¿Quién no ha hecho alguna vez de carpintero, pintor, albañil, fontanero o electricista, sin ser especialista, para arreglar algo en su hogar? El bricolaje es una actividad al alza, cada vez más gracias a miles de recursos en Internet (vídeos, blogs, sitios web…) en los que se anima a aficionados a realizar tareas caseras en vez de recurrir a profesionales. Una alternativa que puede ahorrar costes económicos, pero que nos puede salir muy cara para nuestra salud.
Un estudio realizado por investigadores gallegos alerta de los peligros de realizar estas actividades manuales cuando quien las hace no conoce los riesgos a los que se expone: inhalación de sustancias cancerígenas y riesgo de padecer cáncer de pulmón.
Cuando manejamos barnices, disolventes, pinturas, pegamentos o estamos expuestos al polvo de la madera, como aficionados puede que no sepamos que estamos expuestos a sustancias que pueden incrementar el riesgo de desarrollar esta enfermedad. Datos científicos avalan esto.
Los autores del estudio afirman que “los carcinógenos utilizados en actividades de bricolaje pueden aumentar el riesgo de cáncer de pulmón”, una asociación que se da “tanto en las personas que fuman como en las que nunca fumaron”.
Los científicos combinaron los datos obtenidos en diversos estudios previos en el noroeste de España sobre radón residencial y cáncer de pulmón, en su gran mayoría de pacientes residentes de Galicia, aplicando un estudio de casos y controles, esto es, un estudio epidemiológico, observacional, analítico, en el cual los sujetos se seleccionan en función de que tengan (casos) o no (control) la enfermedad (una vez seleccionados los individuos en cada grupo, se investiga si estuvieron expuestos o no a una característica de interés y se compara la proporción de expuestos en el grupo de casos frente a la del grupo de controles).
En total, se incluyeron 2.985 participantes (1.528 casos y 1.457 controles), es decir, la mayor muestra analizada hasta ahora en los estudios realizados en la población del noroeste peninsular sobre la relación entre bricolaje y cáncer de pulmón. Entre todos ellos, 510 casos y 794 controles nunca fueron fumadores.
¿Qué novedad acerca este estudio respecto a otros anteriores? “Su mayor tamaño muestral, la posibilidad de preguntar por el tiempo de realización de estas actividades y haber computado algunas exposiciones específicas (pintura, barnizado)”, explica a este periódico Alberto Ruano, profesor titular de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad de Santiago.
Lo que encontraron es que la práctica de actividades de riesgo relacionadas con el bricolaje fue más frecuente entre los casos de cáncer: el 16 % estuvo expuesto a exposiciones cancerígenas practicando bricolaje, frente el 11,8 % para los controles. Estos disminuyeron a 9,70 % y 5,80 %, respectivamente, cuando solo se tomaron en cuenta las personas que practicaron tales actividades durante por lo menos diez años.
El tipo histológico predominante fue el adenocarcinoma (cáncer que comienza en las células glandulares), con 686 casos (45 %), seguido por el carcinoma de células escamosas (aproximadamente entre un 25 % – 30 % de todos los cánceres de pulmón son carcinomas de células escamosas), con 359 casos (23,5 %) y carcinoma de células pequeñas, con 338 casos (22,2 %).
El RIESGO DE UNA EXPOSICIÓN PROLONGADA
¿Cuáles son las variables que se pueden considerar más importantes para relacionar estas actividades con el cáncer de pulmón? “La duración de la realización de este tipo de actividades, probablemente”, expone Ruano en charla con GC.
Se observó que existe mayor riesgo de cáncer de pulmón entre las personas que practican actividades de bricolaje durante diez años o más. En entre estas, la mayor tasa se da entre las que realizan estas actividades con mayor duración de la exposición y más horas semanales (por lo menos 7 horas por semana).
Más detalladamente, se identificó el riesgo máximo para el carcinoma de células pequeñas en aquellas personas que estuvieron expuestas a carcinógenos haciendo bricolaje durante por lo menos diez años.
Sobre el tipo de actividades, el barnizado y la pintura fueron las actividades más relacionadas con el riesgo de cáncer de pulmón, alcanzando una significación estadística para el adenocarcinoma, el carcinoma de células pequeñas y tipos histológicos poco frecuentes.
Parece, por lo tanto, evidente que “algunas actividades específicas de bricolaje parecen estar más asociadas con el cáncer de pulmón que otras”, siendo la pintura y el barniz las que “muestran el mayor riesgo”, apuntan los expertos.
FUMADORES Y NO FUMADORES
Los resultados, dicen los autores del estudio, “apoyan la hipótesis de que las actividades o pasatiempos de bricolaje que implican la exposición a ciertos compuestos cancerígenos se asocian con un mayor riesgo de cáncer de pulmón, tanto en personas que nunca fumaron como en personas que nunca lo hicieron, con un riesgo de aproximadamente el doble en aquellas que realizaron estas actividades de riesgo durante por lo menos diez años, en comparación con las que no las realizaron”.
Tal vez el más destacado de estos análisis es que el riesgo de cáncer de pulmón relacionado con las actividades de bricolaje en las personas que nunca fuman es elevado. De hecho, en comparación con los que nunca hicieron estas tareas, el riesgo se duplica de promedio en los no fumadores y llega a triplicarse en los casos en los que estas prácticas se realizaron durante un mínimo diez años.
MATERIALES DE RIESGO Y PROTECCIÓN
Los investigadores creen que esta asociación entre bricolaje y cáncer de pulmón podría explicarse por la “exposición continua a ciertos carcinógenos comúnmente utilizados” en estas actividades, “como polvo de madera, pinturas, pegamentos, disolventes orgánicos o lacas”.
Apuntan, además, que a pesar de que los niveles de exposición de los aficionados a estas sustancias son “mucho más bajos” que en el caso de los profesionales, “se debe dar importancia al hecho de que muchas de estas personas desconocen o están mal informadas sobre los efectos nocivos de estos compuestos cancerígenos y, por tanto, no se toman medidas de protección adecuadas para reducir este daño”, advierten.
A esto hay que añadir que “el tiempo dedicado a estas actividades puede ser considerable en un gran número de personas y estas actividades de riesgo pueden realizarse en espacios cerrados y con poca ventilación, lo que facilita la inhalación de estas sustancias cancerígenas”.
En base a las evidencias, consideran que las autoridades sanitarias y los profesionales de la salud deben alertar a la población sobre la importancia de evitar estas exposiciones o utilizar medidas de protección al realizarlas, como utilizar guantes, emplear máscaras, cerrar los botes de pintura, disolvente o pegamento cuando ya no se utilicen y, sobre todo, realizar las actividades al aire libre o en un espacio ventilado.
“Es importante establecer medidas básicas de protección para las personas que hacen este tipo de actividades, y que últimamente son relativamente frecuentes (restauradores de muebles aficionados, talleres y cursos de manualidades, etc.). En estos casos, deberían establecer medidas de protección, lugares ventilados con extracción de aire, no dejar envases abiertos, etc.”, aconseja Ruano.
Los resultados del estudio han sido publicados en la revista científica Enviromental Research, en un trabajo titulado ‘Lung cancer risk and do-it-yourself activities. A neglected risk factor for lung cancer’.
El trabajo está firmado por 18 investigadores de los principales hospitales públicos de Galicia, además del Servicio de Oncología del Hospital Universitario Puerta de Hierro de Madrid, el Departamento de Epidemiología de la Universidad Brown (Estados Unidos), el Instituto Nacional de Silicosis en el Hospital Universitario de Asturias, los servicios de Neumología de los hospitales universitarios de Ávila y León, y el Servicio de Oncología del Hospital Universitario de Puerto (Portugal).