Carlos Silla Otero (Vilagarcía de Arousa, 1986), el presunto cabecilla de la organización que pretendía alijar 5,2 toneladas de cocaína a bordo de un velero, forma parte de la «tercera generación» denarcotraficantes arousanos, herederos en muchos casos de parte de la logística y de los métodos de los clanes supuestamente desmantelados.
La leyenda negra del narcotráfico arousano comenzó a forjarse a mediados de los años 80 con nombres como Manuel Charlín, Laureano Oubiña, Marcial Dorado, Luis Falcón o Sito Miñanco.
A medida que los narcos históricos fueron entrando en la cárcel asomó, ya a finales del siglo pasado, una segunda generación que les tomó el relevo, en la que figuraban nombres como David Lago, Melchor y Josefa Charlín, Marcos Vigo, Rafael Bugallo ‘O Mulo’, Los Pasteleros o Los Panarros.
La segunda se trataba de una generación mucho más discreta que la anterior en cuanto a la ostentación de los beneficios que sus actividades ilícitas les generaban. Aún así, también fueron cayendo en diversas operaciones y hoy prácticamente todos ellos cumplen condena por tráfico de drogas.
Sin embargo, el tráfico no cesa. Al contrario, algunas fuentes sitúan el momento actual como uno de los más activos en cuanto al movimiento de cocaína entre uno y otro lado del Atlántico, situación en buena medida provocada por una sobreproducción de coca en los países de origen.
En un contexto, así no es de extrañar que aparezcan nuevas figuras encargadas de liderar organizaciones delictivas que suplan el vacío que provocó el apresamiento de sus predecesores. En este sentido, emerge una tercera generación como la de Silla.
LAS «NUEVAS ESTRELLAS» DEL NARCO
Entre esas «nuevas estrellas» del narcotráfico arousano se encuentra Silla. Él mismo navegaba en la embarcación cuando esta fue abordada por un equipo de asalto de la Armada portuguesa, algo inaudito en clanes anteriores, cuyos jefes vigilaban y controlaban el operativo de transporte y descarga de la droga siempre desde tierra. Como mucho, situaban a bordo a alguno de sus hombres de confianza, pero nunca eran ellos personalmente quienes viajaban junto al alijo.
Las Fuerzas de Seguridad del Estado y las unidades antidroga tenían la mirada puesta en Carlos Silla desde hace ya algún tiempo. Precisamente, fue el control de sus movimientos y de sus comunicaciones lo que posibilitó que a finales de marzo de 2020, apenas dos semanas después de que se decretase el confinamiento, la Guardia Civil y la Policía Nacional frustrasen el intento de introducir en la ría de Arousa 3,7 toneladas de cocaína mediante el uso de dos planeadoras.
En aquella operación, supuestamente liderada por Silla y por el peruano Humberto Guerrero, fueron detenidas varias personas, pero el narco vilagarciano logró evadir el cerco policial y escapar, sin que nada se volviese a saber de él hasta esta semana.
SOSPECHAS ANTERIORES
La operación ‘Lince-Tuneladora’ no fue la primera ocasión en la que se cruzaron los destinos de Carlos Silla y los de los agentes de las Fuerzas de Seguridad.
Tres meses antes del intento de alijar la droga, en diciembre de 2019, la Guardia Civil y el Servicio de Vigilancia Aduanera inspeccionaron el velero ‘Benirras’, del que Silla era propietario sin que se hallase nada en su bodega.
La causa que se sigue por esa operación considera que el ‘Benirras’ fue el velero utilizado, tres meses después, para transportar las 3,7 toneladas de cocaína hasta las costas gallegas, si bien en aquella ocasión no fue Carlos Silla quien navegó con la droga, sino su socio en la operación, otro viejo conocido de las unidades antidroga, el vecino de A Guarda Antolín Fernández Pajuelo, quien sí fue detenido en el operativo.
LA CAÍDA DE SILLA
Las investigaciones policiales que culminaron con la caída de Carlos Silla y la aprehensión de las 5,2 toneladas de cocaína, comenzaron a principios de este año, cuando la Policía Nacional tuvo noticias de los movimientos de una organización multinacional dedicada al transporte de ingentes cantidades de cocaína desde Colombia y Venezuela a Europa con el empleo, principalmente, embarcaciones de recreo, como yates y veleros.
A principios de agosto, el Centro de Análisis y Operaciones Marítimas en materia de Narcotráfico (MAOC) aportó información sobre un velero de bandera española que, de manera inminente, realizaría el transporte.
Ya en septiembre, las Fuerzas de Seguridad constataron que el velero había iniciado el viaje de retorno a España, albergando una inusual carga de cocaína.
Los investigadores creen que la droga no iba a ser introducida por Galicia sino que la organización disponía de embarcaciones del tipo ‘go fast’ en el sur de la península, preparadas para recogerla en algún punto del Atlántico para ello.
El registro del velero, en el que navegaba Carlos Silla, permitió la intervención de más de 5.200 kilogramos de cocaína, cantidad insólita hasta la fecha y que pone de relevancia el potencial de las organizaciones implicadas en la operación.