Vox no consiguió escaño en el Congreso en Galicia. De hecho, es junto con Euskadi, Navarra y La Rioja, las únicas autonomías y nacionalidades donde Vox no consiguió representación. Pero este hecho no puede llamar a engaño. La ultraderecha subió enormemente en Galicia y será una fuerza política decisiva en las elecciones gallegas del próximo año.
El último escaño de la provincia de A Coruña cayó en el BNG, pero por muy poco. Los nacionalistas sólo superan a la ultraderecha en el conjunto del país por 5.000 votos. Unas cifras que no se pueden tomar a la ligera y que apuntan la que Vox no es un fenómeno pasajero, ni hay que minusvalorar. Viene para quedar, cuando menos una temporada, y para condicionar la política gallega. De hecho, si se trasladan los datos de las generales a unas gallegas, Vox conseguiría cinco diputados, por seis de los nacionalistas. Aunque también es cierto que cada elección es diferente y que el comportamiento del electorado también varía en función de cada comicio.
UNA FUERZA URBANA Y RURAL
La fortaleza mostrada por Vox sustentara, sobre todo, en el espacio urbano, un espacio que durante los años noventa dominaba el BNG y que ahora es para Unidas Podemos y Vox. Pero también en zonas rurales. La ultraderecha ganó en número de votos a los nacionalistas en ciudades tan importantes como Vigo, Ferrol, Lugo u Ourense. Empataron casi en la Coruña y en Pontevedra, donde el alcalde es del BNG, y quedó muy por detrás, únicamente, en Santiago.
La ultraderecha también supera al nacionalismo gallego en las provincias rurales de Lugo y Ourense –casi un punto y punto y medio, respectivamente– y empata en la de Pontevedra –el BNG está a poco más de 1.000 votos de diferencia–. Es en la provincia de A Coruña donde la diferencia entre Vox y el BNG es mayor, casi un punto y medio y 8.000 votos de diferencia. Unos votos que fueron, los que finalmente, le dieron el escaño al Bloque.
A pesar de la fortaleza del BNG en la Coruña –que en Vox atribuyen al apoyo que el nacionalismo está recibiendo por parte de medios cómo La Voz de Galicia o El Correo Gallego–, el cierto es que la ultraderecha mostró más músculo que el nacionalismo también en las áreas metropolitanas de las ciudades. Esto explica que el fenómeno Vox no es pasajero, que se nutre de un voto urbano descontento con el actual sistema político y no necesariamente ver.
Excepto en el área de Santiago, donde fue la quinta fuerza en la capital gallega y en localidades como Ames, Teo o Brión, lo cierto es que en otros ayuntamientos de las grandes árelas metropolitanas de Galicia, Vox fue la cuarta o incluso la tercera fuerza política por encima del BNG y de Unidas Podemos.
COGE MÚSCULO EN LAS ÁREAS METROPOLITANAS Y GRANDES VILLAS
En A Coruña, Vox le ganó al BNG en Arteixo, Oleiros, Cambre, Abegondo o Culleredo. En la de Ferrol en Miño y Narón; en la de Pontevedra, en Marín, Sanxenxo, Meaño, Pontecaldelas, Meis e incluso en Poio, donde el alcalde es del BNG. En el área de Vigo también gana Vox en Nigrán, Baiona, Gondomar, O Porriño , Salceda de Caselas o Tui. Y en Vilagarcía de Arousa.
En Lugo, también se impone la ultraderecha en todas las localidades que limitan con la capital provincial y en núcleos importantes como Monforte, Vilalba o incluso Ribadeo, donde también gobierna el Bloque. Y en Ourense, en todos los ayuntamientos limítrofes y en villas importantes como Verín, Xinzo o Ribadavia. De hecho, los nacionalistas sólo consiguieron imponerse como fuerza más votada en Allariz, donde gobiernan desde hace 30 años.