Los profesores de la USC Fernando Julio Ponte Hernando y Ofelia Rey Castelao destacan en un texto impacto que han tenido, a lo largo de la historia, las epidemias en la humanidad y la forma en la que han contribuido a fomentar avances científicos.
Tal y como recuerdan estos expertos, «las epidemias han amenazado a la humanidad desde tiempos inmemoriales», al tiempo que han «forzado la búsqueda inmediata de soluciones que, en la mayor parte de los casos, constituyen auténticos logros científicos».
«Las grandes crisis obligan a poner la maquinaria científica de todos los países desarrollados a toda marcha. Aparecen nuevas vacunas, se perfeccionan técnicas de diagnóstico y substancias terapéuticas, se desarrollan nuevos dispositivos, surgen nuevos conceptos de organización de la salud, o se obtienen patentes originales que son una fuente de riqueza y se adquieren nuevas convicciones sociopolíticas», apunta el profesor de Historia de la Ciencia en la USC Fernando Julio Ponte Hernando.
Sin embargo «es imposible decir que una epidemia fue motor de progreso sin aceptar que para eso fue preciso que muriesen miles o cientos de miles de personas», señala la historiadora Ofelia Rey Castelao, para quien no pueden denominarse, por ello, motor de progreso, aunque «sí que implicaron una mejor gestión para hacer frente a los contagios, sistema de avisos, organización de reservas alimentarias, preparación de espacios de acogida o avances médicos».
El punto de valor añadido lo establecen los historiadores en el caso de epidemia de viruela, que fue controlada gracias a la constatación por parte del médico inglés Edward Jenner, la finales del siglo XVIII, de que se producía inmunidad cruzada entre la viruela de las vacas, de ahí la palabra vacuna, y la humana.
«Las niñas que ordeñaban el ganado padecían una plantilla muy leve de viruela de vaca en sus manos, pero no contraían la variante humana, mucho más agresiva. Esto hizo que Jenner viese la importancia de inocular material de pústula de vaca en humanos», explica Ponte Hernando.
Desde la famosa Peste Negra de 1348, destacan los historiadores, muchas han sido las epidemias que han dejado su huella en la Historia. «No tan conocida, pero también europea, fue la peste que se extendió entre 1597 y 1603, y que se calcula que acabó con la cuarta parte de la población de la Europa occidental», apunta Rey Castelao. «En torno a 1710, dependiendo de las zonas, la peste vuelve a atacar y provoca una gran mortandad, aunque para Europa occidental fue ya uno de los últimos contagios pestíferos», subraya la profesora.
Las siguientes crisis fueron la de la viruela o, ya en el siglo XIX, la del cólera, sobre todo el ciclo de 1843 a 1854, con cientos de miles de muertos en la Europa occidental, a las que siguió la gripe española de 1918.