La paralización social y productiva pasará factura al tejido económico gallego con una intensidad desconocida. Nadie se atreve a evaluar los posibles efectos en pérdidas de ingresos y puestos de trabajo a corto plazo cuando se levante el estado de alarma. Así, la producción de carne, leche y productos de huerta y por extensión todo el sector primario, vive a día de hoy una incertidumbre que solo concluirá con los primeros datos posteriores al levantamiento de restricciones.
De momento, a nivel estatal los agricultores y diferentes organizaciones agrarias avisan de un incremento en los excedentes de leche y carne. En algunos casos ya se han denunciado prácticas abusivas por parte de compradores que, aprovechando la coyuntura, pretenden que los ganaderos vendan la leche muy por debajo de los precios establecidos.
CARNE Y LECHE
Desde la aparición de la COVID-19, los precios de la leche están estancados o las empresas colectoras quieren pagar precios muy bajos por no dar salida a su producto en el comprado. “Dentro del sector lácteo sabemos que hubo renovaciones de contratos con los mismos precios de contratos anteriores” dice Isabel Vilalba del Sindicato Labrego Galego (SLG). La renovación es por un año, pero Vilalba denuncia que algunas empresas renuevan solo por tres meses.
La falta de mercado y acumulación de stock hace que países como Francia estén pensando en rebajar la producción. La falta de salida impide también una venta fluida de animales grandes para carne, como por ejemplo aquellas vacas que se consideran no productivas en cuanto reproducción o leche. Se vendían para carne con una gran clientela en restauración.
Además de la carne de vacuno, la de caprino y ovino, que en épocas como la Semana Santa tenían buena salida, este año también sufren la caída de valor. “Esto se traduce en que explotaciones de ganado en zonas de montaña ven muy tocados los ingresos en áreas geográficas especialmente sensibles a la despoblación” señala José Ramón González de Unións Agrarias (UUAA). Por otra parte, la falta de salida para carne con sellos de calidad, como el caso de Ternera Gallega, podría llevar a la congelación del producto, con la pérdida de valor que esto conlleva.
Las soluciones que se proponen para el sector lechero y cárnico van desde “una inyección de rercursos para el sector, porque forma parte de la producción esencial para el país” como apunta José Ramón González. Por su parte, Isabel Vilalba considera muy necesaria la reapertura de los mercados de cercanías además del pequeño comercio. “No entendemos las políticas de abrir mercados en unas comunidades y en otras no, por eso pedimos un protocolo de apertura para el sector”.
HUERTA Y FRUTA
La producción hortofrutícola además de suministrar a los mercados, en muchos casos supone un alivio para las economías familiares, tanto de agricultores profesionales como personas que viven en áreas rurales. También en relación con este tipo de producción está la reapertura de los mercados de abastos y comercios para darle salida al producto.
“Estamos la final de invierno y hubo gente que pudo redistribuir llevando producto a domicilio” apunta Isabel Vilalba. Además de esto, varias administraciones locales intervinieron con la compra de alimento de huerta mediante programas sociales. José Ramón González apunta también al sector del vino que “podrá quedar afectado cuando llegue el tiempo de la vendimia, además de que ahora mismo estamos delante de una paralización del consumo”.
Las medidas de restricción de movimientos implica que haya agricultores que no podan ir a los terrenos donde tienen las horas, por estar a más de 500 metros de su residencia habitual. Es por eso que se piden medidas especiales para este tipo de circunstancias. Otro cultivo importante, el de los cereales, podría dejar de entrar en Galicia en las cantidades actuales, puesto que la mayoría es de importación.
Las posibles soluciones para el sector hortofrutícola propuestas por las fuerzas sindicales agrarias, pasarían por apoyo al pequeño comercio, la reapertura de los mercados de cercanías y la elaboración de protocolos sanitarios para la seguridad de las personas y evitar contagios.
Otras medidas de más profundidad serían por ejemplo, ampliar la superficie agraria útil, porque “a corto plazo, debemos pensar que perderemos calidad alimentaria” dice Isabel Vilalba. González apunta además que “el dinero de las partidas de la PAC que no se usan, tendrían que ser redistribuidas» en cuanto podría ayudar a paliar en parte, los efectos de una crisis como la que vive ahora mismo el campo.
La pregunta de que sucederá después del levantamiento de la cuarentena, nadie se atreve a hacer cálculos. Isabel Vilalba cree que con esta pandemia se había debido aprender a poner en valor cosas como la sanidad pública, la alimentación de cercanías y la atención a los más vulnerables. Por otra parte, José Ramón González cree que es temprano para evaluar las consecuencias de la cuarentena sobre el sector agrario y ganadero. “Aun no disponemos de estudios o evaluaciones sobre lo que está sucediendo”.