El abandono del rural también se deja sentir en el sector del vino gallego, con la falta de relevo generacional para algunas explotaciones medias y pequeñas. Además de los factores generales que afectan al rural, la producción de los viñedos gallegos, rentable y con mercado, está condicionada por usos legales que en ocasiones, van en perjuicio de los productores más pequeños. Es el caso de las personas que ayudan en la vendimia a un familiar o a quien le compran uva. También se vuelve difícil pedir autorización con la idea de que sea una segunda actividad. Quien quiera tener una viña para trabajar el fin de semana en ella, debe ser un agricultor profesional. Así se pierden nuevas incorporaciones para el sector.

MODELO LABORAL

El modelo tradicional de explotación vitivinícola en Galicia eran y son aún, pequeñas parcelas que eran un complemento para la economía familiar. El trabajo se desarrollaba dentro del ámbito familiar y con la ayuda de algunos parientes o vecinos. Este modelo choca actualmente con las leyes de seguridad laboral, si no hay contrato de por medio puede haber una multa. Otra cuestión es que se reconozca como labor agraria la actividad en viñedos propiedad de personas que los mantienen como actividad para el fin de semana o días festivos. Para eso, se debe estar registrado como agricultor profesional.

Estas circunstancias amenazan el modelo tradicional de producción, el mismo que mantuvo durante mucho tiempo la elaboración de vino gallego. “El modelo de pequeñas explotaciones cambia a un modelo donde se hacen grandes concentraciones de hincas por parte de grandes propietarios” dice José Ramón González, del sindicato agrario Unións Agrarias (UUAA). “Esto suplanta al pequeño propietario, que para nosotros es una tradición que debe continuar”.

González cree que la apuesta está en apoyar a todas las viñas que siguen adelante a día de hoy, junto las propiedades de 5.000 o 6.000 metros cuadrados, además de los que no son profesionales del sector. Ese apoyo también implicaría un cambio legislativo y político. “Las líneas de ayudas de la Xunta no potencian al pequeño viticultor, porque se les presentan muchas veces dificultades para el acceso a las mismas” remarca González. El miembro de UUAA también recuerda que “solo el 5% de las personas que trabajaban en el vino lo hacían a tiempo completo, la gran mayoría eran personas que compaginaban esta labor con otras actividades”.

¿SECTOR ATRACTIVO PARA LA GENTE JOVEN?

“Hace ya diez años avisábamos del abandono de explotaciones en la D.O. Ribeiro, la mayoría de las personas que tenían viñas eran gente de edad que ya no podía atenderlas, además que las parcelas eran muy pequeñas” explica José Ramón González.

Juan Casares, presidente del Consejo Regulador de la D.O Ribeiro, coincide en que sí hay abandono, mas este fenómeno es parejo a otros sectores agrarios. Los análisis realizados por el equipo de Casares indicaban que el abandono estaba motivado por «una edad media avanzada, 62 años, para los viticultores y la superficie de los viñedos». Las propuestas para fomentar el relieve generacional, según un estudio de la D.O. Ribeiro y las tres universidades gallegas pasaban por el fomento del enoturismo, mejorar la promoción del vino ribeiro y movilizar fincas.

José Manuel Rodríguez, presidente del Consejo Regulador de la D.O. Ribeira Sacra, no ve dentro de su denominación una falta de gente joven que se incorpore al sector. “Eso sí, ahora la mayoría se incorporan como mano de obra y no como autónomos como éramos los primeros”. Con todo, Rodríguez también habla de nuevas incorporaciones empresarias dentro de Ribeira Sacra.

Miguel López, director técnico del Consejo Regulador de la D.O. Monterrei, declara que sí hay personas que se dan de baja de la actividad. “Las parcelas que quedan, o pasan a otros propietarios medios, o sino las bodegas están interesadas en comparar”. Preguntado sobre la edad media de los viticultores activos a día de hoy, López señala que “la mayoría pasan de los 50 años, ya es una edad avanzada en el sector, por eso los hay que alquilan las tierras o directamente las venden”.

Por su parte, Jorge Mazaira, del Consejo Regulador de la D.O. Valdeorras, habla de “poca incorporación de gente joven, pero estamos interesados en que haya un relieve generacional, claro”. Los motivos detrás de ese bajo relevo actual pueden ser, según Mazaira, “que los trámites burocráticos son complicados, también la superficie a la que se accede porque, para tener rentabilidad, la explotación debería tener unas dos o tres hectáreas”.

FORMACIÓN, UNA APUESTA NECESARIA

“Hoy en día las condiciones de trabajo mejoraron notablemente, nada que ver cuando hace años a mayoría de las labores eran a mano” señala José Manuel Rodríguez. “Los productos fitosanitarios también ayudaron mucho a mejorar la calidad y la producción”. Sobre inversiones necesarias para iniciar una actividad vinícola, Rodríguez dice que no hay cantidades fijas, pues todo depende de las superficies a tratar.

La producción de vino es el «motor económico de la comarca, cohesiona el territorio y fija población» en la D.O. Ribeiro, señala Juan Casares. «Hay que ser realistas y para eso hicimos un estudio con la ayuda de la Diputación de Ourense, para conocer los números reales de bodegas y viticultores». Las cifras se redujeron casi a la mitad tanto en bodegas como profesionales. Por eso, Casares junto con el equipo de expertos, están preparando un plan de acción para el período 2020-2021 que buscará tanto promocionar el relevo generacional como la mejora de la producción mediante insumos como los tecnológicos y de formación.

Aunque existen centros de formación tanto universitarios como de grado medio, las D.O. ven muy necesario la creación de nuevas infraestructuras formativas. “Estamos tramitando ya la documentación para abrir un centro de formación, ciclo medio de FP, en nuestra denominación de cara a darle continuidad a las pequeñas empresas”, explica Jorge Mazaira.

“Creemos que hay un gran potencial, con gente nueva que quiere apostar con nuevas bodegas y nuevos propietarios que heredaron terrenos” dice Miguel López. “Este es un sector mecanizable en esta comarca por la orografía y el clima, los dos factores ayudan a reducir costes en mecanización”. En tal caso, el vino en la D.O. Monterrei “mueve la comarca”, con todo estiman necesaria una política favorable a que la gente joven se quede en el lugar.

Aunque también experimenta el abandono de fincas como el resto del rural, el sector del vino lleva una tendencia a concentrar propiedades, junto a una mayor tecnificación. Las necesidades que apuntan las diferentes denominaciones están relacionadas con la legislación laboral, el acceso a líneas de crédito, la formación y la tecnificación del campo. Por otra parte, la importancia de mejorar las condiciones de vida dentro del rural, es un factor a tener en cuenta, en este y en otros sectores.