Las comunidades europeas de aves costeras muestran incrementos medios del número de especies de un 1,7% y del 2,7% en la cantidad de individuos, según un estudio que recoge más de 56.000 observaciones de estos animales a lo largo de casi 70 años en los mares Báltico, del Norte y Mediterráneo occidental.
La investigación, en la que participa el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) junto a numerosos investigadores españoles, apunta a que las mejoras observadas están ligadas a políticas ambientales más estrictas y a actuaciones que fomentan la recuperación de hábitats, la creación de espacios protegidos o la prohibición de la caza.
Sin embargo, advierte que todavía persisten amenazas contra estos animales como la transformación de los litorales, la sobrepesca, la contaminación, las especies invasoras o el cambio climático. Para llegar a estas conclusiones, los autores recopilaron datos desde 1957 hasta 2024 y aplicaron modelos estadísticos para evaluar cambios en la riqueza y diversidad de especies, así como en la abundancia de individuos.
Además, analizaron el efecto de las áreas protegidas y se compararon las tendencias en comunidades de aves en época de cría y en invierno, apoyando la investigación en bases de datos europeas y censos nacionales. Entre otras cosas, el estudio –que ha sido publicado en la revista Global Change Biology– ha señalado que la recuperación de las comunidades europeas de aves costeras no ha sido homogénea.
En concreto, ha especificado que la riqueza de especies sigue disminuyendo en el 5% de las zonas estudiadas y que el número de el número de individuos continúa en recesión en el 13%. Asimismo, ha señalado que la recuperación también ha sido irregular en el tiempo. Así, la mejora más pronunciada en el Báltico ocurrió entre 1990 y 2015. En el mar del Norte, con menos datos disponibles, las poblaciones parecen más estables.
Por el contrario, la mejora en el Mediterráneo occidental se produjo principalmente entre 1970 y 1990 y posteriormente esa tendencia se estancó. «Estas aves son indicadores de la salud de los ecosistemas y su recuperación en algunos lugares es resultado de décadas de esfuerzos de conservación, pero no podemos bajar la guardia», ha avisado Carlos Cano-Barbacil, investigador del MNCN que firma el trabajo.
Este trabajo forma parte del proyecto europeo MARCO-BOLO (MARine COastal BiOdiversity Long-term Observations) en el que también participan las universidades de Valencia y Murcia y el Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC).

