La situación de las personas que están detrás de las artes y la cultura está «totalmente ausente del tormentoso debate público de estos días». Así lo denuncian decenas de escritores, cineastas e intérpretes, en suma cerca de un centenar de premios nacionales, que han decidido alzar la voz para reclamar a las administraciones que «no abandonen a su suerte» al sector y tomen medidas para asegurar la supervivencia de la cultura.
Entre ellos se encuentran grandes nombres del panorama nacional, como Pedro Almodóvar, Almudena Grandes o Marisa Paredes, además importantes intelectuales y representantes del sector cultural gallego, como Justo Beramendi (Premio Nacional de Ensayo en 2008), Antón Castro (Premio Nacional de Periodismo Cultural en 2013), Suso De Toro (Premio de narrativa en 2003), Xosé Manoel Núñez Seixas (Premio Nacional de Ensayo 2019), Manuel Rivas (Premio Nacional de Narrativa en 1996) o Xesús Ron (Premio Nacional de Teatro 2014).
La reflexión es clara: «incluso en el terrible contexto de esta pandemia asesina, no podemos olvidar que la cultura, las artes y la imaginación humana no se reducen a un mero ejercicio ornamental de prescindible entretenimiento: son, y han sido siempre, herramientas esenciales para nuestra supervivencia».
Los autores recuerdan que si las artes llegan a la ciudadanía, «lo hacen únicamente gracias al trabajo de multitud de personas con nombres, apellidos y familias a su cargo», que es «el combustible» que permite a ciudadanos, sanitarios, fuerzas de seguridad y trabajadores «de todas aquellas industrias consideradas hoy esenciales» resistir anímicamente «los embates del miedo, el agotamiento y la incertidumbre».
«Sin embargo, la reflexión que está totalmente ausente del tormentoso debate público de estos días», lamentan, a pesar de que esta crisis sanitaria «está desarmando día a día las endebles estructuras» de un sector «frágil y desprotegido», y cuyos eslabones más débiles «miran al futuro con una inseguridad aterradora, preguntándose cómo van a subsistir».
Entre ellos, mencionan, pequeñas empresas sin asalariados, trabajadores intermitentes, sin salario fijo, sin contrato estable y «huérfanos de un marco legal» que contemple las especificidades de su actividad.
NO RELEGAR «A ANÉCDOTA»
Los firmantes de la petición niegan que su intención sea anteponer las necesidades de su sector «a las de ningún otro», sobre todo en un momento en el que «tantos se juegan valientemente la vida por la salud de los demás».
«Hoy, más que nunca, lo primero es indiscutiblemente lo primero. Sin embargo, lo que sí es pertinente demandar es que la cultura y sus trabajadores no sean relegados a la anécdota política, degradando a la categoría de ornamental una actividad que es socioeconómicamente estructural y humanamente imprescindible».
Por ello, piden al Gobierno central, comunidades autónomas y ayuntamientos que «asuman sus responsabilidades», actúen coordinadamente y no se queden esperando a un «día después que nadie puede fechar» para preocuparse «por quienes hacen posible que, justo ahora, en momentos de tanta fragilidad», no se caiga «en la desesperación, la depresión o la locura».
«Para muchas familias, para muchos proyectos culturales y para muchas pequeñas empresas y trabajadores freelance del sector, será demasiado tarde», añaden.
DE LA PALABRA AL HECHO
El texto recuerda a los responsables políticos en este ámbito su «misión fundamental» de «garantizar que el tejido cultural no se gangrene como consecuencia de esta crisis sanitaria», tomando para ello «medidas urgentes, inmediatas y dotadas de concreción presupuestaria».
«Las cerca de un millón de familias que en este país viven y comen directamente de las industrias culturales, más que sus aplausos, sus artículos de prensa, sus ‘tweets’ y sus recomendaciones, lo que necesitan es que ustedes se pongan manos a la obra».
A diferencia de otros gobiernos del entorno, que han tomado medidas «de mucho mayor calado», el Ministerio de Cultura todavía «ha comenzado a dar, tras semanas de preocupante inacción, las primeras señales» de que las industrias culturales «necesitan un tratamiento específico», mientras muchos ayuntamientos y comunidades autónomas «permanecen prácticamente inactivos».
«La cultura no es un lujo, pero tampoco es gratis. Como responsables de su gestión pública, ustedes no deben confundirse: trabajar para hacerla accesible y aplaudir la genuina generosidad de sus profesionales en el contexto actual no implica dar por supuesto que éstos viven del aire que desciende del Parnaso».
ESCUCHAR AL SECTOR
A diferencia de «las musas», que «no dan de comer», ironizan, las herramientas institucionales, legislativas, presupuestarias y tributarias «sí pueden evitar la debacle de un sector en plena zozobra», por lo que «España no puede quedarse impávida viendo cómo naufraga el futuro» de aquellos que permiten a los ciudadanos reencontrarse con su imaginación y «capacidad de soñar».
Por todo ello, instan a los responsables institucionales a escuchar «las recomendaciones» de los profesionales y a reunirse con sus homólogos europeos, para estudiar la aplicación de propuestas, y habilitar espacios de colaboración en los diferentes niveles.
Los artistas firmantes advierten de que las crisis «hacen emerger a los verdaderos líderes y retratan a quienes decidieron esconderse ante la adversidad». «No defrauden nuestra confianza e hipotequen el futuro de toda la ciudadanía. Porque una sociedad que no cuida su cultura, abandonando a su suerte a quienes la producen, es una sociedad abocada al oscuro abismo de la barbarie. Y la democracia no resistirá semejante cataclismo».