Galicia es tierra de grelos. Quien más y quien menos planta unos cantos para saborear un bueno cocido en estas fechas próximas al carnaval. Mas… No todos saben igual. Los hay que a lo largo del tiempo fueron consiguiendo una fama particular. Es el caso, por ejemplo, de los grelos del Val do Xestoso, en Monfero. Se dice de ellos que incluso semejan «espárragos» de lo blandos que están sus cañotos.
También los de Abadín y los de Ordes se hacen hueco en la cúspide de los grelos mejor valorados. De hecho, estos tres productos de máxima calidad llegaron a retarse en una cata protagonizada por el coruñés Estrella Michelín, Luis Veira. De entre todos ellos, y no sin grandes dudas, hubo un claro ganador: el grelo de Monfero.
Hasta el cura del lugar se anima a hablar de ellos: «Los grelos de Xestoso se caracterizan porque no son tan amargos como los del resto de Galicia, y además, son muy blandos, tanto que incluso la parte más gorda se puede comer porque es muy tierna». No hay diente que se resista! «Existe mucha tradición porque es diferente. No es por quitarle mérito a los demás, pero tiene mucha fama. Lo del espárrago gallego le viene como anillo al dedo!», cuenta también Francisca Couto, de la Cooperativa Val Xestoso.
FERIA DEL GRELO
Tal es el poder de atracción de estos grelos que incluso se organiza una feria para rendirles homenaje. De la mano de la Cooperativa Val Xestoso, el campo del Canedo (Monfero) acoge todos los años un evento en el que se degusta el producto gastronómico estrella acompañado de patatas, chorizo, costilla, oreja, lacón, pan y vino. De esta vez, la fecha escogida es el 16 de febrero. Ese día, los propios productores del lugar van a vender sus mejores manojos, además de otros manjares del campo. Y también habrá una exposición de maquinaria agrícola y música para amenizar la fiesta.
La jornada incluye, como ya es costumbre, un «concurso de madas«. El mejor manojo de grelos se lleva premio. Según cuentan, siempre dejan como mano blanca al pregonero, que de esta vez, será el periodista, escritor y fotodocumentalista Ramón Loureiro.
En suma, una cita fundamental para darle un gusto al paladar.