«Sin técnicos y técnicas, no hay cultura!». Esta es la reivindicación que se está haciendo hueco entre los profesionales técnicos del sector cultural, un conjunto importantísimo de especialistas -backliners, maquinistas, eléctricos, sonidistas, iluminadores, roadies…- sin los cuales cualquier espectáculo o cualquier concierto quedaría, literalmente, en nada. Se trata de todos esos especialistas que rodean a un artista y que hacen posible que este se pueda subir a un escenario amparado por uno buen sonido, una buena iluminación y un buen control técnico. Igual que el resto del sector cultural, ellos también fueron de los primeros en bajar el telón y auguran que serán de los últimos en volver a retomar la actividad.

Pero además, el sentir de estos profesionales camina, más si cabe, entre la indefensión y la incomprensión después de conocer que las medidas del Gobierno español para paliar los efectos económicos de este gran parón no tienen en cuenta esta parte del sector, de manera que se quedan desamparados por parte de las administraciones. El «golpe» de esta crisis duele aún con más intensidad teniendo en cuenta los «problemas estructurales» que estos profesionales dentro de la industria cultural ya venían padeciendo desde hace mucho tiempo. Instalados en la invisibilidad y en la inestabilidad, reclaman ahora «ayudas directas» para afrontar el futuro.

FUERA DE LAS AYUDAS DE CULTURA

«Cuando tensas una cadena siempre rompe por su eslabón más débil», explica Xabi Carnota, ténico y presidente de Tesgal – Asociación Sindical de Profesionales Técnicos del Espectáculo -, una plataforma que nació precisamente para «dignificar» la profesión y que pretende «trabajar a destajo para desterrar la imagen del técnico o técnica comiendo el «bocata» en su puesto de trabajo o la famosa frase «1/2 jornada: 12 horas» que tantas veces se escucha en conversaciones entre compañeros», se presentan en su web.

Dentro del sector de los profesionales técnicos, una parte de ellos son trabajadores por cuenta ajena – con un contrato indefinido en empresas -. En este caso pudieron acogerse a ERTEs. Otra buena parte se emplea por cuenta propia – autónomos -, los cales pudieron solicitar las ayudas de cese de actividad y las ayudas al pago de las cuotas. Y otra buena parte son trabajadores por cuenta ajena contratados de forma intermitente, que se encuentran ahora sin ningún tipo de amparo económico. «Lo que pasa es que no se están teniendo en cuenta nuestras peculiaridades. El Ministerio de Cultura y Deporte reconoció que los artistas van a paceder una gran crisis y elaboró un plan para subsidiarlo, pero para todos nosotros, que damos soporte a estas industrias, no se programaron ayudas. Disponemos de las mismas que la hostelería, que ya abrió», relata Carnota.

Ante la busca de explicaciones, Carnota cree que desde la administración «no entienden cómo funciona el sector cultural del espectáculo». Miguel Iglesias, técnico de sonido e iluminación (Dual S.T.) piensa que esta falta de apoyo responde a una «estrategia», dado que al Gobierno le beneficia más «tener satisfechos a los músicos y promotoras, cabezas visibles del sector cultural» que a profesionales que se mantienen en la invisibilidad. También por este camino van los razonamientos de Fernando Moure (Pali), otro técnico de sonido además de músico en el grupo infantil ‘Uxía lambona y la banda molona’: «Los que tienen más poder de cara a la opinión pública son los artistas y nosotros en el sector somos la última mierda; estamos acostumbrados a un maltrato en el desarrollo de nuestro trabajo. Ahora no iba a cambiar, pero es cierto cuando decimos que sin nosotros no hay espectáculos«.

«COLGAR DEL HILO DE LOS AHORROS»

Más de 30.000 empleos dependen en Galicia de la industria cultural. En esa cifra van contabilizados también todos estos profesionales técnicos que ahora «cuelgan del hilo de los ahorros». Fernando Moure lleva trabajando dentro del sector unos veinte años y pertenece a ese tercer grupo de especialistas freelance por cuenta ajena, los más afectados. Mientras espera por la ayuda económica a raíz de su otra faceta de músico, calcula que «cuatro meses» sería lo máximo que podría resistir económicamente, «y llegando a un cero que produce un vértigo terrible«. «Quedar sin nada cuando llevas trabajando tanto tiempo da impresión», habla.

Lejos queda ya aquella última temporada en la que sumó 73 conciertos entre los que tocó y los que hizo de técnico. Cuenta que ahora ya «escogía los eventos» para que el trabajo fuera más «saludable», ya que los horarios a los que están expuestos son «inhumanos», con «jornadas de hasta 25 horas». A punto de comenzar un verano desierto de empleo, Moure pide «ayudas directas» dado que la mayor parte de los eventos que estaban programados no serán «rentables» por las limitaciones de aforo exigidas. Y echa en falta, también, una respuesta de solidaridad unánime por parte del resto del sector cultural hacia estos profesionales. «Salieron en redes un par de vídeos de artistas, pero no hubo una respuesta desde la plataforma plantándose delante del Gobierno y diciendo: ‘No aceptamos estas ayudas porque no nos incluyen a todos’. Creo que es por donde debería irse«.

«BUSCAMOS CONDICIONES DIGNAS»

En el caso de Miguel Iglesias, este otro profesional del sector pudo acogerse a las ayudas generales que el Gobierno impulsó para los autónomos, y que, por lo de ahora, se mantienen ligadas al Estado de alarma y dejarán de tener efecto en cuanto este se levante. Miguel trabaja en Dual S.T. en la reparación y alquiler de equipos de sonido e iluminación profesionales, y también como técnico de sonido y como músico en ITH. De estos tres ejes, lo que le da de comer es el trabajo como técnico y reparador. Con esto quiere decir que, si bien quedaron fuera de las ayudas, «nosotros dependemos más de nuestra profesión como técnicos que los artistas, de los que un gran sector es amateur». «El número de técnicos es superior al número de músicos que comen de esta profesión», resume.

Frente a esta situación, dice que el futuro queda en el aire, ya que es consciente de que el taller sin músicos y sin conciertos «tampoco funcionará». A estas alturas no hay «margen de maniobra» para que las propuestas culturales programadas puedan readaptarse a la situación en las fechas previstas por los condicionamientos exigidos, pero asegura que «con un poco de esfuerzo» los eventos deberían poder aplazarse en vez de cancelarse. «Muchos ayuntamientos y diputaciones como la de A Coruña tomaron conciencia de esto», reconoce.

Más allá de un «respaldo económico» que se desligue del Estado de alarma y que se mantenga «hasta que sea posible trabajar totalmente», Miguel suscribe también la reivindicación de acelerar los pagos de la administración. «Que por ley, sean immediatos y no haya que esperar 90 días», desea.

LA VOLTA PASA POR PEQUEÑAS ACCIONES

La incertidumbre marca la reincorporación al trabajo de todo el sector. «Nuestro negocio se basa en juntar a mucha gente en los espacios», habla Xabi Carnota, y por lo de ahora, las aglomeraciones no se contemplan como opción. Según la asociación sindical, la salida pasa, por tanto, por «evitar grandes eventos» y apostar por «muy pequeñas acciones» para que todos puedan trabajar. «En vez de hacer un gran concierto, aunque fuera posible, es necesario centrar los esfuerzos en hacer mil pequeños eventos por toda Galicia, para que cada comarca pueda tener una propuesta y para que los trabajadores de cada comarca puedan emplearse«. El futuro está, luego, en la «economía micro», en ese «teatro en cada venirla», añade Carnota.

Los profesionales técnicos «quieren tener esperanza», pero lo cierto es que las expectativas son bastante «crudas». Con todo, una cosa tienen clara entre este mar de incertidumbres que asolaga el mundo: «Pedimos ir preparándonos para que en el momento en el que podamos levantar la persiana sepamos exactamente cómo hacerlo, sin ninguna duda. Precisamos más apoyo que nunca«, remata Xabi Carnota.