“La impresión que tenemos algunos profesores es que el rendimiento de los alumnos en esta primera evaluación ha bajado muchísimo” dice la profesora Conxita López. El inicio de curso 2020-2021 no está siendo fácil ni para alumnos ni para profesores. “A lo mejor el hecho de estar sin exámenes durante ocho meses es la causa, pero no es del todo seguro”. López compara esto con el entrenamiento deportivo, “un deportista que esté casi un año sin entrenar no tiene el mismo rendimiento en los primeros días cuando retoma el ejercicio físico”.

El “ejercicio” en este caso sería la memorización de conceptos, volcarlos sobre papel para superar una serie de materias que con el tiempo, según algunos de los profesores consultados, no quedarán en la memoria de los y las alumnas. Superar las materias supone tranquilidad tanto para estudiantes como padres y madres. Aun así, ¿se podría cambiar el método de aprendizaje? Podría evitarse el fracaso escolar sobre todo en áreas económicamente deprimidas?

MEMORIZACIÓN Y EXÁMENES

El método tradicional de enseñanza lleva siendo cuestionado desde hace décadas y aun así, por ahora no ha habido o no hay un método que lo sustituya, ni siquiera por métodos más prácticos. “Un método memorístico deja satisfechas a las familias y a los alumnos porque buscan un aprobado, no se busca un aprendizaje, aunque hay excepciones” señala Bernardo Penabade, profesor del IES Perdouro de Burela.

Esther Martínez, vicepresidenta de ANPAS Compostela y Profesora de Pedagogía en la facultad de Ciencias de la Educación de la USC, estima que los currículos habían debido centrarse en el esencial, como trabajar sobre competencias de cada alumno sin presión ninguna. “La escuela no debería fijarse tanto en los exámenes, en el sistema repetitivo” afirma Martínez. “El sistema no está preparado para que un profesor pida no abrir el libro para interactuar con el alumnado relacionando aprendizajes con la vida real”.

El aprendizaje práctico observando el mundo real mediante los conocimientos recogidos en el aula “no es abrazado ni por alumnos ni por familias” dice Penabade. “Hay una gran presión de la enseñanza particular de academia” señala este profesor. Padres e hijos depositan la responsabilidad del aprendizaje en este tipo de centros que siguen en una explicación personalizada y muy de memorización y estereotipada. “Los proyectos nuevos suponen una ruptura con la costumbre, aquello a lo que estamos acostumbrados nos da seguridad, preferimos eso a la incertidumbre de lo que se puede mejorar”.

FRACASO ESCOLAR, ¿QUIEN TIENE LA CULPA?

El fracaso escolar se da cuando un colectivo amplio de personas no supera las etapas de la enseñanza obligatoria o, si se superan los estudios obligatorios, no se puede avanzar a una titulación académica superior. “Tenemos un sistema rígido donde el niño o niña se tiene que adaptar a él, así que el fracaso escolar tiene muchas raíces” explica Esther Martínez. “No solo es fracaso el hecho de no superar materias, también es fracaso cuando el alumno supera todas las materias y aun así no se siente adaptado”.

Además de la rigidez del sistema la otra gran “bestia” que apoya el fracaso escolar es el entorno social y familiar de la persona, sobre todo cuando hablamos de entornos y familia deprimidos económicamente. En caso de ser las familias las que tengan problemas socioeconómicos “hay que hacer un análisis de la situación para conocer las posibilidades diera grupo familiar” dice Sandra Montero de UGT-Enseñanza. “También es necesario establecer una comunicación fluida familia-docentes y buscar fórmulas de aprendizaje y luego seguir la evolución y autoevaluación del sistema empleado”.

¿Y con los entornos social y económicamente deprimidos? En un contorno socioeconómico bajo, una buena parte del problema se solucionaría “con la actuación del departamento de orientación y la posterior derivación a los servicios sociales de los ayuntamientos” dice Montero. Las ayudas económicas en situaciones precarias pueden permitir que el contorno “se sienta más relajado y los niños y niñas se puedan centrar en su formación”. Pero si el ambiente sigue siendo hostil al aprendizaje, poco o casi nada se puede hacer.

“Hoy en día uno de los puntos importantes en la enseñanza es la atención a la diversidad, si 8 de cada 10 van a academias, ¿qué pasa con los otros dos?” dice Bernardo Penabade. “O tienen programas de atención buenos en las escuelas o fracasan”. De este punto se deduce que si el 80% del alumnado recibe apoyo extra fuera de las aulas oficiales, el 20% restante acaba “en trabajos precarios y si vamos más allá, incluso en la delincuencia y los que están en mejores programas pedagógicos tienen más posibilidades de éxito en su vida”.

“Los departamentos de orientación están muy mal dotados” resalta Esther Martínez, por eso reclama a las autoridades educativas “darse cuenta que se necesitan recursos más atractivos, pues fuera de las escuelas hay estímulos muy atractivos que no existen en las aulas”. Todo esto hace que se reclamen más medios para RRHH cuando los ambientes donde se desarrolla la actividad académica son más «atractivos».

¿SON POSIBLES NUEVOS MÉTODOS?

“No existe una metodología resolutiva común para todos y todas pero sí hay un método para conseguirlo, «adaptación» la cada alumno o alumna y a su situación” dice Sandra Montero. Entre las diferentes metodologías está la del aula invertida, “el alumnado estudia los contenidos en casa y los trabaja en el aula”. El aprendizaje cooperativo “los alumnos trabajan en grupo repartiendo tareas para mejorar atención, implicación y adquisición de conocimientos”. La última señalada por Montero es el aprendizaje basado en problemas “los niños y niñas investigan para tener datos e información útiles potenciando el pensamiento crítico”.

El aprendizaje en grupo permite que los alumnos expliquen los temas “usando el mismo lenguaje que usan entre ellos y ellas mientras que el profesor asesora al grupo” apunta Conxita López. “Las familias también pueden participar en el aprendizaje animando al niño o niña preguntándole que ha aprendido y así se motiva más al alumno”. López considera que desde el profesorado se pueden introducir cambios “pero somos pocos y además, debemos tener el acuerdo del centro educativo”. En tal caso, lo que pretenden las nuevas metodologías es el aprendizaje colaborativo saliendo del ambiente competitivo en que viven actualmente los jóvenes y chicas.

Las nuevas generaciones necesitan un apoyo educativo que fomente sus capacidades sin recurrir a métodos clásicos que no permiten el desarrollo total del alumno. El fracaso escolar puede tener solución con la implicación de educadores, servicios sociales y familia, además de una mejor distribución de los recursos contra la pobreza. La educación, según los educadores, debe convertirse en un aprendizaje para vivir en sociedad lo que implica también la atención a la diversidad. De esta manera, los métodos clásicos deberían ser, por lo menos, evaluados de nuevo para corregir el necesario.