¿Es un error el regreso, esta semana, al trabajo presencial del grueso de los empleados afectados por las restricciones a las actividades no esenciales? ¿Debe iniciarse cuanto antes la llamada desescalada del confinamiento en España? La crisis sanitaria de la Covid-19 está causando la que ya se considera también la mayor crisis económica desde la Segunda Guerra Mundial en el mundo y desde la Guerra Civil en España. Y el debate está servido: salud vs capital.

Ante un nuevo coronavirus –el SARS-CoV-2– que los científicos y personal sanitario aún están empezando a conocer, y sobre el que se desconoce aún cómo evolucionará; con alrededor de 2 millones de infectados identificados en el mundo –y se da por hecho que muchos más contagiados no detectados– y decenas de miles de muertos; con millones de personas empujadas al paro por el cierre de empresas y negocios y con los Estados colapsados y capacidad limitada que hace imposible mantener sine die ayudas y prestaciones, cualquier decisión que se tome en un sentido u otro tendrá consecuencias imprevisibles para la salud y para la economía global y doméstica. La cuestión ahora es cuál de las determinaciones que se tomen será la menos dañina.

Entre los más cautelosos se encuentra la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), cuyo director general, el doctor Tedros Adhanom, ha advertido de que “si los países se apresuran a levantar las restricciones rápidamente” contra la Covid-19, el virus «podría resurgir», lo que supondría, entre otras cuestiones, que «el impacto económico podría ser más severo y prolongado».

La OMS considera que los factores para asegurar un relajamiento «seguro y progresivo» de las restricciones deben ser los siguientes: que la transmisión del virus está controlada, que los recursos sanitarios públicos son suficientes y estarán disponibles, que los riesgos de rebrotes se minimizan, que existen medidas de prevención en lugares de trabajo y escuelas, que los riesgos de importación se pueden controlar y que las comunidades son plenamente conscientes de las medidas y participan en la transición.

Sin embargo, economistas adscritos a la Universitat Autònoma de Barcelona, Universidad Goethe de Fráncfort e Instituto Leibniz de Investigación de Mercado Financiero SAFE acaban de presentar un libro blanco en el que defienden que “varios indicadores de la epidemia en el escenario de España e Italia sugieren que ya es hora de empezar a levantar las medidas de confinamiento y bloqueo económico existentes” para “evitar una catástrofe económica” en estos países.

Sus autores –Christopher Busch, Alexander Ludwig y Raül Santaeulàlia Llopis– creen que hay una manera –o más bien nueve formas– de “reducir sustancialmente” los enormes costes económicos y sociales de las medidas de bloqueo aplicadas en España e Italia.

Para defender su posicionamiento a favor de relajar el bloqueo, se apoyan en la reducción constatada en el número de muertos y contagios diarios, pudiéndose –como también ha señalado el propio Gobierno español– haber llegado ya al pico de la epidemia aquí.

Sin embargo, estos expertos creen que “si bien la efectividad de las medidas de confinamiento destinadas a contener la pandemia es incierta, los costes económicos y sociales de un bloqueo prolongado son mucho menos ambiguos”, con un “futuro cercano desalentador” si se mantiene el parón económico.

Advierten, además, de que “la distribución de estos costes es potencialmente muy desigual, sufriendo más los hogares que están mas cerca del estrés financiero: trabajadores de bajos ingresos, los autónomos, y los propietarios de pequeñas empresas”.

Ante este escenario, proponen “nueve iniciativas para un desbloqueo gradual que nos urge”, con un enfoque no exclusivamente economicista, también social y psicológico, para recuperar el bienestar.

TESTS MASIVOS

En primer lugar, consideran importante realizar pruebas representativas de la seroprevalencia del coronavirus, es decir, realizar tests masivos para conocer la incidencia real de la epidemia, que se da por hecho en la comunidad científica que es mucho mayor, principalmente por los casos asintomáticos y, por lo tanto, no identificados, que podrían ser hasta el 80 % del total.

“Estas se realizarían de manera continua para así obtener también datos fiables de las tasas a las que continúan infectándose varios grupos de la población. Idealmente, esta colección sería de datos de muestras cruzadas de tamaño mediano con una frecuencia más que semanal. Las pruebas deben ir acompañadas de preguntas que permitan rastrear las interacciones relacionadas con el trabajo (por ejemplo, ocupación) y fuera del trabajo (por ejemplo, información sobre personas del mismo hogar). Información recogida de esta manera (o similar), y no testando solo casos hospitalarios como parece ser que pretende disponer el Gobierno del próximo millón de pruebas, arrojaría luz necesaria a nuestra situación epidemiológica”, exponen los tres expertos.

REGRESO A LA ACTIVIDAD DE LOS PRIMEROS GRUPOS Y EXTENSIÓN DEL TRABAJO A FINES DE SEMANA

Iniciadas las pruebas masivas que urgen, creen que sería necesario comenzar a retomar de manera inmediata la actividad económica de manera gradual, siendo los primeros aquellos grupos con bajas tasas de infección, pudiéndose acelerar el desbloqueo en caso de detectarse que gran parte de la población ya haya sido infectada y, por lo tanto, inmunizada. En ese escenario, apuestan por ampliar algunas actividades a fines de semana para acelerar la recuperación económica.

“La actividad económica debe desbloquearse permitiendo que regresen los grupos con baja prevalencia y baja tasa de infección. Esto se debe hacer de manera paulatina, pero con frecuentes actualizaciones conforme surjan las pruebas representativas. Si las pruebas apuntan a que gran parte de la población ya está infectada, debemos plantear levantar el confinamiento más rápidamente. Extensiones a trabajo en sábado y domingo se deberían considerar para producción de bienes y servicios en los que sea factible”, defienden.

TRANSPORTE A PLENA CAPACIDAD Y REAJUSTE DE JORNADA LABORAL

Para facilitar la reincorporación de un amplio grueso de los trabajadores, aconsejan “reestablecer a plena capacidad” el transporte público, algo que parece temerario, dado que se juntarían miles de personas en trenes, autobuses, metros… Para evitar aglomeraciones en el transporte y minimizar riesgos en los puestos de trabajo, proponen extender las jornadas laborales a 16 horas repartidas entre los empleados.

“Reiniciar el transporte público y ajustar la jornada laboral. Para garantizar el distanciamiento social durante los desplazamientos y en el lugar de trabajo, el transporte público debe restablecerse a plena capacidad y la jornada laboral debe extenderse a 16 horas con empresas que ajusten su inicio y final de actividad de manera que menos trabajadores viajen y estén en su lugar de trabajo al mismo tiempo”, arguyen.

PROTEGER A LOS COLECTIVOS MÁS VULNERABLES AL CORONAVIRUS

Las propuestas de estos expertos no solo tienen un enfoque estrictamente economicista, también sugieren medidas de protección social para los colectivos más vulnerables al coronavirus, para los que piden asegurar su salud y bienestar mediante la atención de individuos que hayan sido previamente testados.

“Los ancianos, los débiles y los altamente expuestos deben estar sumamente protegidos y deben ser visitados por personas previamente testadas, siendo estas negativas y asintomáticas. Además, el acceso a este grupo deberá estar estrictamente sujeto a pruebas de temperatura rápida inmediatamente antes del contacto”, advierten.

REABRIR ESCUELAS Y GUARDERÍAS

Uno de los problemas que se plantean para retomar gradualmente la actividad económica es qué hacer con los hijos si volvemos al trabajo, cuando una de las recomendaciones que se han hecho desde la comunidad científica y médica es evitar en la medida de lo posible el contacto entre abuelos y nietos (los niños son el colectivo menos vulnerable al coronavirus, en su mayoría inmunes o asintomáticos, pero podrían ser transmisores al colectivo más vulnerable, el de los ancianos).

Para solucionar esto, Christopher Busch, Alexander Ludwig y Raül Santaeulàlia Llopis proponen que vaya reabriendo escuelas y guarderías, aunque con medidas de seguridad: “Las escuelas y guarderías deben reabrir con maestros, estudiantes, educadores y niños que muestran credenciales de pruebas negativas y sean asintomáticos, para que los niños reciban la atención y la educación que necesitan y los padres puedan regresar a su trabajo”.

EJERCICIO AL AIRE LIBRE

Estos expertos también contemplan los costes psicológicos del confinamiento, por lo que creen que es hora de empezar a relajar las medidas para preservar la salud mental de los ciudadanos.

“Se debe permitir a los ciudadanos caminar y hacer ejercicio al aire libre manteniéndose las distancias. Esto podría restringirse a áreas públicas contiguas que no se superpongan”, resumen.

SUSPENSIÓN PARCIAL DE VACACIONES

Quizá su propuesta más controvertida sea la de suspender parcialmente las vacaciones de verano, con la idea, defienden, de compensar el parón económico en el que estamos desde mediados de marzo.

“Los sindicatos, los empresarios y los gobiernos deben coordinar una suspensión parcial de las vacaciones de verano para compensar parcialmente la pérdida de actividad económica”, recomiendan.

SANCIONES MÁS SEVERAS

Como octava medida, ven necesarias sanciones más severas para aquellos que se salten las medidas de seguridad adoptadas por los gobiernos. Creen que sería la mejor manera de que se mantenga la disciplina en un escenario más relajado de vuelta a la actividad.

“Las violaciones de las medidas de confinamiento (relajado) deben estar sujetas a multas elevadas. Es de esperar que con ello se cumpla mejor el uso de mascarillas y el distanciamiento social en la calle, etc. Deberían iniciarse sanciones para aquellos que se desvíen repetidamente”, exponen.

COORDINACIÓN ENTRE AUTORIDADES

Por último, consideran que “la lucha contra el coronavirus debe coordinarse entre las autoridades regionales y supranacionales para garantizar el apoyo mutuo dentro del país, y entre países”.