El 44% de los asesinatos de violencia vicaria se producen durante el régimen de visitas al padre biológico, según recoge un estudio sobre este tema realizado por la Asociación de Mujeres Psicología Feminista, bajo el título ‘Violencia vicaria: un golpe irreversible contra las madres’.
Tal y como ha explicado la entidad, se tarta del primer trabajo que se ha realizado en el país en esta materia y se ha hecho con los datos recogidos en 400 sentencias judiciales –recopiladas del centro de documentación del CGPJ– y que se refieren a 51 casos de asesinatos de menores por violencia vicaria.
El objetivo de esta iniciativa, según ha indicado la asociación, es conocer empíricamente la realidad social de los asesinatos cometidos en el marco de la violencia contra la mujer, como violencia vicaria en España, desde el año 2000 hasta diciembre de 2021.
Así, con estos datos, las principales conclusiones que arroja en trabajo es que, en la mayoría de los casos el agresor es un hombre de mediana edad, entre 30 y 50 años, principalmente de nacionalidad española. Además, en un 82% era el padre biológico de la víctima y, en el momento de cometer el delito, está separado de la pareja (el 66% ya lo está o esta en proceso) y no ha transcurrido mucho tiempo desde la separación.
El trabajo, recogido por Europa Press, destaca, además, que no se observa en el asesino la existencia de discapacidad intelectual, ni física y los casos con diagnóstico previo de algún trastorno o enfermedad mental son «residuales».
ANTECEDENTES POR VIOLENCIA DE GÉNERO
Del mismo modo, se señala que la mayoría de asesinos de la muestra (58%) no tiene antecedentes penales y, entre los que se conoce que sí tienen (26%), un 60% son por delitos relacionados con la violencia de género.
También es un 60% el porcentaje de los asesinos de la muestra que antes de cometer el delito habían verbalizado su intención de hacer daño a la madre o a los hijos, amenazando con frases como: ‘te quitaré a los niños’ o ‘ya verás lo que le pasa a las niñas’, ‘te quitaré lo que más quieres’.
El estudio también destaca que, en los casos en los que el asesino se mata o intenta matarse después de cometer el crimen, suponen el 48% de la muestra; mientras que en el 12% casos el autor niega los hechos cometidos y «aún frente a la evidencia culpa a otras personas» o «dice no recordar nada de lo que realizó».
En cuanto al momento en el que se produce el suceso, el trabajo advierte de que se produce en su mayoría cuando los padres están al cuidado exclusivo de la víctima (48%), ya sea por estar en el ejercicio del régimen de visitas (44%) o de custodia compartida (4%). Además, en el 18% de los casos, el crimen se comete durante la convivencia de ambos progenitores.
DAR VOZ A LOS NIÑOS
Así, el lugar del asesinato principalmente es en casa del asesino (42%), sin presencia de otras personas (68%) y, también es mayoritario que los agresores utilicen un arma punzante (cuchillo) para realizar los crímenes.
En el caso de los crímenes estudiados en este documento no había ninguno en el que se registre una orden de protección hacia los niños y las víctimas suelen ser menores de entre 0 y 5 años (64%).
Además, las expertas destacan que en un 14% de la muestra los menores asesinados manifestaron síntomas de estar siendo maltratados, como cambios de conducta y quejas sobre la actitud del asesino. Sin embargo, en un 96% de la muestra no hubo una evaluación por parte de algún profesional sobre su estado o, al menos, según han indicado las autoras, no se deja constancia en las causas judiciales.
La autora principal del documento, Sonia Vaccaro, es también quien acuñó el término violencia vicaria hace ya una década. Ella y su equipo denuncian que los niños «son invisibles en estas causas» y no se les «considera» ni «tienen voz». Este es el motivo por el que, a su juicio, «falla la protección que el Estado en general y las instituciones en especial, deberían poder otorgarles».