La ciudad de Lugo estrena este martes nuevo modelo de transporte urbano público, al mismo tiempo que se ha procedido al corte del tráfico en la Ronda de la Muralla que da el pistoletazo de salida a la peatonalización de A Mosqueira.
Los cinco concejales del BNG en el concello de Lugo, encabezados por el teniente de alcalde, Rubén Arroxo, han participado de la presentación de estas actuaciones en la nueva dársena de la Plaza de Bretaña.
Arroxo ha calificado de «día histórico» este martes, puesto que, a su juicio, se dan «dos pasos importantísimos para Lugo»: el corte del tráfico en A Mosqueira, el punto «más simbólico» de la Muralla, y el impulso a un cambio en la concepción del transporte urbano.
«Cambiamos el concepto de ciudad, empezamos a apostar porque nuestra muralla sea un espacio en el que potenciar nuestro patrimonio y sobre todo proteger», ha destacado.
A su vez, el concejal nacionalista ha sostenido que los cambios adentran a Lugo «en una era moderna» porque «se trata de un transporte público pensado para el siglo XXI, con frecuencias cortas donde con un solo trasbordo y esperando poco se puede llegar a cualquier punto de la ciudad, algo que antes no era posible».
Rubén Arroxo ha puntualizado que «la práctica totalidad de los barrios de la ciudad están conectados con el HULA, a mayores de que todos estarán conectados con el centro de la ciudad, con frecuencias como mucho de media hora».
En cuanto a A Mosqueira, el número ‘dos’ del gobierno local ha reconocido que su peatonalización puede ser el primer paso para proceder a retirar todo el tráfico rodado de la Ronda da Muralla.
«A Mosqueira va a hacer algo que la gente cuando debatimos como debe de ser la Muralla, porque por un lado tenemos la parte positiva que hay que protegerla pero luego está la negativa sobre lo que pasa con el tráfico. Creo que una vez que veamos la obra concluida, nos vamos a dar cuenta, como sociedad, de la importancia de tener la Ronda de la Muralla totalmente peatonalizada», ha aseverado Arroxo.
Las obras de A Mosqueira tienen un plazo de ejecución de ocho meses, aunque el ejecutivo local confía en que estén terminadas antes de que concluya el año.