Desde que el libanés Mika saltó la noche del domingo al escenario del Atlantic Fest, en la arousana playa de A Concha, los miles de asistentes no tuvieron, durante hora y media, un segundo de descanso: o bailaban con desenfreno con alguna de sus canciones más conocidas, o se dejaban conducir de la mano del artista en la búsqueda poética de la luna llena o escuchaban, entre melancólicos y divertidos, su exposición de vivencias personales, salpicadas con un elegante humor que, sin embargo, no restaba impacto a lo que contaba.
«Para mí la escuela fue una mierda», confesó antes de implicar al público en el canto de su «melodía de resistencia» a esos difíciles años. «Mi madre, cuando la vida era una mierda, no lloraba. Lloraba un poquito y después ponía música y bailábamos», confesó en un impecable castellano durante todo el concierto, salpicado incluso con alguna frase en gallego, como la apelación a encontrar la «lúa chea».
Saltó al escenario a las 22.17 horas, tras los cuatro integrantes de su banda de riguroso azul, amarillo, naranja y rojo, mientras la estrella lucía múltiples colores en su traje de estampado geométrico y ya arrancó los primeros saltos y gritos del público con ‘Ice Cream’. Se sucedían algunas de las más reconocibles de sus canciones hasta que Mika decidió bajarse del escenario.
Encontró entonces a su «Rocinante», como él mismo definió a un chico que durante su periplo entre el público accedió a subirlo a sus hombros como si fuese una más. ‘Lollipop’, ‘Relax, take it easy’, ‘Big girl’, ‘Love Today’… iban sonando y los asistentes no paraban de bailar con un Mika derrochando ritmo y sensualidad sobre el escenario.
BAILAR Y CANTAR «JUNTOS»
Pero el libanés no solo consiguió hacer bailar a «locos, tímidos y elegantes» (como subdividió a su público). También consiguió que pareciese que todos cantaban afinados en un coro en ‘Underwater’ –«Sí cantamos juntos podemos olvidar las diferencias», apeló el artista–.
«Bailamos juntos, cantamos juntos. Ahora hacemos el amor», bromeó el artista, que no paraba de hacer guiños a su público para no soltar su atención ni siquiera mientras se cambiaba para llegar a lucir cinco trajes en total durante su hora y media de actuación.
LA OPORTUNIDAD DE DEBUTAR
La explosión de color de los primeros trajes dio paso a un atavío blanco integral para poner el broche final a un concierto que se convirtió en una oportunidad para Marcos, un chico de 18 años al que Mika se topó tocando en el metro de Madrid. Llevaba días «secretamente» yendo de estación de transportes en estación de transportes por diversas ciudades españolas escuchando a pianistas tocar.
«Tiene una grandísima posibilidad de hacer con 18 años una gran carrera», le aventuró Mika mientras el público coreba: «Marcos, Marcos, Marcos». Debutó ante el público del Atlantic Fest con ‘Love Today’.
Tras dar varias veces las gracias al público, el concierto concluyó con Mika y su banda bailando en el escenario. Todo el mundo entendió que ya no había que pedir un bis. El artista ya se lo había entregado todo.