Esther es una enfermera de 23 años que forma parte del equipo de extracciones de Medicina Preventiva del Hospital Montecelo. Ella se encarga, junto con otros compañeros, de ir de cada en casa realizando los test de detección de la enfermedad COVID-19. Cuenta que es una situación extraña, que se siente como si estuviera viviendo «en una película post-apocalíptica»: «Si no está preparada para todo esto una persona con experiencia, pues imagínate yo, que prácticamente rematé la carrera hace un año».
Comienza, pues, su andadura profesional en una situación de excepcionalidad. Esta crisis sanitaria puso a funcionar un montón de servicios especiales de un día para otro y uno de ellos es la realización de los PCR en los propios domicilios de los pacientes. «Nosotros nos ocupamos de encontrar esas casas, ir hasta allí, realizar la prueba y, finalmente, llevar todas las muestras recogidas al laboratorio de microbiología del Hospital Provincial de Pontevedra», relata Esther. Disponen de varios vehículos con los que recorren entre ocho y veinte domicilios del área sanitaria de Pontevedra en una jornada laboral de siete horas.
El TRABAJO DE CASA EN CASA
Reconoce que es un trabajo que se desarrolla «a tientas», ya que los protocolos establecidos se van modificando en función de las diferentes informaciones. «Estamos en continuo cambio porque no es algo que esté aún bajo nuestro control». La rutina, después de varios días en marcha, ya la tienen bien asimilada. Una vez llegan al domilio llaman por teléfono a la persona que debe realizar la prueba y le piden que sólo abra el portal (si se trata de un piso) y deje la puerta de la casa cerrada. En ese tiempo, los profesionales se visten el equipo de protección individual y timbran. «Sin entrar mucho en la casa, realizo la prueba», relata Esther. «En caso de que estén aislados en una habitación, me dirijo a ella para que el sujeto no rompa su confinamiento».
La prueba consiste en recoger una muestra nasofaríngea. «Es sencilla e indolora, pero sí molesta», cuenta la enfermera. Se trata de dos hisopos – una especie de bastoncillos – con los que se recoge una muestra en el interior de la boca y otra en la cabidad nasal.
MEDIDAS DE PROTECCIÓN
Durante todo este proceso los profesionales sanitarios están en contacto directo con posibles personas infectadas por coronavirus. El miedo al contagio y a contagiar siempre está presente, y más cuando escasean las medidas de protección. «Creo que ni con cinco EPIs puestos me sentiría protegida». Esther «quiere pensar» que efectivamente no corre peligro de ser infectada, mas ya les han pedido reutilizar cierto material «para que haya para todos». Los números al alza de profesionales afectados por esta enfermedad rondan la cabeza de esta enfermera. «Ahora las cifras demuestran la evidencia».
«Cada uno lleva esto como puede», cuenta. «La tensión es permanente, porque hoy estoy trabajando en esta unidad, pero mañana pueden moverme para la UCI, y pasado a traumatología, y al día siguiente la oncología, o de un centro de salud para otro, y sin descanso«. En la enfermería hace falta gestionar y procesar muchos cambios en muy poco tiempo. La gran carga de trabajo va unida al agotamiento psicológico que sufren especialmente en estos días los profesionales sanitarios. «Muchas veces no me doy cuenta de dónde estuve metida y qué estuve haciendo hasta que llego a mi casa, me siento e intento asimilar…», reconoce Esther.