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Vocación sacerdotal… ¿A qué tienen que renunciar los curas para servir a la Iglesia?

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¿Cuál es el motivo por el que una persona decide seguir un camino ligado a la vocación religiosa? Sea cuál sea la religión, el mundo actual, sobre todo en Occidente, ve la vocación religiosa como un elemento casi residual, una opción tomada por personas o bien influidas por ambientes familiares religiosos muy estrictos o por personas insatisfechas en algún aspecto con la sociedad. Nos acercamos a un seminario para hablar con algunos internos y conocer qué empuja a una persona a tomar un camino muy diferente a las diversas opciones que ofrece la vida actual.

El SEMINARIO

Las vocaciones sacerdotales en la iglesia católica llevan años en números muy bajos. El Seminario Diocesano de Santiago acoge hoy en día a veintitrés seminaristas cursando los estudios de teología. En total, son seis años de formación, siendo el sexto cuando se ordenan como diáconos, paso previo a la ordenación sacerdotal. Luego irán a los diferentes destinos que el obispado les encomiende. Hay dos vías, el sacerdote diocesano o el misionero. El primero tiene preferencia hoy en día debido precisamente al bajo número de vocaciones que hace que los curas párrocos atiendan a veces un alto número de parroquias.

La edad de los seminaristas que tenemos aquí está entre los dieciocho años y los cincuenta y uno” dice Carlos Álvarez, rector del seminario compostelano. La edad mínima para entrar son los dieciocho años. En el caso de Santiago, las realidades personales abarcan desde quien entró después de acabar el bachillerato a quién llegó con una carrera universitaria finalizada o que estuvo trabajando. “Durante los años de formación es fundamental a formación espiritual, la vida intelectual, la dimensión pastoral y la dimensión humana”. La dimensión pastoral es la ayuda de los seminaristas en parroquias de la diócesis donde están dos años.

La vida en comunidad busca ser “una vida en familia, somos tres sacerdotes los que estamos con ellos, luego tienen las vacaciones de Navidad, Semana Santa y verano” dice Carlos Álvarez que señala también “en verano pueden aprovechar para ir a campos de trabajo, por ejemplo uno en Perú”. Otro destino es Guinea Ecuatorial y en A Coruña también colaboran en el Hogar de Santa Lucía, donde se acoge a mujeres en situación difícil. “Queremos acercarnos a situaciones que nos demuestren qué es la vida misma”.

“Durante los años de formación es fundamental a formación espiritual, la vida intelectual, la dimensión pastoral y la dimensión humana”

El bajo número de ordenaciones lleva la que se dé el caso de que un cura deba atender, en algunos casos, más de diez parroquias. Preguntado sobre este tema, Carlos Álvarez responde con una lista de ordenaciones que van desde lo 1928 a 2009. Así “en 1928 se ordenaron cincuenta y tres sacerdotes, en 1940 fueron cuatro, en 1961 fueron sesenta y nueve, 1970 solo uno, ninguno en los años 1983 y 84 y en 1994 solo uno”. Las oscilaciones llaman la atención, sobre todo cuando entre mediados de los años cincuenta y mediados de los sesenta del siglo pasado, fue el momento de mayor número de ordenaciones, superando algunos años la treintena.

SEMINARISTAS Y VOCACIÓN

El origen de la mayoría de seminaristas es de familias medias. En algunos casos esas familias viven un ambiente religioso o de fe mayor que el habitual en hogares medios. ¿Y cómo despierta la vocación? “En mi caso el contacto con la fe empezó dentro de la familia, rezaba el rosario con mis padres y abuelos, también hubo sacerdotes en mi familia, al final vivir cómo cristiano era algo muy normal para mí”, dice Javier, que está en sexto año, camino de ser diácono. En el caso de Carlos, otro seminarista también en el sexto año, la vocación le llegó cuando ya ejercía de profesor de lengua gallega. “Recordaba que quería ser un buen cristiano, que preguntaba al sacerdote como era su vida y cuando ya era profesor, un día quise ver como era a acción sacerdotal”.

“Queremos acercarnos a situaciones que nos demuestren el que es la vida misma”

Otra cuestión es cómo vive una familia que un hijo les anuncie que quiere ser cura. “En mi caso fue una recepción favorable, sospechaban algo perp dudaban de si daría el paso” dice Javier. Para la familia de Carlos, que ya era profesor, fue una noticia que “no esperaban”. En ambos casos, el contacto muy directo con la vida religiosa estaba presente cuando tomaron sus decisiones. Ayudar en misa o participar en actividades parroquiales fueron configurando la vocación de estos dos hombres.

El MUNDO EXTERIOR

La llegada al seminario mayor y la posterior ordenación sacerdotal implica una serie de renuncias, entre ellas las relaciones de pareja o el matrimonio, incluso a veces dejar de ver parientes y amistades que se hicieron antes del ingreso. Las relaciones con el exterior durante los años de seminario pasan por la ayuda en parroquias, salir a alguna compra, ver a la familia durante las vacaciones además de algunos amigos y amigas.

El rector Carlos Álvarez destaca que la formación de los seminaristas pasa “por formarlos en la responsabilidad, ocultar la realidad es un error, la vida es la que es”. Actualmente las nuevas tecnologías les permiten conocer lo que sucede fuera, así como poder tener actividades como el cine y la lectura. “La tarea es formar personas para que tengan criterio, que juzguen para crecer y madurar, así cuando sean sacerdotes podrán convivir mejor con la gente”.

«Preguntaba al sacerdote como era su vida y cuando ya era profesor, un día quise ver como era a acción sacerdotal»

La ordenación sacerdotal implica adoptar el celibato, la renuncia a las relaciones de pareja y mismo formar una familia. “El celibato es entregar el corazón a Jesús para entregarse a los demás, esto favorece el sentido pastoral y el compromiso con los demás, dalle un sentido más espiritual al sacerdocio” dice Javier. “Casando estás con una persona, pero poder servir a una parroquia da más alegría porque no sirves a una persona, te entregas a los demás” dice Carlos.

La ordenación sacerdotal dentro de la Iglesia católica sigue siendo un rito que implica la renuncia a determinados elementos que componen la vida diaria. Comprender por qué un hombre decide escoger el camino del sacerdocio a día de hoy, tiene la explicación de una vida familiar muy acercada a la religión. El celibato es solo un paso, una renuncia, que en principio no les supondría ningún problema, sustituyen el amor a una persona por el amor a todas las personas.

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