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Detectan el virus de la hepatitis E en erizos de mar que se comercializan en Galicia para consumo humano

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Detectan el virus de la hepatitis E en erizos de mar que se comercializan en Galicia para consumo humano
Erizo de mar / Marco Busdraghi - Wikimedia.

Un estudio de científicos gallegos y portugueses alertó en 2019 de que moluscos bivalvos de las rías gallegas pueden ser potenciales transmisores de la hepatitis E, tras detectar el virus en mejillones, almejas y berberechos de las rías de Ares-Betanzos y Vigo. Ahora, los mismos investigadores publican un nuevo trabajo en el que identifican por primera vez la hepatitis E en erizos de mar recogidos en Portugal y comercializados en Galicia para consumo humano.

Al igual que en su anterior trabajo, los investigadores identifican la fuente del virus de la hepatitis E (VHE) en la contaminación fecal porcina (granjas) y humana que afecta a las aguas costeras. Y recuerdan que, al igual que sucede con los mariscos, las regulaciones europeas obligan a vigilar el estado sanitario de los erizos de mar destinados a consumo humano, aunque, lamentan, “solo por medio de indicadores fecales bacterianos”.

La preocupación sobre los erizos viene por el hecho de que estos, considerados un auténtico manjar muy cotizado hoy en día, “se consumen crudos y sin medidas previas de control o reducción de los riesgos”, alertan los científicos. Es por esto por lo que consideran que “la contaminación del erizo de mar con virus entéricos [cómo el de la hepatitis E] puede representar un riesgo para la seguridad alimentaria”.

Los científicos encontraron hepatitis E en dos de los cuatro lotes analizados, recogidos en Playa Norte, cerca de la desembocadura del río Lima, a tan sólo unos 18 kilómetros de Galicia

El virus de la hepatitis E se detectó y se cuantificó en gónadas de erizos de mar (parte comestible) recogidos en el norte de Portugal, en concreto, en el fondo marino de un área de Playa Norte, cerca de la desembocadura del río Lima, a tan sólo unos 18 kilómetros de Galicia. “Esta es un área importante e intensiva de recolección de erizos de mar que se comercializan principalmente en la región próxima de Galicia”, destacan los científicos.

Los investigadores recogieron cuatro lotes de diez erizos de mar cada uno en septiembre y noviembre de 2016, y febrero y mayo de 2017. Las muestras fueron analizadas en laboratorio, donde se encontró el virus de la hepatitis E en dos de los cuatro lotes: los cosechados en septiembre de 2016 y mayo de 2017.

La secuenciación y el análisis filogenético reveló que se trata del genotipo 3 de VHE,  subgenotipo e, y “está estrechamente relacionado con dos secuencias de VHE detectadas en mariscos de Galicia”, destacan los autores de esta investigación. El genotipo 3e incluye cepas del VHE humana y porcina procedentes de países industrializados.

REDUCIR LOS RIESGOS

La comunidad científica ya sabía que los mariscos bioacumulan virus entéricos (digestivos) ambientalmente estables, como el VHE, presente en aguas costeras contaminadas con heces, detectándose en mariscos de varios países europeos (Dinamarca, Italia, España y Escocia).

“El riesgo asociado con el consumo de erizos de mar contaminados con heces no se puede pasar por alto, ya que se comen crudos y sin medidas de control”

Aunque un estudio de 2009 sugirió el consumo de mariscos como la causa de un brote de hepatitis E en el año 2008, en un crucero en el que varios pasajeros sufrieron una contaminación aguda, de regreso al puerto de Southampton (Reino Unido), con todo “aún no se ha demostrado una asociación definitiva entre el consumo de mariscos contaminados con VHE y la hepatitis E”, aclaran los autores en la nueva aportación científica.

A diferencia de lo que sucede con los moluscos bivalvos, que “concentran contaminantes fecales mediante la alimentación por filtración de la columna de agua”, en el caso de los erizos de mar estos “se consideran de bajo riesgo con respeto a la posible contaminación fecal debido a su modo de alimentación basado en el pastoreo” sobre las algas, explican los investigadores.

Y si bien la depuración de los mariscos bivalvos fue incluida en la legislación europea para reducir el riesgo de seguridad alimentaria, “este proceso no se aplica a los erizos de mar”, algo que preocupa a los científicos, ya que “el riesgo asociado con el consumo de erizos de mar contaminados con heces no se puede pasar por alto, ya que se comen crudos y sin medidas de control”, avisan.

Ahora, con el que destacan como “el primer estudio que informa sobre la contaminación por VHE de los erizos de mar”, alertan de que, “al igual que los mariscos, los erizos de mar también pueden ser un vehículo alimentario para la transmisión de VHE a los humanos”, por lo que piden que se apliquen medidas de sanitarias para reducir los riesgos para los consumidores.

“La contaminación por VHE de los erizos de mar es un riesgo para los consumidores, ya que se comen crudos”, concluyen.

El estudio, titulado ‘Hepatitis E virus genotype 3 in echinoderms: firs report of sea urchin (Paracentrotus lividus) contamination’, se publica en la revista científica Food Microbiology y está firmado por científicos de la Universidad de Oporto adscritos al Centro Interdisciplinario de Investigación Marina  y Ambiental (CIIMAR / CIMAR), el Instituto de Ciencias Biomédicas Abel Salazar (ICBAS), la Unidad de Investigación de  Epidemiología (EPIUnit) del Instituto de Salud Pública y la Facultad de Farmacia, además del Departamento de Microbiología y Parasitología de la Universidad de Santiago de Compostela.

La hepatitis E afecta a unos 20 millones de personas cada año en el mundo, causando 3,3 millones de lesiones hepáticas agudas y alrededor de 56.000 muertes

HEPATITIS E

La hepatitis E es una enfermedad hepática que afecta a unos 20 millones de personas cada año en el mundo, causando 3,3 millones de lesiones hepáticas agudas, alrededor de 56.000 muertes y enormes pérdidas económicas relacionadas con la atención médica, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El organismo de Naciones Unidas señala la vía fecal-oral como el principal canal de transmisión del virus de la hepatitis E, por el consumo de agua contaminado por heces. Pero existen otras vías de transmisión, como la ingesta de carne o productos cárnicos poco cocinados derivados de animales infectados (como el hígado de cerdo), la transfusión de hemoderivados infectados y la transmisión maternofetal. Ahora, los científicos gallegos y portugueses señalan los moluscos bivalvos y los erizos de mar cómo potenciales transmisores del virus.

El período de incubación tras la exposición al VHE oscila entre dos y diez semanas, con un promedio de 5 a 6 semanas. Las personas infectadas empiezan a excretar el virus desde pocos días antes hasta unas tres a cuatro semanas después del inicio de la enfermedad.

Los signos y síntomas característicos de la hepatitis E, según la OMS, son una fase inicial con fiebre leve, merma del apetito, náuseas y vómitos, que dura pocos días; algunas personas pueden tener también dolor abdominal, prurito (sin lesiones cutáneas), erupciones cutáneas o dolores articular, ictericia (coloración amarillenta de la piel y la esclerótica de los ojos) acompañada de orina oscura y heces claras, y un ligero aumento del tamaño del hígado, con dolor a la palpación. Estos síntomas duran normalmente entre una y seis semanas.

En raras ocasiones, la enfermedad aguda se convierte en una hepatitis fulminante (insuficiencia hepática aguda) que puede ser mortal. La hepatitis fulminante es más frecuente durante el embarazo. Las gestantes con hepatitis E, sobre todo en el segundo y tercer trimestres, presentan mayor riesgo de insuficiencia hepática aguda y de muerte propia y del feto. En el tercer trimestre se registran tasas de letalidad de hasta un 20 % – 25 %.

Se describieron casos de infección crónica por VHE de los genotipos 3 (el identificado en los moluscos y erizos de mar) y 4 en personas inmunodeprimidas, sobre todo en receptores de trasplantes y pacientes tratados con inmunosupresores. Con todo, son casos infrecuentes, según la OMS.

No existe ningún tratamiento específico que altere la evolución de la hepatitis E aguda. Como la enfermedad suele remitir espontáneamente, no acostumbra a ser necesario hospitalizar el paciente. De hecho, la OMS indica que es importante no administrar fármacos innecesarios, como paracetamol o antieméticos.

Se debe hospitalizar los pacientes con hepatitis fulminante y, en ciertos casos, las embarazadas sintomáticas.

El antivírico ribavirina puede ser de utilidad para tratar pacientes inmunodeprimidos con hepatitis E crónica y, en determinadas situaciones, también se ha utilizado con éxito el interferón.

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