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La dieta de los gallegos es de las más contaminantes en España, según un estudio

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La dieta de los gallegos es de las más contaminantes en España, según un estudio
Huella de carbono de las dietas por comunidad autónoma / X. Esteve-Llorens et al. - Journal of Cleaner Production 242 (2020) 1184912.

La huella de carbono es un indicador ambiental que pretende reflejar la totalidad de los gases de efecto invernadero emitidos por efecto directo o indirecto de un individuo, colectivo, empresa, evento, producto… En definitiva, es el impacto que tiene sobre el clima el desarrollo de una actividad, y se mide en toneladas o kilos de CO2 equivalente.

Existe la creencia de que el consumo de alimentos no tiene emisiones asociadas y que solo contamina la industria. Pero lo cierto es que nuestros hábitos alimentarios, nuestra dieta, tiene también un impacto contaminante, un balance global de emisiones de gases de efecto invernadero fruto de actividades como el cultivo, la fabricación y el transporte de lo que comemos.

Ahora, un estudio científico señala que los gallegos están a la cabeza en España en lo que se refiere al impacto de su dieta sobre el clima, junto con asturianos y castellano-leoneses. ¿La razón? Un mayor consumo de carnes, lácteos y mariscos.

La huella de carbono asociada a los patrones dietéticos de asturianos, gallegos y castellano-leoneses es de 1.195, 1.170 y 1.158 kg de CO2 equivalente por persona y año, respectivamente; la media estatal es de 1024 kg


La investigación está firmada por científicos de Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Santiago de Compostela, del Departamento de Medio Ambiente y Planificación del CESAM en la Universidad de Aveiro (Portugal) y de la Unidad de Análisis de Sistemas del Instituto IMDEA Energía de Madrid.

Los resultados indican que “las regiones del noroeste de España tienen las cifras más altas de huella de carbono” relacionada con los patrones dietéticos actuales de sus habitantes.

Más detalladamente, destacan que los ciudadanos de Asturias, Galicia y Castilla y León presentan una huella de carbono asociada con sus patrones dietéticos de 1.195, 1.170 y 1.158 kg de CO2 equivalente por persona y año, respectivamente. La media estatal es de 1024 kg de CO2 equivalente por persona y año.

Por el contrario, las regiones ubicadas en el sur y este de España muestran los valores más bajos, siendo los consumidores de las Islas Baleares los que producen con su dieta menor impacto en el clima, con 905 kg de CO2 equivalente por persona y año, seguidos por murcianos (926 kg de CO2), andaluces (944 kg) y valencianos (968 kg).

Asturias, Castilla y León y Galicia consumen un 28 %, 19 % y 37 % más de carne, lácteos y mariscos, respectivamente, que Islas Baleares, Murcia, Andalucía y la Comunidad Valenciana

Los investigadores apuntan que “el consumo significativamente mayor de carne, productos lácteos y mariscos es la causa principal de una mayor huella de carbono en las regiones del noroeste”.

Así, clarifican que Asturias, Castilla y León y Galicia consumen de promedio un 28 %, 19 % y 37 % más de carne, lácteos y mariscos, respectivamente, que las Islas Baleares, la Región de Murcia, Andalucía y la Comunidad Valenciana.

También destacan que las cifras más altas de huella de carbono se relacionan con una mayor ingesta calórica, de manera que “aunque el contenido energético de la dieta no varía mucho entre las regiones españolas, las que tienen la huella de carbono más alta son las que tienen la mayor ingesta de energía (Asturias, Castilla y León y Galicia)”, aportan.

Para explicar las razones de estas diferencias recuerdan que el clima, la cultura y los estilos de vida distintos “derivan en el consumo de alimentos en diferentes cantidades y con diferente regularidad”, mostrándose hábitos alimentarios distintos por áreas geográficas.

Los científicos saben de la existencia de un “patrón común” que indica que “alrededor del 80 % de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de carne, productos lácteos, mariscos, bebidas y cereales”. Y entre estos, los dos primeros “contribuyen al 50 % de las emisiones totales”. Mientras que las diez categorías de alimentos restantes analizadas solo contribuyen con alrededor del 20 % de las emisiones (frutas, verduras, legumbres, frutos secos, huevos, comidas enlatadas, comidas precocinadas, dulces, aceites y grasas, y salsas).

Esto explicaría por qué los del norte y la franja atlántica contaminan más que los del sur y zona mediterránea por el consumo de alimentos, ya que nuestra ingesta de carnes, lácteos y mariscos es mayor: “Las variaciones en la cantidad y las proporciones de estas categorías de alimentos son en gran parte responsables de las fluctuaciones en la huella de carbono entre las regiones españolas”, añaden los autores.

Huella de carbono de las dietas por comunidad autónoma / X. Esteve-Llorens et al. – Journal of Cleaner Production 242 (2020) 1184912.

DIETA ATLÁNTICA

¿Quiere decir esto que la dieta atlántica es altamente contaminante? No. Este estudio no se refiere a la dieta clásica gallega, altamente recomendable por los expertos y saludable para el planeta, en comparación con otras dietas, como ya han demostrado estudios previos.

En este caso se estudió el patrón dietético actual de la población, que en Galicia se está alejando de los estándares aconsejables de la dieta atlántica, como ya alertaron los investigadores.

Un estudio anterior alertó de que la dieta gallega actual es menos saludable y más contaminante que la atlántica tradicional, en declive

Los autores de esta última investigación recuerdan, por ejemplo, que estudios publicados recientemente sobre las dietas mediterránea y atlántica informaron de una huella de carbono de estas de 735 y 842 kg de CO2 equivalente por persona y año, respectivamente, pero solo considerando la etapa de producción. Unos valores “notablemente más bajos” en comparación con el promedio español obtenido en el presente estudio: 1024 kg de CO2 .

La razón de esos valores más bajos es precisamente que en los estudios previos se analizó el impacto de los patrones de dos dietas clásicas e ideales –mediterránea y atlántica–, no los nuevos hábitos alimentarios cada vez más extendidos entre la población. Además, en este tipo de trabajos no se acostumbra a incluir, por ejemplo, las bebidas.

“Por tanto, cuando se analizan estudios basados en patrones de consumo real, las proporciones y cantidades de ciertas categorías de alimentos cambian considerablemente (por ejemplo, un mayor consumo de productos ganaderos y alimentos procesados) y, en consecuencia, la huella de carbono también varía”, aclaran los científicos.

De hecho, los resultados de un estudio realizado precisamente en el Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Santiago de Compostela alertan de que la dieta gallega actual es menos saludable y más contaminante que la atlántica tradicional, en declive.

Tras comparar el impacto ambiental y nutricional de la dieta atlántica tradicional con las tendencias de consumo actuales, los científicos concluyeron que “el patrón de consumo real en Galicia está lejos del recomendado, con peor calidad ambiental y nutricional”.

La huella de carbono estimado para la dieta atlántica es de 4,53 kg de CO2 equivalente por persona y día, en la dieta gallega actual es de 5,22 kg

En el estudio comprobaron que las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas son aproximadamente un 15 % más altas para la dieta gallega actual que para la atlántica recomendada, principalmente debido a la mayor ingesta de carne y productos lácteos.

La huella de carbono estimado para la dieta atlántica es un equivalente de CO2 de 4,53 kg por persona y día, mientras que en la dieta gallega actual asciende a 5,22 kg.

También constataron que la principal factor responsable de las emisiones totales de gases de efecto invernadero es la etapa de producción de alimentos, independientemente del escenario: 4,07 kg de CO2 equivalente por persona y día en la dieta tradicional y 4,80 kg en la actual.

Sin embargo, si solo nos centramos en el impacto medioambiental de la dieta atlántica, resulta ser una de las más sostenibles del mundo, con una huella de carbono incluso más baja que la mediterránea, según otro estudio reciente.

Para los expertos, a pesar de que ambas dietas –atlántica y mediterránea– comparten la misma filosofía con respeto al consumo de frutas, verduras y aceite de oliva, la atlántica da prioridad al consumo de productos locales, frescos y de temporada, lo que se traduce en una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Para llegar la estas conclusiones, se realizó una revisión de la literatura científica sobre 66 escenarios dietéticos de todo el mundo. Esa revisión permitió constatar que tanto la dieta atlántica como la mediterránea presentan puntuaciones nutricionales altas y huellas de carbono bajas. Por el contrario, las opciones dietéticas identificadas en el norte y oeste de Europa, así como en Estados Unidos, tienen las huellas de carbono más altas, destacando la contribución de los productos lácteos como una fuente básica de proteínas y nutrientes de alta calidad, pero con una alta huella de carbono. Las dietas de India y Perú reportan las huellas de carbonos más bajas, principalmente debido a su composición característica rica en el alta ingesta de productos vegetales como legumbres, cereales y vegetales, y por la baja ingesta de productos animales.

Otro trabajo, publicado posteriormente, destaca que tanto la huella de carbono como la puntuación del índice nutricional de la dieta atlántica “son consistentes con las de otros estudios sobre la dieta mediterránea, que fueron reconocidos cómo beneficiosos”. Y concluye que la dieta característica del noroeste peninsular “se puede recomendar desde un punto de vista nutricional y ambiental, principalmente debido a la alta ingesta de pescado y verduras” y porque se basa en “promover el consumo de productos locales, frescos y de temporada, la cocina casera y los alimentos de bajo encausado”, lo cual contribuye a su baja huella de carbono”.

En este sentido, dicen, la atlántica puede considerarse una dieta sostenible, según las guías de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), ya que “tiene un bajo impacto ambiental y contribuye a la seguridad y calidad alimentaria”.

DIETAS SOSTENIBLES

Volviendo al último estudio publicado, los investigadores aplicaron también un análisis multicriterio para medir la sostenibilidad de las dietas en cada autonomía. Las variables analizadas fueron las muertes por tumores en el aparato digestivo, gastos en el sistema sanitario relacionados con la obesidad, el número de personas con escasez de alimentos, la huella de carbono y el valor nutricional de la dieta de los ciudadanos aplicando el Nutrient Rich Diet ( NRD 9.3), método que considera nueve nutrientes cuyo consumo se debe fomentar (proteína, fibra, Vitaminas A, C y E, los minerales calcio, hierro, magnesio y potasio), y otros tres a limitar (azúcar añadido, grasas saturadas y sodio).

Los científicos identificaron siete comunidades autónomas con patrones alimentarios sostenibles; Galicia no se encuentra entre ellas

El análisis revela la existencia de siete comunidades autónomas con patrones alimentarios sostenibles: Andalucía, Baleares, Canarias, Cataluña, Comunidad de Madrid, Navarra y País Vasco. Los peores valores son para Asturias y Galicia se encuentra en el grupo intermedio, pero con unos registros por debajo de la media estatal.

En términos de resultados de calidad nutricional, Cataluña obtiene la mejor puntuación NRD, seguida del País Vasco, Navarra, Comunidad Valenciana y Galicia. Por el contrario, los índices de calidad nutricional más bajos corresponden a los hábitos alimentarios en Castilla-La Mancha, La Rioja y Andalucía.

En general, indican los autores, se observan “hábitos alimentarios relativamente buenos en España”.

El estudio está firmado por Xavier Esteve Llorens, Mario Martín Gamboa, Diego Iribarren, María Teresa Moreira, Gumersindo Feijoo y Sara González García, y se publica en la revista científica Journal of Cleaner Production en un trabajo titulado ‘Efficiency assessment of diets in the Spanish regions: A multi-criteria cross-cutting approach’.

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