El conselleiro de Sanidade, Julio García Comesaña, asegura que los cierres de consultorios durante la pandemia son transitorios debido a la ausencia de zonas separadas para el acceso de pacientes sospechosos de coronavirus.
En respuesta a una pregunta del Bloque en el pleno del Parlamento, el conselleiro ha descartado que vaya a haber un cierre definitivo de esos consultorios, mientras se buscarán medidas para recuperar su actividad.
Sobre la situación en el Ayuntamiento de Soutomaior (Pontevedra), García Comesaña explica que se cerró el consultorio de Romariz por no cumplir las medidas de seguridad para profesionales y pacientes.
Así, explica que el centro de salud de Arcade acogió al equipo de Romariz y atiende de lunes a viernes de 8,00 a 15,00 horas. Mientras, los domingos y festivos la atención se realiza en el centro de A Parda, en Pontevedra.
Actualmente, hay 5.671 tarjetas sanitarias en Soutomaior, de las que 868 corresponden con el cupo de pediatría. Las 4.803 restantes son atendidas por tres médicos. Asegura que solo hubo alguna ausencia «puntual» de un facultativo en el último mes, por lo que quedaban otros dos.
El conselleiro señala que la demora en las citas es de tres o cuatro días para el médico de familia y de menos de 24 horas en pediatría. Además, reconoce que «es cierto» uno de los facultativos de Soutomaior atiende un cupo de 1.600 pacientes, pero los demás están por debajo de esa ratio.
Junto a esto, ha apuntado que en el consultorio de Ponte Sampaio (Pontevedra) se habilitó una sala de aislamiento tras una reforma, por lo que volvió a abrir el 14 de septiembre. Aquí, hay una demora inferior a los tres días.
«CLAMOR SOCIAL»
Por su parte, el diputado del BNG Manuel Lourenzo ha preguntado al conselleiro si va a atender el «clamor social y vecinal» por la asistencia que se da en Soutomaior, mientras reclama la contratación de más médicos para evitar «los colapsos constantes».
En esta línea, considera «insostenible» que haya un cupo de 1.600 pacientes por médico, a la vez que recrimina a la Xunta que «se están riendo en la cara de los vecinos».