en ciertas dinámicas de trabajo que ya se venía dando en los últimos años gracias a la tecnología». En este sentido, han admitido que esta situación «urgía a muchos agentes culturales a reinventarse».