Nervios, preocupación, pero también paciencia y esperanza es lo que expresan algunos de los cientos de vecinos que en las últimas horas han tenido que abandonar sus viviendas por su proximidad a los incendios en la zona de O Courel, que afectan principalmente a parroquias de los municipios lucenses de Folgoso, Quiroga y A Pobra do Brollón, a pocos kilómetros de la Ribeira Sacra.
Las autoridades han activado la ‘situación 2’ como medida preventiva en al menos tres localidades del sureste lucense, lo que ha obligado a que los habitantes de la zona abandonasen sus viviendas «por seguridad», según les comentaron los servicios de emergencias.
En A Pobra do Brollón, unas 20 personas de las parroquias de Salceda y Saa se alojaron en la noche del domingo al lunes en el pabellón municipal, pero otras recurrieron a casas de familiares y amigos para pasar las horas de angustia, con la esperanza de que todo termine pronto porque se les hace «muy duro» tener que salir de sus casas, tal y como manifiestan.
«Es una situación, evidentemente, complicada», explica Xosé Gago, técnico de Cultura y Turismo del Ayuntamiento de A Pobra responsable de las instalaciones. «Es una situación de tensión, pero hay que ver cómo la gente está llegando con una actitud muy tranquila, con ganas de pasar el mal trago lo mejor posible», recalca.
El pabellón municipal, habilitado como alojamiento provisional desde este domingo, tiene capacidad para acoger a un total de 105 personas, aunque la noche la pasaron allí una veintena. Además de unas literas que ya se encontraban allí guardadas, la Cruz Roja desplegó decenas de camas porque, si bien la situación actual «es estable», se trabaja intentando ver «un poco más allá».
Asimismo, Gago destaca la «colaboración» de otros habitantes de la zona que llaman y se acercan a dejar comida y bebida e, incluso, a charlar para acompañar a sus familiares y amigos a pasar las horas de angustia.
DESALOJOS «POR PRECAUCIÓN»
Marisa es una vecina de la parroquia de Salcedo a la que «por precaución» la hicieron dejar su vivienda, lo que le pareció «incómodo» pero también «duro, muy duro». «Fue, sobre todo, pensando en el humo», explica ante los micrófonos de la prensa, ya que el fuego no estaba tan próximo a las viviendas pero «en cualquier momento puede dar la vuelta» el viento.
Antes de acudir a casa de una amiga a pasar la noche, Marisa fue desalojada por una patrulla de la Policía Autonómica que, por suerte, les «tranquilizó mucho». «Es importante que transmitan calma y no que te saquen de la cama a las 4,00 de la mañana», expresa, en la puerta del pabellón donde durmieron varios vecinos suyos a los que fue a visitar este mediodía.
Sobre las previsiones de volver a su casa, reconoce que las fuerzas de seguridad no les pueden decir gran cosa: «Yo entiendo que es muy difífil decir eso, porque depende de si da la vuelta el aire, de si sube la temperatura… Hay muchos focos, entonces tampoco los responsables saben qué decir y en qué momento».
Antonio Ribadeneira, un anciano original de Salcedo al que conocen como Tucho, está en A Pobra de Brollón de vacaciones, pero tuvo que pernoctar en el Hostal Las Viñas junto a otra docena de personas.
Tucho asegura que no llegó a ver el fuego y que se enteró de que estaban desalojando a los vecinos por una llamada de su mujer, que estaba en Barcelona. Poco más tarde, la Policía llegó a su vivienda y le mandó marcharse. Ahora, desde el entorno del pabellón y del hostal donde se encuentra, dice que «los aviones no paran» de pasar hacia la zona donde se encuentran las llamas.
ABRE UN HOSTAL YA CERRADO
El Hostal das Viñas, que en las últimas horas se convirtió en la casa de acogida de Tucho, permanecía cerrado desde hacía cuatro años, pero sus dos propietarios –un matrimonio ya retirado– no dudaron en reabrirlo para poder alojar a quien lo necesitase.
«Nosotros lo teníamos cerrado porque somos mayores y estamos jubilados. La única manera de ayudar era dejando las habitaciones a disposición de lo que hiciese falta», explica la propietaria, quien también aloja a varias personas en una casa que tienen en el centro de A Pobra.
En el Hostal A Viña, según traslada a Europa Press, pasaron la noche unas 14 personas de Salcedo y Lourente. «Estaban bastante nerviosos, porque no sabes qué te vas a encontrar al día siguiente cuando vuelvas», lamenta.
REALOJADOS EN QUIROGA
También decenas de vecinos fueron desalojados en Quiroga, en las parroquias de Outeiro, Nocedo y Vila de Lor. De esta última –concretamente de la localidad de Xestoso– es Samuel Vilariño, un joven que, junto a otros 15 vecinos, tuvo que dormir en el albergue del centro urbano del municipio, que también está siendo ocupado por un campamento de verano juvenil.
«Estaba en mi cama, en mi habitación, sobre las 23,00 o 23,30 horas. Llegó mi madre llorando a casa y nos dijo que teníamos que marcharnos», relata Samuel, quien explica que fue más bien una medida preventiva por el humo, porque «lo bueno de Xestoso es que está muy bien destrozado».
Este joven ve a los vecinos «nerviosísimos» y con la esperanza que «no llegue a más la cosa». Eso sí, intentan animarse «como se puede» y allí, en el albergue, les tratan «muy bien» no solo aportando comida y bebida, sino también las instalaciones para que se puedan asear.
Samuel confía en que los vecinos mejoren, aunque «va muy mal la cosa» porque «a veces no hay suficientes helicópteros ni avionetas». «De hecho, aquí, a Quiroga, vino una brigada de Ponteareas (Pontevedra), así que ya nos podemos imaginar la magnitud de esto», subraya.
CIELOS GRISIS POR EL HUMO
Las comarcas de Lugo y Ourense arrasadas durante el fin de semana por incendios que devoraron miles de hectáreas se presentan este lunes con un cielo gris, medio apagado por el humo y azotado por un viento que, según las autoridades, no va a favorecer las labores de extinción.
Coches de la Guardia Civil y de la Policía Autonómica, así como camiones y furgonetas de agentes forestales, bomberos y del 061 no paran de recorrer las calles de la zona de O Courel para acudir a apagar los múltiples focos registrados en zonas cercanas a la Ribeira Sacra.