Una investigación ha determinado que la exposición combinada a una fuente de radiofrecuencia en ambientes contaminados con partículas como el carbón negro incrementa «notablemente» la toxicidad celular, «provocando modificaciones en la respuesta inmune de las células».
Esta es la principal conclusión a la que han llegado científicos de la USC en el Centro Singular CRETUS, en colaboración con el Instituto de Investigación en Análisis Químicos y Biológicos (IIAQBUS), en el artículo ‘Radiofrequency at 2.45 GHz increases toxicity, pro-inflammatory and pre-apoptotic activity caused by black carbon in the RAW 264.7 macrophage cell line’, publicado en la revista Science of The Total Environment.
Según ha apuntado la USC, en la actualidad son muy escasos los estudios que analizan el efecto combinado de dos agentes ambientales de distinta naturaleza. De hecho, tal y como constatan los autores de la investigación, la mayoría de los estudios sobre salud humana que involucran la radiación no ionizante y las partículas ambientales lo hacen por separado.
La particularidad de esta investigación, en la que participan Mª Elena López, del departamento de Ciencias Morfológicas; Aarón A. Salas, J. Antonio Rodríguez y Francisco J. Ares, del departamento de Física Aplicada, así como Rosa A. Sueiro y J. Manuel Leiro, del Departamento de Microbiología y parasitología; reside en que se estudiaron los efectos causados por la interacción conjunta de ambos agentes.
«La confluencia de estos dos agentes ambientales en los ensayos de laboratorio podría constituir un escenario real, ya que ambos pueden aparecer perfectamente en espacios públicos abiertos como parques, por ejemplo», señalan los científicos.
Los efectos en la salud humana al respirar una calidad deficiente de aire debida a la suspensión de partículas contaminantes y a la exposición, al mismo tiempo, a fuentes de radiofrecuencia a 2.45GHz, como las que estarían presentes en una red sin hilos Wifi o en dispositivos como los teléfonos móviles, «son hasta lo de ahora desconocidos», apuntan los investigadores.
MUERTES PREMATURAS
Diversos estudios han abordado los efectos de las partículas en suspensión, pues representan «el componente más dañino de la contaminación del aire en Europa». Se ha estimado que, en este continente, serían serían responsables de alrededor de 400.000 muertes prematuras al año.
En este sentido, el impacto de las partículas inhaladas podría favorecer enfermedades respiratorias o cardiovasculares, además de ser recientemente consideradas como agentes cancerígenos por la Agencia de Investigación Internacional del Cáncer. Por otra parte, el uso generalizado de nuevas tecnologías y aplicaciones sin hilos suscitó en las últimas décadas una preocupación en las autoridades sanitarias en lo relativo a los posibles efectos en la salud de los campos electromagnéticos.
«Existe una fuerte evidencia de que la exposición prolongada o a largo plazo a ciertas fuentes electromagnéticas constituye un factor de riesgo para ciertos tipos de cáncer, así como una posible causa de estrés oxidativo, apoptosis y daño del ADN celular», apuntan.
Los resultados que se revelaron en esta investigación experimental indicaron que la radiofrecuencia «aumentó drásticamente» la toxicidad inducida por el carbón negro, lo que supuso una modificación en la respuesta inmune de los macrófagos, incrementando la respuesta inflamatoria y acelerando la toxicidad celular.