Cada vez los niños tienen acceso a las tecnologías a una edad más nueva, lo que puede causar efectos en su conducta a largo plazo. El profesor de psicología de la Universidad de Santiago de Compostela, Antonio Rial Boubeta, recalca la necesidad de controlar el uso que los hijos hacen de los dispositivos electrónicos y de tomar medidas en cuanto se observa el mínimo indicio de adicción.
Hay una presencia masiva y globalizada de muchachos pequeños en redes sociales. A pesar de que la normativa europea dice que para poder hacer una cuenta en una red social es necesario tener una edad mínima de 14 años, el 90% de los niños de 12 años están registrados en una y más del 60% están presentes en tres o más redes. “Eso tiene un impacto. Non es lo mismo el grado de maduración y la capacidad de resolver y afrontar lo que le puede estar pasando con 11 años que con 15”, comenta Rial Boubeta.
Las redes sociales y los videojuegos están pensados para enganchar y conseguir seguidores. De hecho, “un inicio temprano implica duplicar la tasa de posible adicción y de conductas de riesgo como sexting, contacto con desconocidos o apuestas”, alerta Rial Boubeta. Ante esto, pide que los padres sean conscientes de los riesgos y añade que es necesario que eduquen y acompañen a sus hijos. “Tienen que preocuparse porque el hijo va a vivir experiencias que suponen un riesgo para el y no va a estar preparado para poder responder”, comenta.
Sin embargo, también pone de manifiesto que no se le puede prohibir que estén presentes en las redes sociales. Pero hay que implicarse y no dejar que el niño pueda acceder a todo tipo de contenidos sin ningún control.
FILTROS, INFLUENCERS Y AUTOESTIMA
La autoestima es un elemento fundamental en la vida de cualquier persona, pero es importante que esta se nutra de diversas fuentes. El problema es que en la adolescencia está muy asociada a las redes sociales. Rial Boubeta destaca que es necesario que los padres le ofrezcan a los hijos diferentes fuentes emocionales que le ayuden a desenvolver un crecimiento personal y de autoestima saludable. “Si la autoestima es sesgada y depende de una única fuente, que tiene que ver con los modelos que tiene en las redes sociales, hay un riesgo”, alerta Rial Boubeta.
Cada vez tenemos a adolescentes que son más vulnerables emocionalmente y más sensibles al feedback que reciben de las redes. Necesitan de ese feedback para nutrir su autoestima y de sentirse alguien. Lo que hace que se sobreexpongan a ellas para buscar la aceptación.
LA PANDEMIA AGRABA LOS PROBLEMAS PSICOLÓGICOS
Las restricciones y la falta de contacto y interacción social debido a la Covid-19 afectó de manera negativa en la salud mental de las personas. De todas formas, en la etapa de la vida donde se necesita una mayor comunicación social, vital para el desenvolvimiento personal, es en la adolescencia. “Un adulto ya tiene la personalidad constituída pero con 15 años hay una necesidad de interacción social. Además tiene un efecto socializador, educador y formador de la propia identidad social”, comenta Rial Boubeta.
Esto tiene un impacto en el desenvolvimiento de estes jóvenes, que se puede traducir en frustración, ansiedad o vacío existencial, porque la necesidad de buscar sensaciones y vivir no se puede hacer. También hay muchos problemas de convivencia y de conflictividad en las familias con adolescentes. La necesidad de buscar salidas hace que los jóvenes caigan en adicciones. “El consumo de tabaco, alcohol y cannabis está repuntando. También el uso intensivo y abusivo de las tecnologías”, expone Rial Boubeta.
Ante esto, en la actualidad hay una gran demanda asistencial y de atención psicológica. De hecho, desde la Universidad de Santiago de Compostela acaban de poner en marcha una Unidad de Atención Psicológica para el alumnado, con actuaciones dirigidas a paliar los efectos de la pandemia. Su objetivo es prestar apoyo al alumnado y promover acciones de prevención y detención de factores que, asociados al impacto de la Covid-19, puedan influír de manera negativa en la salud mental de los universitarios.