Vivimos un boom de coros en Galicia. No hace falta hurgar mucho en cualquier ciudad o villa gallega para encontrarse con uno. Nos últimos tiempos el canto coral adquirió una nueva fuerza, tanto que existen para todos los gustos: los hay clásicos, de música tradicional, de soul, de pop, de rock, de jazz… Su tradición viene de muy lejos en Galicia – de hecho, hay cuatro coros históricos que tienen más de un siglo de vida -, y ahora, otros muchos están naciendo al amparo de asociaciones culturales, escuelas de cuanto o agrupaciones con intereses musicales semejantes.
Es el caso del Coro Encaixe y el Coro da Ra, en Santiago de Compostela; o el Coro El Acorde Secreto, en A Coruña; pero éstos sólo son tres de una larga lista de agrupaciones. Todas ellas rompen con esos clichés que siempre se suelen asociar a los coros: ni son aburridos, ni son de Iglesia, ni cantan sólo música clásica… Son grupos de personas de todas las edades que se juntan para cantar temas actuales o darle una vuelta innovadora a los tradicionales, que llaman la atención de la juventud y que cada vez cogen más energía. Ofrecen, muchas veces, un espectáculo completo: juegan con las diferentes voces, cuidan la escena y teatralizan las piezas musicales.
EN El CAMINO DE LA INNOVACIÓN
La busca de nuevas fórmulas escenográficas y de nuevas conjugaciones de voces y sonidos caminan a la par de la actividad coral. El Coro da Ra nació con la intención de cubrir un hueco que hasta entonces se mantenía vacío en Galicia. Hace 26 años, a Ramón Bermejo, su director, le rondaba en la cabeza la idea de crear una agrupación coral con un repertorio innovador. «Mis gustos musicales se dirigían hacia el jazz, el blues… En Barcelona había fundado un coro, y después quise traer ese modelo para aquí», relata. Así pues, salió a las calles de Compostela, puso carteles por bares y farolas, y enseguida juntó un grupo de treinta personas que comenzó a cantar por Stevie Wonder o Ray Charles.
¿Y por qué no una de Queen a golpe de pandeireta? El Coro da Ra no cierra las puertas a las mezclas y hace un tiempo tuvo a bien mezclar la conocida pieza de Bohemiam Raphsody con el tastarastás de una muiñeira. «La parte más cañera no acababa de convencerme sólo con voces… Y en un ensayo dije: ‘ostrás, pero si esto es una muiñeira! Metimos la pandeireta y funcionó de maravilla!». Los recursos de la música tradicional, cuenta, pueden encajar a la perfección en otros muchos estilos, así que trabajan con el ánimo de seguir casando músicas nunca antes unidas.
Con base en la lengua gallega y en las piezas de los grupos del país trabaja el Coro Encaixe. Esta otra agrupación surgió como quinteto vocal y a raíz del programa ‘Oh, Happy Day‘ de la TVG – del que resultaron ganadores – la familia fue aumentando. Su director, Manuel Abraldes, explica que el sentido de Encaixe radica en «hacer temas de artistas gallegos». «Somos de aquí y partimos de la música de aquí». Así es como Narf, Marful o música popular recogida por las aldeas suben al escenario de la mano del canto coral. «Es nuestra manera de darles las gracias por todo lo que nos dan, la manera de pagarles el ‘favor'», dice Manuel.
De A Coruña, la ciudad gallega con más tradición coral del país, viene El Acorde Secreto. Hay cosa de cinco años, camino de seis, Daniel G. Artés decidió hacer una prueba de cuanto y allí se juntaron 25 personas. Su intención era crear un coro enfocado a la musica moderna, menos serio, más acercado a las bandas sonoras. Ahora, siguen trabajando en esa búsqueda de nuevos formatos que escapan del coro estático y de la imagen clásica del coro. Por delante tienen el objetivo de introducir de manera más potente el componente escénico que hace de cada actuación un espectáculo completo.
El VALOR DE LO COLECTIVO
De un tiempo a esta parte, la actividad coral del país se vio muy reforzada. Poco a poco fueron apareciendo grandes coros tanto en el terreno de lo clásico como en el del moderno. Ramón Bermejo, que fue también jurado de ‘Oh, Happy Day’, asegura que en estos últimos diez años la vida coral en Galicia adquirió «un nuevo color». El Coro Picoro, Sisters in the House, el Coro Sin Nombre, el Coro Coda, el Obradoiro Coral A Vila son algunos de los muchos que inzan la geografía gallega.
«La música vocal tiene un atractivo especial, es mágica«, cuenta Ramón. «Cuando consigues poner en escena arreglos atractivos los oyentes se dejan llevar». Será por eso que cada vez más gente cambia el patio de butacas por el escenario. Y tiene mérito. En una sociedad como esta en que cada vez más prima el individualismo, los coros se erigen como una isla en que la colectividad triunfa. Así pues, una vez a la semana, un grupo bien numeroso y heterogéneo de personas se reúne en un espacio de la ciudad para juntar sus voces al unísono y crear músicas que juegan con la teatralidade. Forman parte de un proyecto común, reman en la misma dirección y establecen conexiones a nivel social, artístico y espiritual.
Muchos estudios han comprobado que cuando un conjunto de personas cantan al unínoso llega un momento en que el latir de los corazones de acompasa. No es difícil de creer, entonces, que un coro incluso te pueda cambiar la vida, como dice Daniel. «Te enseña técnicas musicales, pero también es una experiencia personal muy bonita. Te enseña a estar en la vida, a empatizar, a compartir, a ayudar a los demás y ser ayudado por los demás». La vida coral es la vida misma. Según cuenta Bermejo, en las sociedades más avanzadas es donde más coros hay: «una sociedad que canta es una sociedad más tolerante. Está demostrado».
HISTORIA SECULAR
Este boom coral que vive hoy Galicia se asienta sobre una larga tradición histórica. Algunos de los más importantes nacieron vinculados a las Irmandades da Fala y estaban formados por gente trabajadora. «Era una labor filantrópico», cuenta el historiador Miguel Anxo Seixas. «Tenían el mérito de recoger la música culta que estaba oculta, pasarla al pentagrama y divulgarla por el mundo entero». Seixas acaba de presentar una exposición – Son de Galicia, del Consello da Cultura Gallega – que reconoce la labor de los coros históricos en la cultura gallega.
En esta muestra recorre la historia de cuatro de ellos que aún hoy se mantienen: Toxos e Froles, en Ferrol; Cantigas e Agarimos, en Santiago; De Ruada, en Ourense; y Cántigas da Terra, en A Coruña. La trayectoria de estas agrupaciones explican un tiempo, una organización social, una identidad cultural y una evolución de las técnicas teatrales, que siempre estuvieron ligadas a los coros. El director de Toxos e Froles, Arturo Lamas, añade que «parte de la historia de Galicia tiene que explicarse desde Toxos». Este tipo de coros marcaron el movimiento galleguista y, de hecho, la primera asociación en usar la bandera gallega con el escudo borgado es la del Toxos. Si bien en la actualidad son pocos los que siguen manteniendo la actividad coral ligada al canto gallego, la presencia de estas entidades históricas continúa su labor de «dignificación de la música tradicional y de compromiso con la cultura».
De hecho, recorrieron mundo en una época en que poco se conocía de Galicia en el extranjero. Visitaron Portugal, Francia, Italia, México, Cuba… Según Miguel Anxo Seixas se convirtieron en «embajadores de Galicia». «Había cientos», cuenta. Perfecto Feijóo y aquel grupo pionero Aires da Terra dejó una estela que hoy recogen muchos coros gallegos. Modernos, clásicos o tradicionales, el canto coral, en definitiva, ayuda a que un pueblo no pierda sus colectividades.
