El coordinador del Seminario de Sociolingüística de la Real Academia Galega, el académico Henrique Monteagudo, ve necesario «un amplio pacto por la lengua» que «recosa los imprescindibles apoyos políticos y sociales», pero no para «aplicar remedios pasajeros, sino medidas eficientes» cuando se cumplen 40 años de la Lei de Normalización Lingüística.
Con motivo de esta efeméride, el académico ha analizado en la tribuna de academia.gal cómo han sido estas cuatro décadas de aplicación de la norma y los desafíos presentes y futuros para cumplir con su espíritu.
En cuanto a la valoración de las medidas adoptadas durante estos 40 años, Monteagudo señala que han estado centradas en la educación y el prestigio cultural del gallego, «mientras se asume la hegemonía del castellano en la economía, en los medios de comunicación, en las nuevas tecnologías y en la cultura de masas», y apunta que se revelaron «ineficaces».
«Tanto la instrumentalización del idioma en la propaganda partidista coma las estrategias de confrontación se demostraron dañinas», afirma.
Sí reconoce que el gallego ha ganado nuevos ámbitos de uso, «la mayoría de la gente sabe leerlo y escribirlo, y la producción cultural florece». Con todo, lamenta que el gallego «siga perdiendo hablantes, tenga una presencia poco más que testimonial en los principales medios de comunicación, y los viejos prejuicios rebrotan, mientras surgen otros nuevos».
Además de esto, sostiene que cuando se aprobó la LNL «nadie auguraba el tsunami de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación» ni tampoco podía «sospechar hasta que punto la Web, los ordenadores y los teléfonos móviles transformarían nuestra experiencia cotidiana».
Por todo esto, Monteaguado reivindica que se necesitan «políticas intensivas, de proximidad, a la altura de los desafíos del momento, adaptadas a los distintos contextos, con prioridades claras y objetivos bien definidos», que interpelen «a las mayorías sociales, que movilicen los compromisos y optimicen los recursos». «Es necesario un nuevo impulso para afrontar los retos de futuro de nuestro idioma», concluye.