La asociación profesional de trabajadores penitenciarios Tu Abandono Me puede Matar (Tampm) ha denunciado que un preso de la cárcel de A Lama, en Pontevedra, «intentó matar» a un funcionario el pasado 11 de agosto y tuvo que ser reducido tras «destrozar» su celda y fabricar un pincho con la pata de una silla.
Según relata la asociación en un comunicado, que suscribe el delegado Julio Díaz Mafé, el interno se encuentra ubicado en el módulo de aislamiento, donde las celdas son individuales; y los días anteriores ya había amenazado con frases como «quiero ver sangre y muerte….. apuñalaré a un funcionario o preso, me da igual».
Los funcionarios hicieron el informe pertinente para avisar de esta conducta a la dirección del centro, que dispuso una serie de medidas para minimizar riesgos de agresión, pero, según indica el sindicado, a las 12,15 horas del pasado jueves, durante el reparto de las compras que encargan los internos al economato, este interno empezó a discutir y amenazar a los funcionarios.
Aunque se aplicaron los protocolos, la asociación apunta que el preso «destrozó» su celda y lanzó por la ventana el televisor que tenía, para después tapar la ventana con una sabana y la puerta con el colchón de su cama con el fin de «evitar que los funcionarios pudiesen ver cómo se preparaba para repeler la entrada de los funcionarios».
Según continúa el relato, los funcinarios tuvieron que ponerse unos trajes especiales que, denuncian, no siempre se ajustan a los distintos tipos de cuerpo porque «son los mismos para todo el colectivo» con independencia de su complexión física.
Ya equipados, los funcionarios abrieron las puertas y hallaron el colchón en posición vertical tapando la entrada. Decidieron extraerlo y no empujarlo hacia adentro como esperaba el interno, quien estaba detrás del colchón haciendo fuerza, por lo que «perdió el equilibro y cayó encima» del mismo, facilitando que pudiese ser inmovilizado.
Una vez controlada la situación, los funcionarios se percataron que había fabricado un pincho carcelario arrancando y afilando una de las patas de la silla que tenía en su celda. Sostiene la asociación que pretendía clavar ese pincho «al primer funcionario que entrase en la celda».
AL DÍA SIGUIENTE, UNA SOGA CON UNA SÁBANA
Al día siguiente, en el marco de las medidas de control del preso –estar solo en el patio, en su galería y «escaso» contacto con los vigilantes–, pidió hablar con uno de ellos, quien se dio cuenta, relata la asociación, de que estaba «haciendo una soga con una sábana». El interno fue trasladado a una celda acristalada de otro módulo.
La asociación de trabajadores penitenciarios sostiene que el interno debería ser trasladado a otra prisión, con el fin de evitar que conozca las rutinas de los funcionarios. También avisan de que tiene «fijación» con alguno de los vigilantes, a los que hace «responsables de su situación».