Decenas de empleados de Vitrasa, la concesionaria municipal del transporte público de Vigo, han vuelto a manifestarse este jueves por las calles de la ciudad, acusando al alcalde, Abel Caballero, de «ignorar a los viajeros».
Con gritos de ‘Vitrasa solución, alcalde dimisión’, ‘Menos luces y más autobuses’, ‘Menos represión y más negociación’ o ‘Vitrasa y Caballero ignoran al viajero’, trabajadores de la empresa han partido poco después de las 19,00 horas desde la Plaza de España, recorriendo diferentes rúas de la urbe hasta desembocar en la Alameda.
La manifestación iba encabezada por una pancarta que rezaba ‘Vitrasa solución’, firmada por los sindicatos CIG, UGT, USO y Comisiones Obreras (CC.OO.), convocantes de la protesta.
Durante la misma, los empleados han vuelto a criticar tanto la posición del Ayuntamiento de Vigo como de Vitrasa, ya que ninguna de las partes ha reaccionado al anuncio de una huelga indefinida a partir del próximo 25 de noviembre.
Así, la mayoría de las críticas iban dirigidas directamente contra el regidor olívico por no tomar cartas sobre el asunto, tras años de conflicto. Caballero siempre ha defendido que no es función del Ayuntamiento intervenir en una disputa laboral entre una empresa y sus empleados, pese a que Vitrasa es una concesionaria municipal.
Esta manifestación se ha llevado a cabo en el segundo día de huelga consecutivo en Vitrasa, que vendrán seguidos de varias jornadas de paros parciales hasta el próximo 25, cuando comenzará la huelga indefinida si no hay cambios en la postura de la compañía para retomar la negociación del nuevo convenio.
Los empleados piden mejores condiciones laborales, empezando por una actualización de sus salarios, que están congelados desde finales de 2020, cuando caducó el anterior convenio, pese a la inflación de los últimos años.
También solicitan que se reanude la negociación para luchar por otras mejoras, como la instalación de baños en las cabeceras de las líneas para que los conductores tengan un lugar donde hacer sus necesidades en sus tiempos de descanso, o un aumento precisamente de estos tiempos, que en muchas ocasiones son «ilegales» porque no alcanzan ni los 15 minutos mínimos establecidos, «ya que los tiempos de las rutas no están bien medidos».