Investigadores de la USC han descubierto que la contaminación ambiental ya afectaba a la vida de las personas hace 2.000 años, como permite determinar el análisis de esqueletos de la época romana y medieval en el noroeste de la península.
Según la directora de esta investigación, Olalla López Costas, la minería y la metalurgia masivas de esos siglos «se reflejan a la perfección en los huesos de las personas que vivieron en ese ambiente contaminado». «Los –esqueletos de los– habitantes de época romana tenían contenidos de plomo y mercurio dos veces superiores a los de la época medieval inmediatamente posterior, con independencia de la edad o el sexo de los individuos», apunta.
Esto implica que toda la población estuvo sujeta a esta contaminación y que ésta llegaba principalmente por vía aérea, sin relación estrecha, por tanto, con sus modos de vida o alimentación. Esta investigación ha permitido confirmar, además, lo que en su día apuntaron los registros de metales tóxicos, como el plomo, en las turberas de Xistral en Lugo: el periodo romano «presentó un clímax en la contaminación atmosférica debido a la intensa actividad minera y metalúrgica que tuvo lugar en el noroeste, como en As Médulas y en otras regiones de España».
El estudio, publicado en la revista Science of the Total Enviroment, indica que hay individuos romanos que presentan hasta un 85% de plomo en sus huesos proveniente de contaminación, mientras que en época medieval, cuando baja la actividad, también lo hacen las señales en los esqueletos. Para ello, se han empleado restos de un yacimiento alejado de grandes focos de minería, el de A Lanzada.