El teléfono corporativo de Renfe y los protocolos para regular su uso y la curva de A Grandeira y su «singularidad» y «peligro» han centrado esta quinta jornada del juicio, en la que partes que representan a víctimas han apelado al escenario de la tragedia con el objetivo de pedir un aumento de las cuantías que sus clientes recibirán como indemnización por los daños sufridos.
En concreto, en representación de víctimas, abogados como el de la asociación Apafas han preguntado a los testigos citados para este miércoles por la situación en el momento del accidente.
«Esperpéntico» es como la ha definido el interventor que llamó al maquinista segundos antes del descarrilamiento y «como un campo de batalla» ha sido como se ha referido a ella el empleado de seguridad que viajaba junto a él.
Este tipo de preguntas ha llevado a la jueza, Elena Fernández Currás, a advertir a los letrados de que a «todos» les «consta» la magnitud de lo sucedido: «Es fácil representarse con los datos de lesionados y fallecidos cuál podría ser la situación», ha subrayado.
«La única intención es por el tema de la cuantificación económica que estamos reclamando, no solo con informes médicos», ha respondido el abogado de Apafas.
En todo caso, la titular del juzgado de lo penal número 2 de Santiago le ha dicho que «no le puede preguntar a un testigo cómo estaba el pasajero» y ha añadido que «en estado de shock» estaban hasta los que estaban «en casa». «Vivo a escasos kilómetros del lugar del accidente y fui consciente de él», ha dicho Fernández Currás.
Por parte de la aseguradora de Renfe, su letrado ha pedido que «quede claro que este sufrimiento y este dolor está más que acreditado» y que no lo cuestionan «en absoluto».
CASI CUATRO HORAS DEL OTRO MAQUINISTA
El día ha estado marcado también por la duración de la declaración del último de los cuatro testigos citados, la del maquinista que llevó el tren desde Medina del Campo a Ourense.
Durante casi cuatro horas, Javier Illanes, que también ejerce como acusación y cuya tesis es coincidente con la de la defensa del maquinista Francisco Garzón, ha protagonizado una tensa discusión con el fiscal, pero también con la abogada del estado.
EL TELÉFONO Y LA CURVA
La jornada ha comenzado con la comparecencia del interventor que realizó la llamada que, según Garzón, le hizo perder la «conciencia situacional» aquel día, de modo que empezó tarde a frenar, lo que hizo que el tren descarrilara.
Antonio Martín Marugán ha asegurado que hizo la llamada en ese momento sin saber con exactitud en qué punto estaba, pero consciente de que se acercaban a la estación de Santiago. Sobre si era oportuno, toda vez que se acercaba la curva de A Grandeira (donde había que reducir de 200 a 80 kilómetros por hora), ha dicho desconocerla.
Una curva que, sin embargo, sí conocía el empleado de seguridad de Prosegur que viajaba junto a Martín Marugán, para quien la comunicación «podía haber esperado» a la estación de Santiago o a A Coruña. De hecho, este trabajador ha destacado que sabía por «corrillos» de maquinistas que estos hablaban sobre el riesgo de esta transición.
La postura de la Abogacía del Estado mostrando una guía de buenas prácticas sobre el uso del teléfono corporativo y los riesgos que entraña ha contrastado con la del maquinista que condujo hasta Ourense y con la del propio interventor, que señalaron que es su «obligación» responder las llamadas –el primero– y que esta herramienta de trabajo está para comunicaciones como la de aquel día –el segundo–.