El 85% del transporte del país se mueve por carretera y los profesionales del sector son de capital importancia en un momento de estado de alarma para evitar el desabastecimiento por la crisis del coronavirus. Los camioneros en Galicia se enfrentan estos días a diferentes problemáticas como el cierre de restaurantes, colas en fronteras y falta de protocolos de higiene en los lugares de recogida y entrega, así como escasez de mascarillas y guantes.
Así lo trasladan en conversación con Europa Press, el coordinador general de la Federación Galega de Transportes (Fegatrans), Alberto Vila, y el presidente de la Federación Empresarial de Transporte de Mercancías por Carretera de Galicia (Fetram), Antonio Señarís, que analizan las principales dificultades que afrontan las 800 empresas del sector en Galicia, con una flota de alrededor de 20.000 camiones.
Los transportistas están trabajando «en la medida de lo posible» con mascarilla y guantes, pero Vila considera que hay que «facilitar más instrumentos para trabajar en las mínimas condiciones de higiene que se necesitan» en zonas de carga y descarga, pues «no está siendo la cosa fácil».
«Sí notamos mucha falta de material de precaución», opina Señarís. Además, «en muchas fábricas sigue habiendo el protocolo de entrega de mercancía, de los albaranes de documentación del viaje, en un sala de 20 metros cuadrados con 15 o 20 personas, en donde no hay ni el metro de separación».
A renglón seguido, Señarís habla de otro ejemplo que «no hay por dónde cogerlo», se trata de un almacén en Narón (A Coruña) de una cadena de supermercados con todos los transportistas «hacinados».
Vila sostiene que «preocupan» las condiciones higiénicas. Así, se solicitó al Gobierno que se puedan usar los aseos en áreas de servicio con las garantías «necesarias», dado que comienza a haber vetos en algunas fábricas.
PIDEN PUNTOS ESTRATÉGICOS CON RESTAURANTES
Otra complicación añadida es el cierre de restaurantes decretado por el Gobierno, lo que complica las posibilidades de los camioneros de alimentarse. «Está cerrado todo y a la gente que anda por la carretera hay que darle una solución», opina Vila (Fegatrans), quien detalla que se ha pedido al Gobierno que en las áreas de servicio «se pueda vender comida en formato de cáterin».
En esta línea, Señarís (Fetram) lamenta que hay «un porcentaje muy bajo de sitios» en los que poder parar. Apuesta por que «todas las fábricas que tengan comedor o un espacio para calentar la comida tendrían que prestarlo a los transportistas».
«El Ministerio de Transportes tendría que coger un compás y marcar cada 300 kilómetros desde la Puerta del Sol sitios donde poner centros habilitados solo para transportistas en todas las autovías y carreteras, con comedores, lugares seguros y vigilados», propone Señarís.
«Una fatiga de conducir con una mala alimentación es una bomba de relojería en la carretera», avisa Antonio Señarís. «Estamos totalmente olvidados», apostilla.
MÁS TRABAS
Otra traba que tienen que sortear los transportistas son las fronteras. Aunque no hay restricciones para su movimiento, tienen que padecer grandes colas en puntos de control como Tui (Pontevedra), así como entre Irún y Francia.
También reclaman los transportistas gallegos que los talleres de reparación sigan abiertos en este estado de alarma para poder proceder a arreglos en caso de ser necesarios.
Entre los aspectos positivos se valora la normativa para flexibilizar horas. Señarís indica que «es una necesidad no solo en tiempo de crisis sanitaria, sino que era una demanda importantísima» que facilita «la vuelta a casa y la posibilidad de marcharse de las zonas de riesgo».
LOS «CONTRASTES» EN EL SECTOR
Una de la cuestiones sobre las que reflexiona Alberto Vila es la situación de «contrastes» que vive el sector, dado que los camioneros que se dedican al envío de alimentos «están trabajando al máximo de sus posibilidades» con el suministro garantizado, mientras que los vinculados a la automoción «están parando» debido al cierre de la planta de PSA Vigo y las diferentes auxiliares, lo que afecta también a «mucho transportista portugués».
A este respecto, Antonio Señarís contrapone la situación «un poco caótica» que vive el sector de la alimentación con el estado «alarmante» para los relacionados con la automoción.