Las redes de solidaridad entre los vecinos juegan un papel crucial durante el confinamiento a la hora de salvaguardar la calidad de vida e, incluso, la propia vida de personas mayores que viven solas y se encuentran en situación de vulnerabilidad.
En palabras del secretario de la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría (SGXX), el psicólogo José María Failde, es «muy importante que haya una actitud proactiva» no solo de los familiares, sino de las personas del entorno de los ancianos, y es ahí donde caben los vecinos.
«Deberíamos hacer todo lo posible para intentar contactar con esas personas y hay muchas formas además, pues hoy las nuevas tecnologías lo permiten», sugiere Failde en una entrevista a Europa Press, al tiempo que hace un llamamiento a «aprovechar» el momento de confinamiento «para crecer en solidaridad».
Después de más de 40 días viviendo bajo el estado de alarma, la crisis sanitaria ha dejado claro que la población a la que golpea con más fuerza el coronavirus es a las personas mayores. Sin embargo, este mismo colectivo no solo es vulnerable por la afectación de la enfermedad, sino por el riesgo que corre la calidad de vida de aquellos que no están contagiados, pero están solos.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2019 Galicia contaba con 128.800 personas mayores de 65 años viviendo solas. No todas ellas padecen circunstancias adversas, pero en muchos casos el confinamiento ha agravado la situación de las «que no tiene con quien hablar, necesitan que alguien les vaya a la compra o las que precisan recursos para comer», apunta la concejala de Bienestar Social del ayuntamiento de Ferrol, Eva Martínez, en declaraciones a Europa Press.
Ahora que la vida se hace de puertas para adentro y las salidas son la excepción y no la norma, «existe una mayor búsqueda de ayuda» por parte de estos mayores que antes los servicios sociales «no tenían detectados», añade la edil de Ferrol. También señala que el confinamiento ha provocado que la administración pública sea su única opción y por eso «ahora les importa menos recurrir».
«SIN LOS VECINOS NO SOMOS NADIE»
En numerosas ocasiones son los propios vecinos los que avisan a las autoridades cuando conocen casos de personas que están sufriendo circunstancias adversas, como la falta de aseo, de comida o la propia ausencia de una persona con la que hablar. De hecho, el departamento de servicios sociales de Santiago subraya que «sin los vecinos» no son «nadie».
En este sentido, Eva Martínez destaca que muchas asociaciones vecinales tienen «contacto directo» con ciudadanos que pueden encontrarse en circunstancias susceptibles de recibir ayuda, pero que por ellos mismos no la piden. A través de estos colectivos los gobiernos locales logran llegar hasta ellos.
Así, las redes vecinales se posicionan como la llave que activa los mecanismos de la administración local para actuar en el entorno de los afectados. «Nos llaman» y «se preocupan» si pasan mucho tiempo sin escuchar a su vecino, explica el coordinador de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de A Coruña, Carlos Touriñán.
RECURSOS E INTERVENCIONES
A pesar de que los gobiernos locales han asegurado que hasta ahora las intervenciones extraordinarias «no han sido muchas numéricamente, con que haya una ya es más que suficiente», destaca el departamento de servicios sociales de Santiago.
Algunos ayuntamientos han realizado «actuaciones de urgencia», controlan el estado de las personas empadronadas mayores de 65 años que viven solas a través de un servicio de teleasistencia y las administraciones públicas han incrementado las horas de Servizo de Axuda no Fogar (SAF) para cubrir las necesidades de personas que, por ejemplo, acudían a un centro de día que ahora está cerrado.
Todo ello en aras de garantizar calidad de vida a los más mayores y poder evitar que una vez termine la orden de confinamiento aparezcan personas fallecidas que vivían solas en sus casas. A este respecto, el departamento de servicios sociales de Santiago considera que «este miedo es permanente durante todo el año, por eso el contorno vecinal es muy importante cuando hay gente de edad avanzada».
«YA ESTABAN CONFINADOS ANTES»
Como ya se ha visto, la pandemia no distingue de territorios y los mayores de las zonas rurales también están sufriendo el fuerte golpe que supone el aislamiento. Sin embargo, los habitantes «de estos sitios ya estaban confinados antes del confinamiento», apunta el portavoz de la plataforma Galicia Baleira, José Manuel Carballo.
«En el rural hay viviendas que están completamente aisladas, casas que no tienen otra vivienda a menos de un kilómetro» y que durante el confinamiento el único contacto de sus habitantes –normalmente mayores– es «con el panadero o con el coche que acerca alimentos para venderles».
Galicia Baleira relata la realidad de algunos mayores del rural que «muchas veces no tienen un plato de comida caliente, no tienen con quien hablar» y «necesitan un sistema de control» con el que «poder acercarles los servicios esenciales sin sacarlos de sus casas».
A pesar de que la vecindad supone un gran apoyo para los más mayores, «en el rural hay sitios donde no existe esta red vecinal. Hay aldeas en las que son 5 y todos muy mayores». A este problema se suma la escasez «de cobertura móvil y la falta de internet», que no llega a zonas del interior de Lugo y Ourense.
«UNA VISIÓN EQUIVOCADA DE LA VEJEZ»
Por su parte, el psicólogo José María Failde advierte que se ha establecido «una visión equivocada de la vejez». «Se tiende a pensar que los mayores son frágiles psicológicamente y eso no es cierto», señala, en la entrevista con Europa Press.
Y es que la edad «no es la variable más relevante» en los estudios de salud mental, tal y como asegura, sino que «la salud física, el bienestar y la calidad de vida» inciden en mayor grado. De hecho, menciona que a partir de los 65 años «disminuyen de forma importante» los trastornos mentales.
De igual modo, Failde avisa que «no es lo mismo» una persona mayor que vive «sola y desconectada» que otra que está con familiares o en una residencia: «La participación social es una variable muy relevante para la salud mental».
El secretario de la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría ve «muy importante que haya una actitud proactiva» en su entorno, pero reconoce que la atención de los dependientes se vuelve difícil en un contexto de pandemia en el que el contacto físico está más restringido. Y la interacción puede ser incluso «más compleja» para los que padecen algún deterioro cognitivo.
Además, si están en una residencia, «el ambiente se vuelve un poco más hostil» porque de repente la persona que les atiende aparece enfundada con material protector. «Estas cuestiones desorientan más aún a las personas mayores y hacen que los trastornos delirantes, la ansiedad y otros comportamientos disruptivos se hagan más prevalentes», avisa Failde.
Así, considera «importante» jugar con «la variable espacial, con cómo interaccionamos, crear un clima de mayor armonía, ponerse más en el plano empático» con los ancianos, «responder con la mayor calma» e «intentar mirarles a la cara».
Y ahora que los menores de 14 años ya pueden ir a la calle de manera controlada, José María Failde considera que «por supuesto» para los mayores «sería fundamental» poder salir y, aunque con mayor precaución, flexibilizar su confinamiento. Sería «saludable» en un doble sentido: «Para respirar el aire exterior y también oxigenarse psicológicamente».
«Habíamos ganado en los últimos años, sobre todo las personas mayores que viven en las ciudades, un hábito positivo que era caminar», explica, ya que concibe la actividad física como elemento «importante» para «mejorar la salud mental».