Los peritos que han prestado declaración en el juicio contra el hombre acusado de matar a su compañero de piso en el barrio coruñés de Labañou, en abril de 2019, han descartado que padezca una enfermedad mental.
Lo han hecho en el juicio, con jurado, en la Audiencia Provincial de A Coruña y a preguntas tanto de la fiscal como del letrado de la defensa, que han elevado a definitivas sus peticiones de pena.
La Fiscalía solicita 17 años de cárcel por un delito de asesinato, mientras que la defensa plantea que los hechos se cometieron en un «arrebato» –que alegó también el acusado en su declaración– y que son constitutivos de un delito de homicidio imprudente por el que pide tres meses de prisión. Como atenuante, plantea, asimismo, la confesión.
Subsidiariamente, propone una condena por homicidio con una pena de dos años y seis meses de prisión y con sustitución de la misma por la expulsión de su cliente, natural de Uruguay, de territorio español.
SABE LO QUE HACE
Sobre el estado mental del procesado, los psiquiatras del Sergas que lo valoraron han ratificado que «no tiene un trastorno psiquiátrico». «Sí», han respondido, a su vez, los forenses del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) al ser preguntados por la fiscal si el acusado «sabe lo que hace y quiere hacerlo».
Y es que estos especialistas han descartado una «sintomatología de enfermedad mental», aunque han precisado que presenta rasgos de personalidad con «frialdad emocional y apatía».
«Es una forma de comportarse, tienden a estar tranquilos, pero si les pinchan explotan», han expuesto en línea con lo que, según han confirmado, les relató el procesado, que la víctima «no paraba de meterse» con él. «Que explotó, pero que eso no lo justifica», han añadido sobre los hechos. En relación a ellos, también forenses del Imelga han confirmado que la víctima murió por «asfixia mecánica por presión en el cuello».
HECHOS
En su escrito de calificación, el Ministerio Público sostiene que el hombre asfixió a la víctima con un cinturón, tras agarrarlo previamente con un brazo, y después de discutir por dinero.
En su declaración, el acusado alegó que la víctima había difundido un vídeo sexual de él, del que Fiscalía niega su existencia. Además sostuvo que el agredido mantuvo una actitud de «burlón», de «bravo», durante la discusión y que acabaron forcejeando hasta que, con posterioridad, lo asfixió. «No estoy orgulloso», dijo.