El tiempo pedía estar al abrigo y hubo quien encontró en esta mesa redonda alrededor del género y el cine el amparo necesario. El Festival Cineuropa reunió en el Auditorio de Galicia a tres mujeres del cine que charlaron sobre el ‘estado de las cosas’: los papeles de las mujeres, los arquetipos de los que son capaces de huir – o no -, los atrancos en la alfombra roja de los festivales, y el acoso sexual y el movimiento Me Too.
A las puertas del Día Internacional Contra la Violencia de Género -25N- hace falta también tener presentes los discursos de todas esas mujeres cineastas y actrices que alzaron y alzan la voz para denunciar sometimientos sexuales y abusos de poder hacia ellas. En este encuentro, la realizadora Ángeles Huerta, la directora hasta el 2018 del festival de cine fantástico FKM, María Núñez, y la actriz y docente especializada en género, Mireia Iniesta, moderadas por la directora del Cineuropa, Laura Seoane, toman la palabra para hablar de los avances y retrocesos de la situación de la mujer en este campo.
NÚMEROS QUE NO DAN
Normalizar la presencia de relatos y vistazos de mujeres en el cine sigue siendo el gran reto al que se enfrentan. Para Ángeles Huerta, que deja claro que no quiere sonar prosaica, todo radica en una «cuestión de números«: «Hay estadísticas demoledoras sobre la presencia femenina en el cine». Lo cierto es que las cifras son reveladoras. Según apuntan, el tiempo hablado en pantalla por mujeres es «ínfimo» respeto a los hombres, y además, la presencia de la voz hablada merma a medida que las mujeres van cumpliendo años. Todo lo contrario de lo que acontece con ellos, el género masculino. «Las mujeres maduras no existen o tienen monosílabos», critica Huerta.
Esto se resuelve, aseguran, teniendo más productoras, directoras, guionistas… En definitiva, mujeres en el equipo creativo y en la toma de decisiones argumentales. Peor por lo de ahora, los puestos creativos tienden a ser ocupados por hombres y los puestos de gestión por mujeres. «No hay muchas y es muy difícil», dice Mireia Iniesta. «Cuando en el estado español una mujer pide dinero para hacer una película le dan exactamente la mitad de dinero del que le dan a un hombre por una ópera prima», sentencia. Debajo de ese techo de vidrio hay un “suelo pegajoso»: «haces de secretaria, y se tienes contratos es con muchas trabas y problemas«.
En los festivales, el panorama mudó, pero no tanto como debería. Si bien es cierto que hay una nueva generación de mujeres dirigiendo, la proyección que alcanzan estas obras está muy por debajo del éxito de las dirigidas por hombres. «Muchos festivales presumen de tener mayor cantidad de filmes impulsados por mujeres, pero están en secciones paralelas y en muchos casos queda en el 20% o 30% de las obras totales», cuenta María Núñez. «Vas a Cans, Toronto, Sitges o San Sebastián y el panorama es desolador».
La brecha de género se abre aún más si ponemos el foco en el tipo de películas y en los presupuestos que se manejan, motivo que también encuadra las mujeres en un determinado género cinematográfico. Mientras que en terror, ciencia ficción o gore es muy difícil encontrarlas, el documental y el cine experimental es el espacio femenino por excelencia. «Son bienvenidas porque los presupuestos son menores», concuerdan todas.
Paradójicamente, en las escuelas de cine el número de estudiantes mujeres es «infinitamente mayor» que el de hombres, resalta Mireia. El problema es que muy pocas llegan al ámbito profesional. ¿Por qué sucede? «El cine es parte de la vida», argumenta ahora Ángeles. «La razón es a misma por la que teníamos cinco candidatos hombres a la presidencia del gobierno». Mas, buscando luz sobre el discurso oscuro, la realizadora reivindica el poder del cine dentro de la cultura contemporánea para crear imaginario, visibilizar, sensibilizar y normalizar. En suma, para abrirnos a la realidad.
ABUSOS SEXUALES Y ME TOO
El longevo debate alrededor de si es posible separar autor de obra también se coló en esta mesa redonda. Tanto María, como Mireia y Ángeles concuerdan en que se debe diferenciar una cosa de otra. «Imaginen que no entramos a ver un museo con obras de Picasso teniendo en cuenta el maltrato sistemático de este señor hacia sus musas», resuelve Mireia.
A raíz de la polémica surgida alrededor del director Roman Polanski, que viene de ser nuevamente acusado por violación en los años 70, la docente incide en una cuestión concreta: «revisaba la obra y el tema del abuso está presente en todas sus películas. Entonces la pregunta que yo me hago es: «Él se separa de su obra?», deja en el aire. «El cine es autoral pero no es nunca una obra individual. Cuando castigas una obra de Polanski no sólo lo castigas a él, castigas a todas las personas que trabajaron en ella para hacerla realidad», comenta ahora Ángeles.
Más allá de esto, los abusos sexuales siguen presentes en la industria, y muchas mujeres, en el marco del movimiento internacional Me Too, alzaron la voz para denunciarlos. Sin embargo, frente a estos actos de empoderamento, «el patriarcado se defiende», cuenta Mireia. Polanski incluso lo definió como un «gesto de histeria colectiva». «Siempre habrá voces que intenten parapetarse en lo de siempre, porque dejarte avanzar a ti implica que alguien tenga que retroceder». Con todo, y si bien hay hombres que aún hoy emplean el sexo para conseguir cosas, «este marco feminista te da las herramientas para verlo y pararlo», comenta María. Tanto ella como Mireia se han visto envueltas en situaciones violentas. «Yo lo encontré mucho. Tuve que rechazar un montón de publicaciones e invitaciones a lugares porque sabía que detrás venía lo otro», reconoce la docente.
¿SE HUYE DE LOS ARQUETIPOS?
¿Hasta qué punto hay voluntad de cambio para crear otro tipo de historias? La imagen de la heroína súper poderosa es un «arquetipo imposible», cuentan. Concretamente en el cine del terror, la figura de la Final Girl – esa mujer que sobrevive y se enfrenta al asesino -, es la «representante del sistema»: «es la mujer con una relación estable, resolutiva, estudiosa, piensa rápido» y sigue el manual impuesto socialmente al pie de la letra. Según María Núñez, «no hay un empoderamiento real».
«Es un sí pero no», prosigue. Muchas veces a mujer desarrolla un rol masculino en sus relaciones con los demás. «¿Dónde están las contradicciones? ¿Dónde están las preocupaciones? ¿Qué diferencia hay entre estas heroínas y Superman? ¿Dónde está lo femenino?», se pregunta. En este cine de terror que es el «relato masculino por antonomasia» – dice Mireia – los personajes femeninos son, en el fondo, personajes masculinos con un cuerpo diferente.
El cine construye cultura y crea nuevos imaginarios sociales. Urge, luego, emplearlo no para perpetuar conductas desiguales, sino como uno de los caminos más firmes para la destrucción del patriarcado. Que pronto llegue ese día en que nos sintamos representadas en todas las pantallas.
