Sargadelos afirma que «no es cierto, ni está comprobado, que los dos casos detectados de silicosis se ocasionasen» en la fábrica que el grupo tiene en Cervo, en A Mariña de Lugo.
«Las dos trabajadoras afectadas provenían de trabajar en otra industria cerámica durante varios años. Ha sido en Sargadelos, precisamente, en donde se han resituado en puestos de trabajo idóneos a su situación, ya que ambas quieren seguir trabajando», destaca la firma.
A través de un anuncio publicado en prensa, Sargadelos defiende que tiene un contrato con la empresa Vitaly para el control y prevención de riesgos laborales y «hasta la fecha los índices examinados nunca excedieron los valores permisibles».
En un reciente control, según añade, efectuado por la Xunta de Galicia, «tampoco se detectaron niveles de toxicidad superiores a la norma».
EL PULSO
El dueño de Sargadelos, Segismundo García, mantiene un pulso a la Inspección de Trabajo desde el pasado mes de abril, a raíz de los requerimientos que esta le hace para mejorar la seguridad laboral en las instalaciones de Cervo.
Dicho pulso se ha traducido en dos cierres patronales en los que la plantilla de producción se vio obligada a permancer varios días a las puertas de la factoría, en abril el primero y el último en las últimas semanas.
La Xunta medió en ambas ocasiones, en primavera censuró los tres despidos con que se saldó aquella crisis y a final de año rechazó por «incongruente» el expediente de regulación de empleo temporal que presentó el propietario de la histórica firma.
Un propietario que aseguró que cesaba de sus funciones ejecutivas como CEO y que ahora anuncia que, debido a la buena marcha de la compañía, antes de Navidad «se repartirá una gratificación entre todos los miembros de la plantilla con más de tres años de antigüedad».
También reitera que «en el caso de verse de nuevo obligado a tener que cerrar sus puertas por presiones no seguirá batallando ni malgastando su tiempo en contiendas imposibles».

