InicioSOCIEDADAsí se vive la cuarentena en el rural: otra realidad, otras preocupaciones

Así se vive la cuarentena en el rural: otra realidad, otras preocupaciones

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El rural gallego no vive igual que la ciudad esta alerta sanitaria surgida alrededor del coronavirus. La realidad es otra y las preocupaciones también. Al temor generalizado en la sociedad por la expansión de la enfermedad se suman las inquietudes por el cuidado de los animales, el abastecimiento de alimentos para ellos y las consecuencias de prorrogar todos los procesos administrativos en el campo de la agricultura y de la ganadería.

Las aldeas, además, se tratan de zonas críticas por el perfil demográfico mayoritario de la población: personas envejecidas y en muchos casos con problemas respiratorios. Unos rasgos considerados de riesgo a la hora de contraer el coronavirus. Surgen dudas entonces alrededor de si los centros hospitalarios comarcales estarían preparados para atender con garantías los posibles primeros casos de personas infectadas.

Con todo, por lo de ahora en el día a día del rural se sigue respirando la misma tranquilidad de siempre. Quizás amparada por cierta incredulidad. «Esto es un sitio abierto, malo será que aquí llegue…». El coronavirus monopoliza las conversaciones, pero también es cierto que las preocupaciones por la falta de comida no son aquí una prioridad, y las farmacias, lejos de las estampas de las ciudades, funcionan en las aldeas con un ritmo más calmado.

ADECUAR LAS MEDIDAS AL RURAL

«Hay que ver qué medidas son adecuadas en función del ámbito en el que se aplican», comienza explicando Isabel Vilalba, responsable del Sindicato Labrego Galego. Una de las reivindicaciones que está presente estos días pasa porque las medidas tengan en cuenta las particularidades de las zonas rurales. Desde el SLG ven «absurdo» que personas con recomendaciones sanitarias tengan prohibido pasear por pistas donde no hay nadie. «Estamos de acuerdo con limitar todos los movimientos, pero nos parece tremendo que se le impidan esos paseos a una persona de la aldea y luego veamos las imágenes de un metro atestado en Madrid», dice paradógica Vilalba.

Preocupa también la llegada de visitantes procedentes de otras zonas que pueden ser de riesgo. En los últimos días fueron varios los municipios que constataron este aumento de población y cuyos alcaldes pidieron que, si se quedan estas personas, cumplan con el aislamiento. Se suma esto al estado en el que se encuentran actualmente los hospitales comarcales. Vilalba ponen sobre la mesa el «proceso de desmantelamiento importante» que sufrió la sanidad pública de las zonas rurales nos últimos tiempos. «La gente tiene miedo de que los medios para atender la enfermedad no sean los suficientes, y más cuando muchas personas que viven en el rural son vulnerables al virus».

El CUIDADO DE LOS ANIMALES, EN El CENTRO

A nivel de actividad, por lo de ahora, cuenta Vilalba, están trabajando con normalidad. La agricultura y la ganadería son los piares básicos para el mantenimiento de la producción y el abastecimiento de alimentos, cosa que inquieta en estos días de cuarentena, sobre todo en las ciudades. El Real decreto en el que se asentó el estado de alarma protege el cuidado de los animales, el funcionamiento de las granjas y la salida de alimentos, pero en el rural no pierden de vista a evolución de los acontecimientos. «A nosotros nos preocupan los servicios básicos y la protección de los servicios sanitarios igual que al resto de las personas, pero la mayores tenemos la responsabilidad de alimentar a nuestros animales«, asegura Vilalba.

La cuarentena puede desequilibrar la entrada de piensos y también dificultar el trabajo en las propias granjas. Por ley, todas aquellas empresas con personas contratadas tienen el deber de contar con un gabinete de control y con un plan vigente de prevención de riesgos. Y además, deben llevar a cabo todos los protocolos anunciados para evitar la transmisión de la enfermedad. Por el momento, no se presentaron problemas, pero desde el sindicato reconocen que el análisis va «día a día». «Precisamos que los animales puedan cuidarse y se alimenten».

Esta crisis sanitaria afectó de lleno, eso sí, a los procesos administrativos en los que el campo estaba inmerso en estos momentos: la tramitación de las PACs, las ayudas a los jóvenes del rural, los planes de mejora de las granjas, las negociaciones de muchos contratos… Desde el sindicato mantienen interlocución directa con la Consellería de Medio Rural, y en lo que respeta a la competencia estatal, se acordó prorrogar todos estos trámites para que no caduquen. También era este el momento de la presentación de balances de las interprofesionales, que suelen presentarse en abril y que recogen todo el año de actividad y la programación del año siguiente. «Son cosas muy importantes, y con la cuarentena a cuestas nos vemos obligados a pedir que esto se retrase para hacerlo con garantías«, cuenta Vilalba.

¿QUÉ PASA CON LAS FERIAS?

Igualmente, entran dudas alrededor de la cancelación de los mercados periódicos de alimentos que se celebraban en el rural y en las villas hasta la declaración del estado de alarma. A este respeto, la Federación Rural Gallega (Fruga) reclamó en estos últimos días a la Xunta que garantice el funcionamiento de ferias por su «importancia en medio rural para millares de agricultores que tienen su medio de vida en la venta directa de sus productos». Isabel Vilalba concuerda con este posicionamiento e incluso considera que mantener las ferias sería positivo de cara a aligerar las aglomeraciones en las grandes superficies.

«Muchos de los espacios en los que se producían estas ferias eran abiertos, se puede perfectamente limitar igual el contacto entre personas, podría haber medidas para desarrollarlas con garantías», apela Vilalba. Fruga, por su parte, critica que las personas agricultoras se vean ahora «absolutamente desamparadas por la Administración», sin poder dar salida a sus productos, y por lo tanto, sin recibir ingresos.

«SOMOS DESDE SIEMPRE PRECAVIDOS»

Sin ferias a las que acudir, los habitantes del rural tienen un canal menos para mercar alimentos. Además, los servicios básicos suelen encontrarse en las villas, de manera que las personas se ven en la necesidad de desplazarse en coche para ir a los supermercados. Con todo, el mercado ambulante que llega a las puertas de cada casa mitiga estas problemáticas. Alicia, una vendedora que recorre varias aldeas un cuantos días a la semana, comenta que ahora la gente evita salir mercar a las localidades del alrededor. «Ahora esperan más por mí, esperan más al panadero…».

No nota histeria ni psicosis, «a lo mejor hacen un poco más de compra, pero la gente de la aldea es muy distinta a la de la ciudad, vivimos de otra manera, tenemos reservas», explica. «Aquí siempre vas a tener un kilo de arroz de repuesto, muchas veces me dicen: ‘Dame azúcar que acabo de empezar el último paquete’, eso en la ciudad no lo ves… Aquí somos desde siempre precavidos, sobre todo las personas mayores». En la mayor parte de las casas hay patatas, hay huevos, hay más de un congelador y suelen estar a tope. «Lo esencial en la aldea siempre se tiene», cuenta Alicia.

Mas este lunes, poco antes de rematar el recorrido, esta vendedora ya iba sin cosas. «Lejía no tengo, y yogures llevo pocos… Papel higiénico, leche, aceite y pasta es lo que más me compran».

TRANQUILIDAD EN LA FARMACIA

Y por las farmacias del rural las cosas andan tranquilas, incluso más de lo habitual. Ánxeles es una farmacéutica de Xanceda (Mesía), una población de no más de 320 habitantes. Cuenta que la situación es de total normalidad, pero que toman todas las medidas de precaución requeridas: «No hay más de tres personas en la farmacia y sólo una de nosotras está atendiendo… La gente lo entiende perfectamente».

Con todo, llevan días sin geles higienizantes y sin máscaras. «Es un problema que continúa, e incluso notamos que venía gente de fuera, de paso, transportistas o repartidores, pensando que habría al ser una zona rural, pero nada!». A Ánxeles le llama la atención que ninguna persona entre pidiendo información. «Creo que no son del todo conscientes de la problemática». «Esto es un sitio abierto, malo será que aquí llegue…», le comentan algunos.

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