El uso de herbicidas en agricultura intensiva está creando alarmas que, en ocasiones, pueden llevar a más de un movimiento u organización política a presentar iniciativas en contra de estos compuestos químicos. En sentido contrario, no son pocas las denuncias con las que el sector de los químicos plaguicidas, sería acusado de fomentar campañas contra quién promueve la erradicación de su uso. Junto a esto, también están los daños colaterales que pueden causar las aplicaciones de sustancias biocidas, como la eliminación de flora que puede ser muy útil para la producción de miel, para mantener la biodiversidad y la vida de otros polinizadores.
¿ALARMAS INNECESARIAS?
Los efectos “colaterales” de los diversos compuestos químicos destinados a la eliminación de malas hierbas, son el caballo de batalla para ecologistas y agricultores contrarios a estos productos. Por su parte, las compañías químicas, como Monsanto-Bayer, estiman que el daño atribuido a sus productos no existe si se emplean de manera correcta. Este rifirrafe a veces tiene como consecuencia la aparición de noticias donde unos y otros están avisando de efectos como la desaparición de determinadas especies vegetales y animales; o por el contrario, informaciones donde se denuncia que el consumo de determinados productos “verdes” también favorecen la eliminación de fauna y flora.
Así, la aparición de una información que relacionaba la elevada mortandad de abejas con el cultivo de almendras para obtener “leche de almendra, una de las alternativas veganas preferidas a la leche de vaca”. Esa información señala la muerte de 50.000 millones de avellas entre 2018 y 2019. Otras de las causas sería el estrés provocado para que polinicen antes de tiempo los almendros en terrenos extensos, donde esos árboles estarían tratados con pesticidas que también fomentaría la muerte masiva de estos insectos.
“Me cuesta creer que la producción de almendra esté acabando con la población de abejas”, dice Xesús Asorey, presidente de AGA. Sí es cierto que en países como Argentina se compraron grandes extensiones de terreno por parte de multinacionales para sembrar soja y maíz transgénico. “Argentina era el segundo productor mundial de miel, el caso es que por el uso de pesticidas las abejas sí morían en cantidad”. Asorey no descarta la mortandad de abejas por acelerar el proceso de polinización antes de tiempo.
“China y EE UU sacrifican abejas para polinizar las grandes extensiones de terrenos plantados” dice Manuel García, apicultor. Las palabras de García son compartidas por Elisa Oteros, de Ecologistas en Acción, cuando afirma que las grandes extensiones americanas ayudaron a “crear una industria de abejas polinizadoras” que se está copiando en Europa. Así en España existe un ajetreo de apicultores con colmenas para polinizar cultivos, cosa que en Galicia de momento aún no se da de forma intensa. Aunque las amendoeiras están expandiéndose polo sur de Galicia.
«Los productos fitosanitarios contribuyen a aumentar los rendimientos en la agricultura y ayudan a asegurar una buena calidad en los alimentos. Pero al mismo tiempo, su utilización puede tener efectos en la producción vegetal«, señalan desde la Consellería de Medio Rural.
LOS MODELOS DE PRODUCCIÓN, ¿PAN PARA HOY, HAMBRE PARA MAÑANA?
La creciente demanda de almendras y otros frutos semejantes trajo pareja la reconversión del campo. Terrenos de olivos, viñedos y otras especies tradicionales, están dando paso a los almendros que, de momento, suponen un negocio “rentable”. “La almendra necesita mucha agua, por eso se crean sistemas de riego para cultivarla en lugares donde antes no se daba” señala Elisa Oteros.
“El precio de la almendra ahora mismo es elevado, pero cuando el mercado ya esté saturado, los precios bajarán, con eso tenemos pan para hoy y hambre para mañana” señala Oteros. La plantación de almendros necesita de una inversión que implica muchas veces solicitar créditos. “Los precios pueden mantenerse altos durante tres o cuatro años, pero si bajan, ¿cómo se acabarán de pagar esos créditos?”.
Y para asegurar el cultivo, hay que asegurar que no haya insectos polinizadores que compitan con las abejas. Ahí es cuando entran productos como el glifosato, un potente herbicida con unas consecuencias hasta el momento desconocidas. En marzo de 2019 la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, EFSA, tuvo que retirar las restricciones de acceso a sus informes sobre el glifosato y su toxicidad.
Las normas comunitarias que definen los límites máximos de residuos (LMR) de plaguicidas en alimentos y piensos, están en el Reglamento (CE) nº 396/2005 del Parlamento Europeo. También están las del Consejo de 23 de febrero de 2005, relativas a los límites máximos de residuos de plaguicidas en alimentos y piensos de origen vegetal y animal y que modifica la Directiva 91/414/CEE del Consejo.
Otro riesgo que trae el monocultivo de árboles como los almendros, es que eliminan el cultivo en mosaico, tradicional en Galicia y otros lugares, abriendo paso a extensiones uniformes. Dichas extensiones fomentan la eliminación de plantas que supongan un riesgo para los cultivos. “El herbicida se emplea todo el año, pudiendo aplicarse tres veces por día” señala Manuel García. De esta forma, los terrenos estarán cargados de herbicidas y pesticidas durante uno largo período de tiempo.
Las nuevas técnicas intensivas de producción agraria están pensadas para el abastecimiento constante de los mercados. El uso de productos químicos de los que se desconocen muchos efectos secundarios, pueden eliminar parte de la fauna y flora local, dejando un paisaje solo con monocultivos y hierba sin flores que polinizar.