La 12ª Conferencia Micropol & Ecohazard reúne esta semana en Santiago a 300 especialistas en el tratamiento de aguas, procedentes de 41 países de los cinco continentes. Los expertos abordan la alta presencia de bacterias resistentes a antibióticos en las aguas residuales, que hace que las depuradoras actuales no consigan eliminarlas y vuelvan al organismo de las personas a través de los alimentos.
En un comunicado, la organización ha destacado que este encuentro está promovido por el Centro Interdisciplinar de Investigación en Tecnologías Ambientales (CRETUS) de la USC. En el marco de la reunión internacional, se aborda esta aparición de microorganismos resistentes a antibióticos, como consecuencia del vertido continuo de estos fármacos a escala global.
Al respecto, un de las principales expertas en este tema es la bioquímica Célia Manaia, investigadora de la Universidad Católica Portuguesa de Oporto, que también participa en este congreso. Esta experta trabaja en el estudio de bacterias resistentes a antibióticos y su presencia en el medio ambiente, en especial en las aguas residuales.
Manaia remarca que «el problema de las bacterias resistentes a los antibióticos está considerado por la Organización Mundial de la Salud como una de las principales amenazas para la salud pública, sobre todo en el ámbito hospitalario, puesto que enfermedades como el cáncer se ven agravadas por infecciones derivadas de la resistencia a estos fármacos».
La experta indica que «las bacterias resistentes a los antibióticos están dispersas en el ambiente, en especial en las aguas residuales, pero las plantas depuradoras no consiguen eliminarlas por completo, de manera que se transportan y llegan a contaminar tanto la vida salvaje como productos alimentarios como es el caso de los vegetales que después se consumen». «Entonces nuestro organismo no responde favorablemente a un antibiótico si tenemos un sistema inmunitario débil, como ocurre con las personas que padecen ciertas enfermedades», señala.
La experta considera necesario «buscar mejores soluciones y llevar a cabo diferentes abordajes, lo que implica un coste elevado del tratamiento de las aguas residuales». Además, afirma que los países del norte de Europa disponen de tratamientos más eficaces que los del sur, debido en particular al hecho de que en el sur del continente se consume una cantidad mucho más elevada de antibióticos, lo que conlleva a la proliferación de bacterias resistentes a los mismos.
«Es un problema complicado porque se requiere de una mayor implicación por parte de las administraciones públicas, que no consideran que se produzca trasmisión de las bacterias presentes enel agua hacia los humanos», asegura.
Así, señala que lo «más importante es mejorar el tratamiento de las aguas residuales y que los hospitales dispongan de un sistema propio para depurar sus efluentes». Y es que, conforme apunta, las aguashospitalarias representan entre el 1 y el 3% de las aguas que llegan a una depuradora pero, sin embargo, aglutinan compuestos peligrosos, que no deben entrar en el ambiente. «Sería una solución muy efectiva para abordar el problema de los bacterias resistentes a antibióticos», explica.
LA IMPORTANCIA DE LIMITAR EL CONSUMO DE ANTIBIÓTICOS
El equipo de Célia Manaia ha hecho una propuesta técnica a la Comisión Europea, que está revisando la Directiva que recoge la presencia de microorganismos y bacterias resistentes a antibióticos, con el propósito de que la legislación sea más exigente con el consumo de ciertas sustancias.
En relación al consumo de antibióticos, la experta apunta que se ha mejorado mucho su uso en los últimos diez años. En esta línea, la Comisión Europea cuenta con un sistema de monitorización para reducir su ingesta, limitándola a cuando sea estrictamente necesario.