El municipio ourensano de Vilamartín de Valdeorras afronta una segunda semana de incendios con más del 80% del territorio calcinado y más de una veintena de casas quemadas entre las aldeas de San Vicente de Leira y Cernego, según ha señalado su alcalde Enrique Barreiro (PSdeG).
Pero el fuego ha unido a los vecinos que han regresado a lo que queda de sus viviendas para disfrutar, al menos, de una comida juntos antes de que muchos de sus habitantes estacionales abandonen el pueblo. «No somos familia, pero como si lo fuésemos» ha destacado Jaime Fernández, un vecino de San Vicente en compañía de otros vecinos de la zona.
El reunirse en el centro del pueblo se ha convertido ya en rutina, sobre todo desde que la noche de este sábado las llamas terminaron calcinando, según ha adelantado el alcalde, más del 70% de las viviendas de la zona. «Estos días, sobre todo, nos reunimos aquí, porque muchos vecinos se han quedado sin casa, así que comemos juntos y charlamos» ha explicado Rubén Álvarez, otro vecino de San Vicente.
Una rutina que comparten también los vecinos de Cernego, en concreto han sido dieciocho los que se han reunido este martes para disfrutar de la última comida antes de que muchos de ellos abandonen el pueblo hasta las próximas vacaciones.
Arroz con pollo y conejo, fideua con costilla o macarrones con tomate han sido los platos que ha preparado Mari Ángeles Laso, otra de las vecinas de Cernego, para el resto de habitantes del pueblo, mientras otros se ocupaban de recoger platos y cubiertos.
«Estamos haciendo comidas para todos, lo estoy preparando aquí todo porque no queríamos que los que se han quedado sin casa se fueran, queremos estar todos juntos», ha añadido Mari Ángeles. Una tradición que ni las llamas han logrado destruir. «Siempre es así, nosotros volvemos a casa solo para dormir, y en estas circunstancias aún más», señala.
Sin luz, sin agua y sin señal, los habitantes de Cernego permanecen juntos en la casa del pueblo para aprovechar las horas del día y, a la noche, se dividen y organizan para dar cobijo a aquellos que se han quedado sin hogar. «Compartimos un generador y nos reunimos en la casa del pueblo para comer, hablar y estar, porque aquí tenemos luz», ha explicado Cristina Rodríguez, otra de las vecinas.
VOLUNTARIOS ABASTECEN DE COMIDA
Y, además de las comidas que organizan los propios vecinos de los pueblos afectados, voluntarios de empresas privadas y de locales de la comarca colaboran para abastecer de comida a agentes y técnicos forestales, así como a vecinos.
«Llevamos desde el lunes de la semana pasada, repartidos por un montón de sitios, desde las ocho de la mañana para ofrecer desayunos, comidas y cenas», ha explicado el chef Olivier de la organización World Center Kitchen, consultado por Europa Press.
Una organización que proporciona comida «ante crisis humanitarias, climáticas o comunitarias en todo el mundo», añade Olivier, que estas semanas se ha instalado en la Nacional 120 entre las provincias de Ourense y Lugo para dar servicio a los equipos de extinción y vecinos de la comarca de Valdeorras.
«Servimos empanadas, paella, bocadillos, en general lo preparamos por packs o bien pueden servirse ellos, y tomar un café, agua, cerveza y algún dulce», ha destacado.