Los agricultores de la montaña de Lugo están alarmados ante lo que consideran una plaga de ratas-topo que está dañando seriamente la producción de forraje y la alimentación del ganado. De momento no hay estimaciones firmes sobre las pérdidas económicas causadas por estos roedores. Tampoco se ha cuantificado la extensión de terreno afectada, pero ya hay quien habla de 4.000 hectáreas y una reducción del 50% en la producción de forraje, además de la mala calidad del que ya se ha recogido.

LA ACCIÓN DE LOS RATONES- TOPO

El problema de ganaderos y agricultores con las ratas-topo está en que estos roedores comen las raíces de las plantas como hierba forrajera o cultivos. A esto hai que sumarle que cavan galerías a poca profundidad expulsando la tierra excedente a la superficie. Atierran el pasto y esto trae la pérdida de forraje, de superficie útil y pérdidas para alimentar al ganado.

“Se sienten cómodas en terrenos duros de zonas altas y también entran en áreas de labradío” dice Carlos, ganadero ecológico de Triacastela. Cuando se le pregunta sobre la aparición de este roedor, responde que el problema empezó hace doce años. “Llegaron con fuerza pero después nos dieron un respiro, también se habían tomado medidas eso es cierto, y así estuvimos tranquilos dos o tres años”. Pero ahora “llevamos tres o cuatro años que vuelven con fuerza otra vez”.

Carlos apunta que esta “no es una especie autóctona como dicen otros”, y tampoco considera que la culpa de su proliferación esté en la falta de depredadores naturales. “Los primeiros casos se daban primeramente al lado de las carreteras para después avanzar desde ahí”.

Iván Raposo, responsable de Unións Agrarias (UU.AA) de Courel apunta por su parte que “siempre hubo rata-topo, la gente mayor dice que siempre se han visto, pero no en áreas donde se ven ahora”. Para Iván Raposo, los inviernos más cálidos de las últimas décadas están detrás del aumento de la población de estos animales.

Una nota de la SECEM ( Sociedad Española para lana Conservación y Estudio de los Mamíferos) emitida pocos días después de las primeras noticias sobre la acción de las ratas-topo en Galicia, informaba que desconocen si los datos recogidos sobre este asunto eran rigurosos o “simples percepciones de un sector con intereses económicos”.

Sobre la presencia de este roedor, SECEM apuntaba en la misma nota que “sabemos que en Lugo la especie tiene un área muy restringida en la parte más oriental” de la provincia, en los límites con Asturias y la provincia de León. Una zona donde “se ha hecho una transformación de los pastos tradicionales en pastos intensivos”. Este cambio en el tipo de explotación para alimentación del ganado, podría ser uno de los motivos que explicaría el aumento de la presencia de la rata- topo.

Lo que sí tiene claro esta organización conservacionista, es que estos animales siempre tuvieron picos de población muy elevados durante períodos de tiempo distantes entre sí. Luego esas poblaciones remiten de manera natural, como creen que sucederá en la montaña de Lugo.

¿UNA PLAGA ELECTORALISTA?

“En marzo fuimos una representación de los ganaderos a una reunión en la delegación de Medio Ambiente de la Xunta en Lugo” dice Carlos. “Fuimos a Medio Ambiente porque se trataba de una plaga, nos dijeron”. Además de eso según declara Carlos, también les comentaron que tomarían medidas e igual tendrían que ir a alguna reunión en Santiago.

Preguntado si los informaron sobre posibles transmisiones de enfermedades al ganado, Carlos dice que no los informaron de nada, “El forraje que recogemos va en balas, con lo que lleva tierra y ratas- topo dentro y con eso alimentamos a las vacas”. Los controles sobre las cabezas ganaderas se hacen anualmente. “En mi caso estoy en una ADSG, donde hacen analíticas para detectar todas las posibles dolencias”. De momento no hay noticias sobre este punto.

Las consencuencias económicas para la ganadería de la zona podrían ser “pérdidas estimadas por lo menos del 50% del forraje y la que tenemos es de muy mala calidad” señala Iván Raposo. El pasado día 18 de noviembre el director general de Gandeiría, José Balseiros, se reunió con agricultores y ganaderos de la comarca. En dicho encuentro estimó la superficie afectada en 1.500 hectáreas. “Esa extensión ya la habíamos estimados nosotros desde los primeros días, pero por lo que comentan los ganaderos, de momento estimamos en 4.000 las hectáreas afectadas” señala Raposo. “Las pérdidas que podría afrontar este año estarían alrededor de 10.000 euros” dice Carlos el ganadero de Triacastela.

La reunión con el director general de Gandeiría no quedó libre de polémica por lo que apunta Carlos. “Nos calificó de electoralistas por sacar el tema en época de elecciones”. Por otra parte, en esa misma reunión, los ganaderos le recordaron a Blaseiros el encuentro con Medio Ambiente en Lugo, “y los de Gandeiría dicen que lo sabían, pero que como no nos habíamos reunido con Medio Rural no sabían nada y por eso no habían estado antes, ¿es que no se entienden entre ellos?”.

Sobre las medidas a tomar, de momento “enviaron técnicos de campo para evaluar los daños, pero no tomaron ninguna decisión” dice Carlos. Este ganadero estima que la colocación de trampas había debido tenerse hecho en marzo y así los daños en los pastos serían menores.

La rata-topo de la Cornisa Cantábrica (arvicola scherman cantabriae) tiene unos comportamientos similares a sus parientes de otras zonas de Europa. Picos de población muy elevados durante unas épocas para disminuir después durante un espacio de tiempo variable. De momento, los ganaderos siguen quejándose del aterramiento de sus pastos. Los ecologistas hablan de la transformación del sistema de explotación del pasto como un desencadeante del fenómeno en Lugo y por el momento, las valoraciones sobre pérdidas son estimativas.