El alcalde de Vigo, Abel Caballero, ha presidido este jueves el acto de inauguración de la reforma de la calle Gran Vía y la puesta en marcha de las rampas instaladas entre el cruce de María Berdiales y el de Venezuela, y ha sido el primero, junto con su equipo de gobierno y el delegado de Zona Franca, David Regades, en estrenar el nuevo bulevard, una «obra excepcional» que sitúa a la ciudad «en la modernidad».
La reforma, con un presupuesto de más de 5 millones de euros y financiada con fondos europeos, aún no está completa, puesto que restan por ‘humanizar’ algunos tramos, que están pendientes del informe favorable de Patrimonio de la Xunta.
La obra inaugurada este jueves incluye varios tramos de cintas mecánicas para salvar la pendiente del 10 % en esa emblemática calle del centro de Vigo, así como un túnel cubierto y formado por varios arcos geométricos de colores.
Los elementos vegetales, los bancos, las esculturas, una fuente, un jardín vertical o una pantalla de leds completan el conjunto de una actuación que también ha generado polémica y que no ha gustado a todo el mundo (concejales del PP y algún arquitecto llegaron a definir la reforma como «engendro»).
El acto de inauguración ha estado amenizado por la música de un pianista que, entre otras piezas, ha interpretado el conocido como ‘Himno de la Alegría’, considerado el himno de la Unión Europea. Tras su actuación, el regidor ha intervenido para subrayar la importancia de la obra de Gran Vía, que «no solo facilita la movilidad», sino que también «cuida el medio ambiente».
Asimismo, ha aprovechado su intervención para recordar que la actuación no llega hasta la Plaza de España (en la zona más alta) y hasta Lepanto (en la parte baja) porque la Xunta decidió de forma «discrecional» y «sin una norma que lo avale», «paralizar» la obra.