‘Del 15M a Podemos. Rupturas y continuidades en un proceso de incipiente cartelización’. Este es el título del artículo académico que acaban de publicar Bruno González Cacheda y Javier Vázquez Refojos en Inguruak, Revista Vasca de Sociología y Ciencia Política. Un repaso a la trayectoria de Podemos hasta justo el momento antes de tocar poder estatal, entrando en el Gobierno central en coalición con el PSOE, tras las elecciones de 10 de noviembre de 2019
En esta entrevista, hecha a dos días de las elecciones gallegas y vascas del pasado 12 de julio, hablamos con Bruno González Cacheda –profesor del área de Ciencias Políticas de la Universidad de Vigo– sobre la actualidad de Podemos y de los resultados de este estudio sobre el partido morado, en el que concluyen: “El alto grado de centralismo y verticalidad en la toma de decisiones, la gran dependencia de los fondos públicos, la creación de una importante maquinaria burocrática a través de la contratación de personal o la relación débil y unidireccional entre la organización y las bases serían los gaps más importantes detectados en nuestra investigación. Por contra, la independencia financiera hacia las entidades bancarias, la limitación de las grandes donaciones y la transparencia de sus ingresos y sus gastos, constituirían las líneas de continuidad más claras con el movimiento 15M”.
¿Cuáles son los pilares teóricos y metodológicos de este estudio?
Nuestro estudio parte de la teoría del partido cártel de Peter Mair y Richard Katz. Así, realizamos un estudio longitudinal sobre el proceso de cartelización de Podemos, partiendo del 15M, hasta finales del año 2019. El partido cártel es el último estadio de la evolución de las posiciones de los partidos políticos en su relación con el Estado y la sociedad civil; es la forma emergente y hegemónica en la actualidad, caracterizada por una posición ligada al aparato estatal y una desvinculación de las bases del partido y de la sociedad civil.
Lo que hicimos fue analizar para el caso de Podemos varias variables propuestas por Katz y Mair para esta teoría: el modelo de financiación, la profesionalización de la actividad política, el carácter de la militancia (en este caso, de los registrados y la relación entre los registrados y la élite del partido). A estas cuatro variables de análisis añadimos una quinta, relacionada con el modelo de organización: la distribución del poder (centralizado o descentralizado).
«la entrada de Podemos en el Gobierno y la moderación de las propuestas programáticas son resultado del proceso de cartelización del partido»
Y llegan a la conclusión de que Podemos es un partido cartelizado…
Sí, así es. Nosotros partimos del 15M y del tránsito de movimiento a partido. Ya hubo autores que hablaron de la institucionalización de los movimientos sociales, en este caso del tránsito a través de Podemos. Nosotros, ahora, con este estudio longitudinal intentamos explicar cómo se fue institucionalizando Podemos y qué formas adoptó.
Es importante destacar –aunque nuestro estudio se hizo antes– la entrada de Podemos en el Gobierno, que refuerza aún más esta idea de cartelización del partido. Hay una cuestión muy importante relacionada precisamente con esto, que es la moderación de las propuestas programáticas y el acercamiento programático entre partidos distintos, en este caso entre Unidas Podemos y PSOE. Y ahí se observa que entre las primeras propuestas de Podemos y las actuales –por ejemplo, todo lo que tiene que ver con la gobernanza europea o con determinadas propuestas económicas– hay importantes diferencias, ya que se han ido moderando sustancialmente. Y eso es resultado de ese proceso de cartelización del partido.
Sectores críticos en Unidas Podemos –algunos ya fuera de la formación, como Anticapitalistas– pidieron no entrar en el Gobierno central en coalición con el PSOE y hacerse fuertes y decisivos en la oposición, facilitando la investidura de Pedro Sánchez, pero con un apoyo crítico, fiscalizador y condicionado al cumplimiento de determinadas políticas económicas y sociales. ¿Entrar en el Gobierno, fue un error o un acierto?
Es muy difícil saberlo. La cuestión es que se impuso el punto de vista más pragmático de la dirección y núcleo duro, articulado alrededor del secretario general, Pablo Iglesias. Efectivamente, el sector Anticapitalista fue el más reticente y crítico y prefería adoptar una posición de apoyo crítico a la investidura de Pedro Sánchez, mantenerse en la oposición e ir negociando acuerdos en el Parlamento. Pero es difícil calibrar la situación, porque cuando Podemos decide entrar en el Gobierno, el contexto político, económico y social era muy diferente al que tenemos ahora por culpa de la crisis sanitaria del coronavirus. Supongo que en Unidas Podemos calcularon que tendrían cierto margen para ir articulando algunas políticas sociales que será complicado aplicar ahora. Recordemos que en la crisis iniciada en 2008, los primeros dos años estuvieron marcados por políticas de incremento del gasto público, los recortes no llegaron hasta 2010; así que no extrañaría que en la crisis actual la situación vaya a ser muy parecida. Veremos cómo evoluciona la crisis y qué pasa dentro dos o tres años… Pero estar en esa situación, en el Gobierno, le puede hacer bastante daño a Unidas Podemos.
«la dirección de la organización concibe el grueso de los militantes principalmente como la Caja de Ahorros del Partido»
De las variables utilizadas en el estudio para describir la cartelización de Podemos, una es el modelo de financiación, sobre el que destacan cómo las aportaciones colectivas de los afiliados y los microcréditos han perdido peso frente a las subvenciones públicas. ¿De qué manera es determinante la fuente del dinero?
Por una parte es lógico, ya que para el tránsito hacia las instituciones y para entrar en la contienda política son necesarios ciertos recursos. En un primer momento, copian prácticas que habían puesto en marcha algunos grupos del 15M, como el crowdfunding. [microfinanciación colectiva], como forma de lanzadera. Pero al entrar en las instituciones públicas pasas a formar parte del sistema de financiación que reciben los partidos con representación en parlamentos, diputaciones y ayuntamientos. Y es lógico que crezca ese tipo de financiación, pero tal vez no lo sea que se descompense tanto con las aportaciones de las bases, si quieres que tengan cierto peso en el partido. Lo lógico sería que a la par que crece la financiación pública creciesen las aportaciones de la militancia para aportar una buena parte de los ingresos de Podemos, lo cual, además, haría que el partido fuese más independiente del Estado.
Sobre la relación de los inscritos y la élite del partido, señalan que Podemos se convirtió en una organización con un modelo jerárquico, centralizado y unidireccional, y con una baja intensidad de la militancia, a lo que contribuyó la llamada “máquina de guerra electoral”, dicen. ¿Cómo sucedió esto? ¿Hay desafección en las bases? ¿Es este un factor que podría explicar la caída electoral de Podemos?
Sí, así es, esta variable está relacionada con la anterior. La militancia terminó por convertirse en una estructura líquida y débil, en la que los requisitos para entrar a formar parte del partido son muy laxos –solo tienes que inscribirte en una página web y no requiere ningún tipo de obligación, aunque sea simbólica, en el plano económico–. Pero es importante distinguir entre lo que son las bases y el electorado, y pocas veces hay correlaciones entre lo que piensan las bases de un partido y lo que piensa el electorado. Ahora bien, por un lado, Podemos abandonó el crowdfunding al entrar en las instituciones y los militantes pasaron a hacer contribuciones a través de unos microcréditos que luego son devueltos a través de las subvenciones y fondos públicos del Estado, de ahí que digamos que la dirección de la organización concibe el grueso de los militantes principalmente como la Caja de Ahorros del Partido, en sustitución de los sistemas de financiación convencionales. Y los nuevos militantes asumen este principio con enorme entusiasmo al principio y con una tendencia a la baja a medio plazo. De hecho, se puede observar una clara bajada de la militancia, de su actividad y de su nivel de participación, pero no podría asegurar que exista una relación entre eso y la tendencia electoral de Podemos.
«Podemos decidió adoptar un tipo de estructura personalizada en el secretario general, frente a estructuras más colegiadas que se pudieron adoptar»
En cuanto a la “máquina de guerra electoral”, fue una apuesta provisional para crear una estructura y organización más eficientes para competir en las elecciones, y se articuló alrededor del secretario general y de personas de su confianza. Pero lo que en principio iba a ser algo provisional, luego fue institucionalizado y no se produjeron las descentralizaciones prometidas a las autonomías y los círculos. Sí es cierto que se fueron creando organizaciones a nivel autonómico, pero en buena parte de ellas intervino el aparato central de Madrid, imponiendo gestoras, lo cual indica claramente que el poder real está en Madrid. En este proceso, la parte más tocada del partido son los círculos, que nunca se llegaron a estructurar y fueron desapareciendo con el paso del tiempo.
Otra variable que analizan es el nivel de profesionalización en el partido, principalmente por la contratación de personal. Esto, sumado al crecimiento de la dependencia del erario público, lo ponen en relación con la centralización organizativa, con Madrid como eje geográfico y lo que llaman “un núcleo irradiador articulado en torno a la Secretaría General”. ¿Puede ahondar más en esta idea?
Hay aquí un elemento clave, que es lo que ellos llaman “maquinaria de guerra electoral”, la cual necesita ciertos cuadros que hagan un trabajo para el partido. Y ahí la fórmula fue la contratación de personas. Efectivamente, a medida que la penetración en las instituciones fue creciendo, las subvenciones fueron mayores y las contrataciones también.
En cuanto a la centralización, los datos publicados por Podemos indican que la mayor parte de liberados y contratados están en el entorno de la sede central del partido, con un peso bastante importante en relación con los territorios, los círculos locales… En definitiva, el núcleo de poder de Podemos se centraliza fuertemente en Madrid, que es donde crecen más la estructura del partido y las contrataciones.
«Podemos fue ganando peso a nivel estético en la coalición Galicia en Común, a la par que también se fue abandonando el discurso plurinacional y de la cuestión del derecho a decidir»
En el estudio dicen que “la configuración de Podemos en forma de máquina de guerra electoral estaría articulada sobre la base de una importante concentración de poder en la figura unipersonal del secretario general y su núcleo de confianza, y una fuerte incapacidad política de los órganos colectivos, como el Consejo Ciudadano”. ¿Estamos ante un partido personalista o presidencialista? ¿Es un partido dependiente de Pablo Iglesias y entregado a este?
Algo que sabemos es que los fundadores de Podemos, y nunca lo han negado, se inspiraron para la creación del partido en aprendizajes que tuvieron en Latinoamérica, donde dominan los sistemas presidencialistas y las figuras carismáticas adquieren una gran importancia en los procesos políticos y electorales. Y Podemos decidió adoptar este tipo de estructura personalizada en el secretario general, frente a estructuras más colegiadas que se pudieron haber adoptado. Con todo, al principio sí había cierta pluralidad interna e la organización, que se fue configurando en la corriente liderada por Íñigo Errejón y en los Anticapitalistas… Pero eso también se fue perdiendo y hubo escisiones, incrementándose el poder del secretario general y de su círculo de confianza más próximo.
¿Que supuso para Podemos la marcha de ‘errejonistas’ y anticapitalistas? ¿Fue una liberación o una pérdida?
Entiendo que, por un lado, para Pablo Iglesias debió suponer una cierta liberación, en la medida en que el discurso del partido se puede ir compactando más al no tener una oposición interna; ahora bien, a nivel de democracia interna, pienso que resulta perjudicial en la medida en que se reduce la pluralidad.
Repasando la trayectoria de Podemos en las nacionalidades históricas –Galicia, Euskadi y Cataluña–, ¿cómo se explica su relación con la izquierda nacionalista, de la que había conseguido importantes bolsas de votos y donde está perdiendo fuerza desde hace tiempo?
Así es, parece que está perdiendo todo lo que había ganado en sectores soberanistas. En la línea de lo que comentaba antes sobre la moderación programática, lo que parece es que al abandonar, también en la práctica, la cuestión plurinacional, Podemos ha ido dejando en el camino a cierto electorado soberanista. Recordemos los problemas que tuvo la dirección de Podemos con los sectores más soberanistas en Cataluña de su plataforma electoral, algunos de los cuales se pasaron a Esquerra Republicana. Y en Galicia sucedió algo parecido: desde la plataforma En Marea –no con su propia marca–, Podemos logró penetrar con bastante fuerza en parte del electorado del BNG, y parece que ahora esos votantes están regresando al Bloque Nacionalista. Es importante observar como Podemos fue ganando peso a nivel estético en la coalición Galicia en Común, a la par que también se fue abandonando el discurso plurinacional y de la cuestión del derecho a decidir, adoptando una postura más centrada y homologable a lo que es la izquierda española tradicional.
«el de Anova, que se declara independentista, es el caso más curioso de los partidos que han mantenido coaliciones con Podemos; es de los pocos que siguen ahí»
¿Cómo se puede explicar que un partido nacionalista como Anova mantenga la coalición con Podemos?
Esto se debe a la decisión de tomar un rumbo en un determinado momento, con la creación de Alternativa Galega de Esquerda, en 2012, junto con Izquierda Unida, con la que se intenta superar la articulación tradicional y la separación entre la izquierda soberanista y la izquierda federalista, si se le puede llamar así… Pero las contradicciones se han ido multiplicando. En un principio funcionó porque el peso de Izquierda Unida en Galicia era pequeño y la coalición estaba equilibrada, pero el proyecto empieza a distorsionarse cuando aparece Podemos, rompiendo el equilibro interno entre el polo de la izquierda soberanista y el de la izquierda española. A Podemos, que entró con mucha fuerza, le interesaba el acercamiento a ese mundo soberanista porque tenía una estructura muy endeble en Galicia y carencia de referentes políticos de aquí. Pero tras esa aproximación, comenzaron a sucederse los conflictos, en gran medida porque Podemos en la práctica no admite ni ejerce lo que predica sobre la plurinacionalidad.
Cuando se articuló En Marea, una de las cuestiones fundamentales que se expusieron fue que se articulara y tuviese su centro de decisión en Galicia. Ahí comenzaron las fricciones, las contradicciones y, posteriormente, las escisiones. Con todo, con esas contradicciones entre los intereses de Podemos en Madrid y los de En Marea, Anova decidió permanecer en esa postura. Posiblemente, es el caso más curioso de los partidos que han mantenido coaliciones con Podemos, ya que Anova, que es una fuerza que en sus estatutos se declara independentista, ha decidido mantenerse con Podemos, al mismo tiempo que Podemos se ha ido quedando sin aliados y perdiendo activos como los ‘errejonistas’, anticapitalistas, Compromís en la Comunidad Valenciana o sus socios en Cataluña. De toda aquella multiplicidad de actores con los que Podemos comenzó una relación en sus inicios, Anova es de los pocos que siguen ahí, no sin dificultades, como se demostró en las últimas elecciones generales, en las que Anova renunció a ir con Podemos e Izquierda Unida y no presentó candidatura. Pero ¿por que siguen ahí? No tengo ni idea… Habría que preguntárselo a ellos.
¿Qué opina de la controvertida relación entre Podemos y algunos medios y periodistas, y de que el propio Pablo Iglesias animase a los inscritos del partido a financiar la creación de un nuevo periódico digital, La Última Hora, dirigido por Dina Bousselham, exasesora de Iglesias?
La verdad es que no tengo mucha información sobre este nuevo medio. Pero tampoco es una novedad que los partidos creen sus propios medios de comunicación. Sobre la relación entre Podemos y los medios, hay que ponerla en el contexto político que vivimos en los últimos años, en el que los medios de comunicación están situados en determinados imaginarios dentro del que se puede llamar el establishment, al que le resultan incómodos determinados partidos o fuerzas que hacen bandera de su oposición a las élites. Si analizamos la creciente concentración de los medios de comunicación, la continua entrada en los medios de capital financiero de empresas y fondos ajenos al mundo del periodismo, y si tenemos en cuenta el discurso de Podemos, sobre todo en origen, el mensaje del partido choca con los intereses de los que son los propietarios de muchos medios. De ahí el conflicto…
Como valoración final: ¿se puede mantener un modelo tipo 15M en un partido que entra a formar parte de las instituciones y del poder, o son inevitables la jerarquización, profesionalización, centralización y dependencia de las subvenciones públicas?
La jerarquización es inevitable, en un grado más alto o más bajo, en cualquier organización siempre hay una cierta jerarquía en el reparto de poder. La clave no es tanto la jerarquización como la distribución del poder, que se poder hacer de manera más concentrada, incluso con órganos unipersonales, o se puede hacer de manera más distribuida. Por ejemplo, a nivel territorial el poder se puede distribuir de una forma más equitativa entre los diferentes niveles, autonómico y local, y también a nivel orgánico, dentro del partido; quiero decir, no es lo mismo un partido con un portavoz y un órgano colegiado que toma las decisiones, que un partido con un secretario general y un órgano unipersonal con poderes importantes.
Dicho esto, evidentemente la institucionalización lleva a una cierta jerarquización, profesionalización… Pero la cuestión no es tanto responder si institucionalización sí o no, como el grado de institucionalización al que se llega. Es muy complicado entrar en el sistema político, y aun más en el poder, sin ciertas estructuras que tengan cierta agilidad y eficiencia.