La Audiencia Nacional ha puesto en «duda» la versión ofrecida por Juan Padín, el patrón del pesquero gallego ‘Villa de Pitanxo’ que se hundió el pasado 15 de febrero a 450 kilómetros al este de Terranova (Canadá), indicando que la velocidad del buque a las horas de la tragedia «suscita dudas» sobre la declaración del capitán.
En un auto de este lunes, al que ha tenido acceso Europa Press, y en el que remite la investigación a los juzgados de Marín (Pontevedra), la Audiencia Nacional ha indicado que el análisis de la velocidad del buque «suscita dudas» sobre la versión del capitán acerca de la parada de los motores por avería como causa determinante de la escora y posterior hundimiento del buque.
Todo ello después de que Padín, uno de los tres supervivientes, asegurase que sobre las 04,00 horas de la madrugada se habría parado el motor del barco, lo que dadas las condiciones meteorológicas existentes en ese momento determinó la sucesiva entrada de agua por la aleta de babor, ocasionando una cada vez mayor escora.
Vista la situación, según el declarante, dio a la tripulación la señal de abandono del buque previa colocación del traje de supervivencia y chaleco salvavidas. «Ya con todo colocado nos disponemos al arriado de la balsa de babor», añade el capitán, que deja encargado al primer oficial, por cuanto él se dirige a arriar la balsa de estribor, lo que consigue y embarca la tripulación.
Eduardo Rial, sobrino del patrón y otro de los supervivientes, ofreció una declaración similar a la de su tío. Según recoge el documento de la Audiencia Nacional, este marinero señaló que el buque estaba virando poco a poco y se paró el motor. A continuación, empezó a entrar agua por el costado de babor y a escorarse por tal lado.
Fue ahí cuando el capitán habría dado la señal de abandonar el barco, por lo que recogió el traje de supervivencia y el chaleco del camarote, encontrándose ya el buque prácticamente hundido, siendo recogido del mar.
VERSIÓN DE SAMUEL KWESI
A su vez, Samuel Kwesi, el tercer superviviente a la tragedia, explicó en un primer momento que al pararse el motor el barco quedó a la merced de las olas, lo que, unido al peso del aparejo, hizo que entrara mucha agua y se escorara hacia babor. Entonces oyó al capitán ordenar que subieran al puente, lo que hizo sin el traje de supervivencia al no darle tiempo.
Sin embargo, en una posterior declaración, dio una versión «absolutamente distinta» de los hechos. Él señaló que el motor no se paró, sino que las maquinillas que recogen el aparejo dejaron de funcionar bien, tensando pero no recogiendo y provocando la escora.
Por ello, le gritaron al capitán que soltara los aparejos, pero este se negó. Después, con el buque muy ladeado, se paró el motor y se incrementó la escora de babor. Samuel subrayó que en ningún momento el capitán dio orden de ponerse los trajes de supervivencia aunque él y su sobrino sí los llevaban, lo que le sorprendió.
Preguntado por el cambio de versión, manifestó que la primera declaración fue obtenida «bajo presión» inducida tanto por el capitán como por el armador (al que no identifica).
«Analizadas las actuaciones, comprobamos cómo existen indicios de que la versión primeramente ofrecida puede no ajustarse a la realidad, tratando con ello de eludir las posibles responsabilidades», asegura en el auto la Audiencia Nacional.
El documento explica que el capitán declaró que los componentes de la tripulación se pusieron los equipos de salvamento, mientras que Samuel dice que no. «Este hecho queda corroborado con la realidad de que ni el citado marinero ni ninguno de los cadáveres recuperados tenía el equipamiento de seguridad puesto», destaca la Audiencia Nacional.
Por todo ello, de un análisis somero de los hechos, y «sin perjuicio de lo que resulte» tras la instrucción que corresponde al Juzgado de Marín, el juez induce que «se concitan elementos indiciarios» que permitirían imputar «al menos 21 delitos de homicidio por imprudencia grave y contra los derechos de los trabajadores».